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El cirujano Daniel Casanova, en la enfermería de la plaza de toros de Cuatro Caminos. Luis Palomeque
El ángel de la guarda de los toreros

El ángel de la guarda de los toreros

El cirujano Daniel Casanova dirige la parte más importante de la plaza de Cuatro Caminos, el lugar al que ningún torero quiere ir y en el que la vida se pone en juego

Borja Cavia

Santander

Miércoles, 24 de julio 2024, 07:29

La diferencia entre la vida y la muerte, en una plaza de toros, es cuestión de milímetros y de segundos. Un pitón que hiere, un vaso que se rompe y una situación complicada que hay que solucionar en el tiempo que la sangre tarda en abandonar un cuerpo. En Santander, afortunadamente, el hospital de Valdecilla está ubicado a apenas medio millar de metros del coso, lo que siempre es un seguro. Pese a ello, el valor más importante con el que cuenta Cuatro Caminos es Daniel Casanova, un cirujano reputado a nivel mundial que, además es el responsable de la enfermería del recinto santanderino y que vivió un inicio de feria agitado con las tres volteretas que sufrió Marco Pérez el pasado sábado.

«Lo imprescindible en una enfermería es el personal humano, que esté cualificado, eso es lo más importante, porque al final el factor pronóstico que hay en cada lesión siempre es la persona la que lo soluciona», reflexiona contundente Casanova. Desde días antes del comienzo él y su equipo se afanaban en preparar un recinto ubicado en el camino hacia la puerta grande y del que los toreros, por descontado, no quieren ni oír hablar. Tener todo a punto, que cada bisturí, cada camilla o cada bolsa de sangre esté en su sitio actúa en el equipo médico como un bálsamo para calmar los nervios previos a los festejos. «La forma de quitarte inquietud es preparando las cosas y eso es lo que hemos estado haciendo durante las semanas previas a la feria. El material quirúrgico, las cosas de anestesia, la sangre que nos presta el Centro de Donación de Cantabria para tener durante toda la feria…, y el equipo médico que también está preparado las jornadas previas».

Equipo médico de la enfermería del coso santanderino. Luis Palomeque

La cercanía con el hospital es un valor que, en ocasiones, puede ser un arma de doble filo. «Desde que le coge hasta que pudiese estar un quirófano disponible, porque no siempre todos los quirófanos están disponibles, con un equipo preparado en ese momento, pasaría como mínimo media hora, y media hora en una lesión grave, muy hemorrágica, es demasiado tiempo». Por eso, debajo de la presidencia de Cuatro Caminos hay útiles, medicamentos, personal… y sangre, sobre todo sangre. «Afortunadamente en las cogidas que hemos tenido que intervenir en la plaza nunca hemos tenido que utilizar sangre, porque ha sido todo muy precoz, pero es necesario tenerla».

Roca Rey, Cayetano, Gonzalo Caballero o Dávila Miura son algunos de los matadores que han pasado por la enfermería en los últimos años, aunque ninguno de ellos con cornada de gravedad, una seriedad que viene marcada por las constantes del torero. «La cornada grave viene determinada por una serie de circunstancias, es la situación hemodinámica del torero. Es decir, si está estable, podrás hacer muchas más cosas, pero si está inestable, tienes que hacer hemostasia como sea y lo más rápidamente posible para estabilizarle. Solamente puedes hacer otro tipo de gestos o de traslados cuando está estable». Y, a partir de ahí, si hay que seguir explorando, se procede al traslado a un centro hospitalario.

Toros y medicina

Toros y medicina, medicina y toros, dos mundos que van unidos, aunque para Casanova un cirujano taurino no tiene necesariamente que ser aficionado a la tauromaquia. «Lo que hay que hacer es ser cirujano. Hay que interpretar y el conocimiento que rodea todo el mundo del toro ayuda mucho a poder interpretar mejor las cosas. Es difícil que alguien que esté profundamente alejado de la cirugía taurina pueda aceptar y estar con responsabilidad en un puesto de estos». Conocimiento, intuición, velocidad…, cualidades todas necesarias en alguien que ejerce de ángel de la guarda de los toreros.

Vicepresidente de la zona norte de la Sociedad de Cirugía Taurina, cada año los especialistas se reúnen, analizan las cornadas graves y discuten cómo orientar los avances a la hora de tratar «lesiones de guerra», como las califica un hombre que es presidente de honor de la Unión Europea de Médicos Especialistas dentro de la División de Trasplantes.

Casanova lleva once años al frente de la enfermería de Cuatro Caminos y, pese a alguna opinión contraria cree que el futuro de la cirugía taurina está asegurado. «Cuando yo me hice cargo de la enfermería organicé un curso de formación, que lo hicimos en la Facultad de Medicina, con los laboratorios que tenemos allí. Y a nivel nacional tenemos en la Universidad de Valencia un curso de posgrado muy importante con lo cual estamos formando nuevas generaciones. En Santander el resto de la gente que está en el equipo son gente que tiene muy buena formación».

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