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Para José María Dols Samper (Alicante, 3 de enero de 1982), Santander siempre será especial. En esta plaza ha triunfado en varias ocasiones y en la ciudad tiene un ángel de la guarda, Francisco Piñal, que le ha operado la mano en varias ocasiones. Un ... fijo en la feria que regresa tras no poder estar en 2023.
–Vuelve a Santander después de no poder comparecer el año pasado. ¿Cómo afronta el festejo?
–Vuelvo con muchísima ilusión, Santander es una plaza en la que siempre me han tratado con mucho cariño, a la que tengo muchísimo aprecio. Por diferentes motivos me unen lazos a la ciudad como la peña taurina o el doctor Piñal hacen que tenga a la plaza y la ciudad mucho cariño.
–¿Cómo se encuentra de salud después de los problemas sufridos?
–Me encuentro bastante bien ahora, lo que pasa que ha sido complicada la recuperación, porque la neumonía se me alargó muchísimo y lo que son los pulmones los recuperé rápido, pero a nivel físico sí que he tardado más en recuperar, porque me dejó bastante agotado. He tardado cerca de mes y medio o dos meses en volver a estar bien físicamente, que es lo que más tocado me dejó. Pero ahora gracias a Dios, en estas últimas corridas que he toreado me he encontrado bien.
–¿Un torero entrena para soportar el dolor?
–No creo que un torero entrene para soportar el dolor, simplemente nosotros tenemos que entrenar y seguir con nuestras obligaciones aunque tengamos golpes o lesiones. Siempre y cuando podamos tirar para adelante aguantamos el dolor. Vivimos prácticamente con dolor todos los días, desde que empecé a ser torero recuerdo que prácticamente todo ha sido con dolor, nos acostumbrados a soportarlo.
–Más de veinte años de alternativa, triunfos en todas las plazas y el reconocimiento del público. ¿Cómo se mantiene la ambición después de una carrera tan exitosa?
–Llega un momento en tu carrera en el que, después de todo lo conseguido, sobre todo a nivel estadístico, vas madurando y afrontas las corridas de toros de diferente manera, de una forma más emocional, ya no te importa tanto el resultado numérico. Buscas más lo que realmente te gusta como torero, con el concepto que tienes. Se convierte en una profesión más tranquila, aunque mucho más exigente, porque con los años nos volvemos más perfeccionistas y más obsesivos para querer siempre mejorar, creciendo en lo que uno siente como torero. La forma en la que uno torea se convierte en lo más importante con el paso de los años.
–Es un torero de estirpe. ¿La filosofía que le enseñó su padre ha sido lo único innegociable durante su carrera?
–Ha habido muchas cosas innegociables en mi carrera. Una de ellas ha sido las enseñanzas de mi padre, las he llevado siempre a rajatabla, tanto en pensamientos como en manera de entrenar, en filosofía, en respeto… En todo. Nunca me he traicionado a mí mismo, independientemente de que haya gustado más o menos. En el momento que te traicionas sabes que a la larga es perjudicial para uno. Tengo la tranquilidad de que siempre he mantenido mi forma de pensar y mi concepto del toreo.
–Dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor. ¿En el toreo también?
–No creo que cualquier tiempo pasado sea mejor. Son etapas diferentes, ahora mismo yo estoy disfrutando mucho de mi profesión, de una manera más tranquila, mucho más sosegada. No sé si con esta manera de pensar lo hubiera hecho igual hace veinte años, pero hay que saber vivir cada momento con lo que toca.
–Desterremos o confirmemos un mito. ¿Realmente se torea como se es?
–Se torea como se es siempre y cuando no te preocupes de lo que puedan pensar los demás sobre lo que estás haciendo. Cuando estás más preocupado gustar que de sentir el toreo, no se torea como se es. Esto ocurre cuando el toreo torea de forma libre, sin importarle nada de lo que puedan decir o puedan pensar, entonces sí.
–¿Ha dado alguna vez el lance perfecto o sigue soñando con él?
–No sé si lo he dado o me he podido acercar. Soy bastante perfeccionista y siempre que veo las faenas pienso que se podía haber hecho mejor, ves más detalles después a toro pasado que en el momento. Lo importante es realizar lo que sientes en cada momento, cada toro es un mundo y no puedes aplicarle la misma técnica a todos, hay muchos matices y cada movimiento es diferente. Creo más en la emoción que es capaz de transmitir el toreo que en la perfección.
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