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Nacho González Ucelay
SANTANDER.
Lunes, 16 de septiembre 2019, 07:53
El Festival del Mar plegó ayer las velas de su tercera edición sin poder escenificar su poderío sobre la Bahía de Santander. Se lo ... engulló una espesa niebla que, apareciendo en el peor momento, impidió la celebración de la espectacular parada de velas con la que todas las embarcaciones participantes querían despedirse de la ciudad después de cinco días abarloadas en la ladera del Muelle de Calderón. Una lástima, la verdad, porque la estampa de los veleros navegando en formación y a todo trapo por una de las bahías más bellas del mundo hubiera sido para enmarcar.
Para mala suerte de la organización, Santander se levantó de la cama envuelta en una inoportuna calima que impedía la visión clara a más de cincuenta metros de distancia por tierra, mar y aire.
Espectral, la imagen del muelle, donde ya andaban trajinando las tripulaciones de todos los balandros, amenazaba con arrojar por la borda la despedida que se había previsto. Un majestuoso desfile marítimo del que iban a disfrutar de lo lindo los setenta privilegiados con billete para poder seguirlo desde dentro -enrolados en alguna de las embarcaciones, muy limitadas de plazas- y las decenas de miles de personas con puesto asegurado en cada metro cuadrado que va de Puertochi-co al Sardinero.
Con el paso de las horas, y a la vista de que la niebla no se disipaba, o al menos no lo suficiente como para garantizar el éxito del desfile, la organización urgió una reunión con los capitanes de los navíos, que, tras revisar las condiciones meteorológicas que se iban a encontrar durante la travesía, de ida y vuelta, decidieron finalmente suspender la parada de velas.
Terminó por levantar. Y despejó. Y quedó una mañana espléndida. Y el malecón se abarrotó de familias, de parejas, de grupos de amigos que no quisieron perderse la clausura del festival, supeditada a las actividades de tierra.
Como en las cuatro jornadas precedentes, miles de personas pasearon por el muelle de arriba abajo curioseando por las carpas levantadas por las firmas que se han implicado en la celebración del festival, interesándose por los mensajes que han querido lanzarles las asociaciones que arrastra este evento ( 'Mares limpios, Océanos vivos', claman), y guardando fila para subir a cualquiera de las joyas del mar que estos días han embellecido el Muelle de Calderón.
Con muchísimas dificultades, porque la bajamar no sólo ocultó la visión de los cascos de los navíos sino que también obligó a demorar la apertura de pasarelas al público, los más pacientes consiguieron conocer por dentro el galeón 'Andalucía', hermosísimo, la goleta 'Atyla', en otro tiempo 'Cantabria Infinita', el bergantín 'Pelican of London' y, por fin, el tan esperado 'Nordlys', un esbelto velero que por sus difíciles condiciones para la navegación (a vela pura y dura, sin motores) atracó a última hora de la tarde del sábado para exhibirse ayer domingo en todo su esplendor.
Entre los cuatro se repartieron el grueso de las visitas concertadas a lo largo de la jornada de clausura, que también vio zarpar, discreto, y casi semioculto entre la neblina, al buque generosamente enviado por la Armada Española al festival. El 'Mahón'.
Algo contrariado por la suspensión de la espectacular parada de velas, el presidente de la Fundación Villas del Cantábrico, Antonio Longarela, organizador del Festival del Mar, no ocultó sin embargo su satisfacción por los resultados obtenidos en la hora del balance.
«Las sensaciones son muy positivas», aseguró Longarela, para quien «organizar un festival del mar aquí es garantía de éxito».
Afirma el presidente de la fundación que la respuesta de la ciudadanía ha sido la que podía esperarse en un lugar con tradición marinera. «No tengo ni idea de la gente que se ha podido acercar a los muelles durante estos cinco días», reconoce. «Pero sí sé la que ha hecho cola para entrar a los veleros».
La densa niebla con la que ayer amaneció la ciudad no sólo obligó a suspender la parada de velas con la que la organización del Festival del Mar iba a poner el broche de oro a su tercera edición. Además, también forzó el desvío a Bilbao de dos vuelos con destino a Santander por falta de visibilidad en el aeropuerto Seve Ballesteros.
Según precisaron fuentes aeroportuarias, las malas condiciones derivadas de la fuerte calima afectaron al vuelo FR7616 de la compañía Ryanair, que había despegado a las 06.55 horas desde Edimburgo (Escocia) y que debía haber aterrizado en Cantabria a las 10.20 horas, y al vuelo FR5106, de esta misma operadora aérea, que había salido a las 06.30 horas de Gran Canaria con la previsión de tomar tierra en la terminal cántabra a las 10.40 horas.
Como consecuencia de la mejoría de las condiciones de visibilidad en el aeródromo cántabro, que no tardó mucho tiempo en recuperar la normalidad, la compañía mantuvo la operativa de regreso de estos dos vuelos desde el Seve Ballesteros tanto a Edimburgo como a Gran Canaria, si bien lo hizo con un cierto retraso sobre el horario inicialmente previsto para el despegue de las aeronaves.
De acuerdo con sus cálculos, «ha habido embarcaciones en las que se han recibido 7.000 visitas. Y en otras más pequeñas, en las que yo pensaba que iba a haber menos, han entrado hasta 3.000».
Según él, estos números, con los que ha contribuido el buen tiempo, «no sólo ponen de manifiesto el éxito de este festival sino que, además, nos animan a todos a pensar en la organización de una cuarta edición sin tener que esperar a que transcurran otros diez años».
A este respecto, Antonio Longarela fijó como objetivo el año 2022, «aprovechando la celebración del V centenario de la primera circunnavegación de la Tierra».
Muy ilusionado con esta idea, el presidente de la fundación organizadora insiste en que tanto las administraciones como los ciudadanos de a pie «saben que a este tipo de eventos, que calan muy hondo entre la gente, tenemos que darles una cierta continuidad».
Sólo así, piensa él, el festival podría recuperar la presencia en el mar que ha perdido durante esta edición, en la que el número de veleros participantes ha disminuido con respecto a las dos primeras por dos razones sobre las que cabe la reflexión. «Hemos tenido que renunciar a la participación de algunos barcos por falta de disponibilidad de muelles y de algunos otros por la tardanza con la que se han hecho efectivos los fondos necesarios».
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