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La decana de las peñas de Cantabria
Félix Rodríguez. ·
Con casi 96 años de vida, la agrupación que rinde homenaje al recordado torero santanderino goza de buena salud y cuenta en su local con varias joyas de colecciónSecciones
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Félix Rodríguez. ·
Con casi 96 años de vida, la agrupación que rinde homenaje al recordado torero santanderino goza de buena salud y cuenta en su local con varias joyas de colecciónPara los menos avezados puede ser una peña más, de las muchas que hay a lo largo y ancho de toda Cantabria y España. Sin ... embargo, cuando uno cruza el umbral del local que la peña Félix Rodríguez tiene en la santanderina calle Padre Rábago y pone atención, se da cuenta de que aquello es diferente. Está entrando en un ecosistema donde todo tiene importancia, donde la historia de la tauromaquia rezuma de las paredes y donde cualquier detalle, por insignificante que pueda parecer, está cuidado hasta el extremo. Por algo la entidad celebrará el 6 de agosto su 96 aniversario, lo que le convierte en la tercera peña taurina más antigua del país, sólo por detrás del Real Club Taurino de Murcia (que es de 1887) y del Club Cocherito de Bilbao, fundado en 1910.
«Félix Rodríguez empezaba a torear y un grupo de aficionados, que se reunía en el bar Central, a los pies de la Catedral, empezó a fomentar el toreo a través de becerradas y novilladas. A partir de ahí fundaron la peña el 6 de agosto de 1927. Lo celebraron con una comida a la que asistió el torero», apunta Javier Gómez, actual presidente de la entidad. El grupo de amigos que comenzó la organización estuvo al frente de la misma hasta 1936, cuando la llegada de la Guerra Civil frenó su actividad. Superados los años de lucha y la dura resaca llegada en los lustros posteriores, los años 50 fueron testigos del resurgir del culto al torero santanderino. «La refundaron en el Bar Calderón, en frente de la Plaza de Toros, en 1957 y ahí estuvieron hasta que en 1962 se mudaron a la Calle Burgos, donde hemos estado hasta 2020». Desde entonces, la peña posee un local propio en la calle Padre Rábago que es la envidia de todos los aficionados taurinos.
Más allá de actos y celebraciones, la peña rinde homenaje a Félix Rodríguez, que, como lo califican algunos escritores como Paco Aguado o Domingo Delgado de la Cámara, fue un gran torero maldito. «Nació en 1905 en Marqués de la Hermida número 4. Su padre era ferroviario y de pequeño se fue a Madrid. A los doce años llegó a Valencia y ahí surgieron sus inquietudes taurinas». Valenciano para algunos, santanderino para casi todos, Félix compagino tauromaquia y estudios hasta que, aupado por personajes de la capital del Turia como Ruano Llopis, debutó en el coso de la Calle de Játiva. «El pintor le siguió durante toda su carrera, de ahí surgieron sus famosos apuntes», especifica Javier, que además añade que el cántabro era un matador «que dominaba todos los tercios. «Eso decían los que toreaban con él. Que era el mejor». Una carrera «muy corta», frustrada por una enfermedad que derivó en su muerte en 1943. Como homenaje, sus compañeros le hicieron un festival y, años después, Santander le dedicó una estatua (que está en frente del coso de Cuatro Caminos), una placa en su casa de nacimiento y una calle.
Con 150 socios y un local propio que cuenta con bar, la actividad es frenética, no sólo durante la feria, sino durante todo el año. «Inicialmente se organizaron muchas becerradas y, en los últimos años, aunque estamos intentando retomarlo en colaboración con la Asociación Taurina de Cantabria, nos centramos más en excursiones a ganaderías, en organizar visitas de toreros, charlas y en reunir a los aficionados para ver todas las retransmisiones que se emiten en TV en pantalla gigante», reconoce Javier, que además sonríe al pensar en que, poco a poco, «hay renovación de juventud. «El socio más joven que tenemos tiene seis años».
Y, claro, además de para reunir a socios y visitantes en torno a un festejo taurino, el local de la peña Félix Rodríguez es un auténtico museo. «Lo que más aprecio es el libro de firmas antiguo, que tiene verdaderas joyas. Están los Bienvenida, el Niño de la Palma, Paquirri, Antonio Ordoñe, Jaime Ostos... De los años 50 para acá casi todos los toreros tienen su firma». Además, cuentan con dos cabezas de toros de Miura matados por el propio Félix y por Machaquito en los años 1928 y 1929, libros de Don Quijote, uno de los críticos taurinos más importantes del siglo XX, dos espadas originales del torero santanderino donadas por Santiago López y dos carteles originales de Ruano Llopis pegados en cumen de los años 1929 y 1931.
Los que pasen estos días por Cuatro Caminos tienen parada obligada en el local de una peña que ha sabido cuidar la tradición con esmero y que, en poco tiempo, tendrá que empezar a preparar su centenario. Que, claro está, tendrá que celebrarlo como la ocasión lo merece.
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