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El año pasado bautizaron las fiestas de la Semana Grande de Santander como las de «la prudencia», porque el covid, que estaba en plena quinta ola, no permitía grandes aglomeraciones y tuvieron que organizarse eventos de pequeño formato. Fue una celebración descafeinada en la que sólo hubo conciertos y ferias en el aparcamiento de los Campos de Sport de El Sardinero. Nada de brindis, ni pinchos ni pañuelos azules en la plaza del Ayuntamiento. Sin embargo este año la situación es bien distinta, ya no hay restricciones, ni límites de aforo y ni tan siquiera es obligatoria la mascarilla. Por eso los santanderinos esperan unas fiestas entre la falta de costumbre y el desenfreno.
Por el momento, el Consistorio ha anunciado que recuperará el tradicional chupinazo, con los desfiles de las peñas y la comida solidaria, pero las casetas de la Feria de Día, a las puertas de julio y siendo uno de los mayores atractivos de la Semana Grande (que se celebrará entre el 22 y el 31 del mes que viene), aún están en el aire. ¿Por qué? Porque aún no se ha llegado a un acuerdo que haga que los hosteleros tengan menos números en el 'debe' que en el 'haber'. Contabilidad pura y dura. El presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria, Ángel Cuevas, pone un ejemplo muy claro para entender la disyuntiva: «Es como si te dicen que si quieres un coche nuevo. Sí, claro que quiero, pero primero me tendrás que decir lo que me va a costar».
Lo que ocurre es que el suelo público no puede ser gratuito, debe tener un coste de forma obligatoria, por eso la próxima semana el Ayuntamiento de Santander y la Asociación de Hostelería vuelven a reunirse para tratar de ajustar los precios con los patrocinadores. Es decir, que las casetas sirvan como soporte publicitario a cambio de rebajas en los precios de los productos de esas marcas. De este modo, las cajas cuadrarían mejor.
Este periódico se ha puesto en contacto con la concejalía de Dinamización Social del Ayuntamiento de Santander hasta en tres ocasiones para interesarse por las fiestas de la Semana Grande y, en concreto, por la Feria de Día y no ha recibido respuesta.
Es de sobra conocido que las tradicionales casetas han traído más de un problema, incluso con denuncias judiciales de por medio. A los hosteleros no siempre les ha salido rentable y el efecto novedad se ha ido apagando con los años. Las calles se llenan de ambiente, y eso es un atractivo para el turista que busca maridar gastronomía con ocio, pero las dudas extendidas entre muchos clientes respecto a la calidad que se ofrece es un argumento que también se repite cada edición. «Nuestra idea es hacerlo, poner todo nuestro empeño porque tenemos claro que marcaron un antes y un después en las fiestas. Antes eran unas celebraciones templadas, pero las casetas fueron un revulsivo enorme. El cambio fue brutal», dice Ángel Cuevas, al que tampoco le cuesta reconocer que tuvieron un «efecto novedad» que ha ido perdiéndose. Aún así, los hosteleros cántabros «sí quieren participar, pero están esperando para tomar una decisión. Estamos cuadrando números y yo soy optimista, creo que la semana que viene alcanzaremos un acuerdo», señala el presidente de la Asociación de Hostelería de Cantabria.
La idea arrancó en 2008 con 46 casetas. Al año siguiente tuvieron que subirlo a 61 debido a la alta demanda de los hosteleros. Acabaron realizando un sorteo porque no había plaza para los 121 establecimientos que la solicitaron. Fue un éxitazo. Pero de esas 61 casetas repartidas hasta en diez zonas distintas se pasó a 35 en 2019. Y el año pasado no se montaron por la pandemia, aunque ahora muchos se preguntan si la situación sanitaria fue solo una excusa.
Miles de santanderinos volverán a juntarse como sardinas en lata en la plaza del Ayuntamiento de Santander con su pañuelo azul a la espera de que la alcaldesa Gema Igual inaugure las fiestas de la Semana Grande 2022 después de dos años sin 'chispa'. El chupinazo, presumiblemente a la hora de siempre (21.30 horas), será el 22 de julio y dará comienzo a unas celebraciones en las que las peñas desarrollan un papel fundamental, no solo con el desfile o la tradicional comida solidaria, este año también enseñando a los ciudadanos a volver a disfrutar sin miedos. ¿Y los fuegos artificiales en El Sardinero? Sobre este asunto, el Ayuntamiento tampoco se ha pronunciado.
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