Secciones
Servicios
Destacamos
Yolanda y Sara son dos amas de casa santanderinas que ayer hicieron la bolsa de deporte a primera hora para acercarse al graderío del Centro Botín, frente a la bahía. Mientras en las casetas de Alfonso XIII los hosteleros se preparaban para comenzar la jornada –preparativos de pinchos, cámaras, limpieza...– ellas charlaban con la monitora antes de empezar la sesión. Corrillos para arrancar la mañana. En una ciudad en fiestas, plagada de conciertos, ferias, circos, corridas de toros y ruidos, Yolanda y Sara optan por el yoga. Trabajar mente y cuerpo en plena Semana Grande. Algo más tranquilo que la algarabía, que el tópico de la fiesta. Allí, en el Centro Botín, o cerca, en los Jardines de Pereda o en la Plaza Porticada, el programa de actividades incluye convocatorias más tranquilas cada mañana. Planes para todos los gustos. La imagen de los grupos que se apuntan es una estampa curiosa para una ciudad en plenas fiestas.
Para muestra, la cartelera del martes. A las once, sesión de TaiChi organizada por los centros cívicos de la ciudad. La actividad diaria de los que se apuntan durante el año, se traslada al programa de la Semana Grande. Y sigue. A la misma hora, punto de lectura también en los Jardines. Y en el parque de Jado, les toca a los de yoga, una práctica que también tiene su hueco a las doce en el anfiteatro del edificio de Renzo Piano. 'Yoguilate', lo llaman. Incluso, para rematar, una concurrida coreografía –unas cuarenta personas (con mucha presencia infantil, y algún padre dispuesto a acompañar) se animaron– en la Porticada con la música funk como protagonista.
¿Cómo transcurrió la mañana? Pues todo comenzó –como tantos días en Santander– con la inquietud que siempre brinda el imprevisible cielo. Eso, y una multitud de charcos empapando el suelo de los Jardines de Pereda, a esa hora lleno de turistas preguntando en la oficina de turismo qué se puede hacer aquí cuando llueve. En ese momento, poco antes de las once, ya asomaban los primeros curiosos. El propósito parecían tenerlo claro: disfrutar, relajarse. TaiChi al fresco de la brisa propia de una mañana con cielo gris –al final, aguantó y la lluvia no se apuntó más a la fiesta–.
Ojo, pasados unos minutos ya eran más de treinta junto a la fuente de los Jardines de Pereda. El público, de todas las edades. Jubilados y estudiantes. Hombres (aunque eran bastante menos y se colocaban siempre al fondo de la clase, como queriendo no llamar la atención) y mujeres (la mayoría). Y curiosos que se les quedaban mirando a unos y a otros. Tras una intensa pero reconfortante media hora larga de ejercicios, vuelta a sus quehaceres cotidianos.
O quizás no, porque, pocos instantes después, la actividad se trasladó a la Plaza Porticada. Unos llegaron siguiendo su paseo desde la Plaza del Príncipe. Otros, por Juan de Herrera. Y algunos más, siguiendo la música, desde el Paseo de Pereda. Porque esa fue la historia. Que se fueron sumando. Agrandando el grupo participante para bailar.
Formaban en círculo. Bailaban al ritmo de algunas de las canciones del momento –y en eso, cómo no, los jóvenes ganaban por experiencia–. Con ello, provocaban que los que iban llegando se apuntaran a la convocatoria. Padres, madres y grupos de amigos. Así que ese círculo, ya muy popular, acabó ocupando más de la mitad de la plaza.
Y aún quedaba el 'Yoguilate' del Centro Botín, en las gradas cercanas a la cafetería del edificio. Ruth Alonso, profesora de pilates y yoga, era la encargada de impartir esta sesión. En un escenario idílico. Aseguraba, con una sonrisa, que este tipo de actividades son algo totalmente beneficioso para esta época de fiestas. Más que nada porque muchas personas intentan disfrutar del ocio en un espectro más relajado. Alejarse –decía– de los grandes y multitudinarios eventos en los que, por lo general, toma parte la población joven.
Y justo esa idea es la que comentaban Yolanda y Sara, las dos amas de casa alumnas de la sesión de yoga, con las esterillas extendidas sobre el suelo. «Estas cosas también son importantes para Santander y sus fiestas». Y también, comentaban, «necesarias». Otra media hora larga de ejercicios y vuelta a casa.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.