Bastos y Caballero estrenan el casillero de orejas de Santiago

Acertar con todas las teclas de una feria es muy complicado. No en cuanto a confección de carteles, que también, sino a la hora de distribuir los festejos por días. Si el pasado año Lances de Futuro abrió la feria con una corrida de toros que incluía la alternativa de Manuel Diosleguarde, este año ha optado por comenzar con la novillada. Una apuesta, toda vez que en el escalafón novilleril pocos son los nombres que atraen al aficionado, que el único vinculado a Cantabria no estaba en el cartel y que, además, el público de clavel tiene otras jornadas marcadas en su calendario. Con todo, media plaza que no fue ajena al cántico de moda. Y es que era víspera de elecciones.

Como el valor al soldado, a una terna de novilleros se le presupone descaro, exposición y una falta de conocimientos compensadas con las ganas de agradar. Y luego, más allá de eso, que cada uno muestre su concepto. Con ganas empezó la feria Álvaro Seseña, que recibió de rodillas al primero de la tarde. El de Núñez de Tarifa, bajo y recogido de pitones, como todos sus hermanos, salió suelto en los primeros tercios y se llevó demasiados capotazos por parte de la cuadrilla del madrileño. Un inicio de faena de rodillas intentó calentar el frío ambiente de la apertura del ciclo, pero la faena no tomó vuelo.

El cuarto, melocotón de capa, adoleció de fuerza y entrega ya en el saludo capotero. Un puyazo trasero y dos buenos pares de Raúl Cervantes dieron paso a una faena en la que Seseña rescató muletazos profundos que llegaron, eso sí, de uno en uno y con cuentagotas. Después se arrimó y ofreció desplantes a la grada sin rematar la faena con la espada.

Los mejores pasajes de la primera parte del festejo los dejó el capote de Diego Bastos, que había comido un rato antes pollo con patatas en el Bar El Coso. El primero de su lote galopó de salida y el sevillano saludó con un ramillete de verónicas, con dos de alto nivel por el pitón izquierdo. En el último tercio Bastos despertó a Cuatro Caminos con una serie en redondo muy ligada que no hizo valer en la continuación.

En el quinto, que salió con brío, suelto y que recibió un largo puyazo trasero, Bastos inició la faena de la única manera posible, con doblones por bajo para enseñar al novillo el camino recto. El de Núñez aguantó apenas dos series de toreo fundamental, pero posteriormente el novillero lo exprimió en las cercanías, con arrojó y molinetes con aroma a Triana. Sabor y valor que, tras media estocada delantera, le otorgaron una oreja.

Manuel Caballero se presentó en Santander con un novillo de malos principios y peores finales con el que mostró cabeza fría y manos templadas. El manchego desplegó varios lances de muleta de mano bajo poderosos lastrados por la falta de transmisión del novillo, aunque dejó entrever sus buenas maneras.

El sexto no quiso ser menos que sus hermanos y complicó la labor del novillero y su cuadrilla en los primeros tercios. El concepto limpio y templado de Caballero apareció de nuevo, sobre todo, en la primera parte del trasteo, mientras su oponente se lo permitió. No había material para más, para que el albaceteño pudiese rematar una tarde en la que le faltó enemigo. Con el peor lote y pese a la oreja, el albaceteño dejó a los aficionados con ganas de verle con otro tipo de animal, un animal con casta, raza y poder. Justamente lo que no tuvieron los bureles que mandó al Cuatro Caminos Francisco Núñez Benjumea.