Borrar
Emilio de Justo durante una actuación en la plaza de toros de Badajoz. EFE
Emilio de Justo: «La madurez ayuda a tomar decisiones, pero es el público el que decide y juzga»

Emilio de Justo: «La madurez ayuda a tomar decisiones, pero es el público el que decide y juzga»

Figura tardía, torero de aficionados y forjado en reses complicadas, el matador de Torrejoncillo se ha ganado a pulso el cariño de los seguidores

Borja Cavia

Santander

Lunes, 22 de julio 2024, 02:00

A Emilio de Justo (Torrejoncillo, 16 de febrero de 1983), nadie le ha regalado nada. Con una carrera forjada a fuego, a golpe de corrida dura, el cacereño es uno de los fijos en todas las ferias del curso.

–Viene de indultar un toro de Juan Pedro en Burgos y de salir a hombros en Pamplona. Llega a Santander en un momento pletórico.

–Sí, la verdad es que, gracias a Dios, están saliendo las cosas muy bien. Estoy disfrutando mucho del toro y eso se refleja en la plaza. Esperemos que en Santander, una plaza en la que en estos años también me he encontrado muy a gusto, siga esa buena racha.

–En Pamplona el ruido es ensordecedor. ¿Es consciente de si está llegando o no la faena a los tendidos?

–Es una plaza con una personalidad muy especial. Todos sabemos que Pamplona, su ambiente y su forma de concebir la fiesta es muy personal. Y yo creo que lo más importante es que un torero sea capaz de concentrarse en un ambiente tan ruidoso y se ponga a torear como sabe. Para mí es una tarde importante porque en todo momento fui yo mismo. No me tuve que salir de mis cánones ni de mis formas. El público de Pamplona es entendido y sabe lo que está viendo. Y lo importante es meterse totalmente en tu papel como torero y expresar lo que sientes. Porque yo creo que, si eres capaz de conseguirlo, al final la recompensa llega.

–¿Qué ha supuesto Francia y el mundo del toro en Francia dentro de su carrera?

–Francia para mí ha sido clave, porque durante unos años mi carrera estaba en una situación durísima en la que no toreaba prácticamente nada. Y estaba prácticamente relegado a torear en algunos pueblos de la provincia de Extremadura. Fue cuando llegué a Francia en el año 2016, a Orthez, en una corrida del Hoyo de la Gitana con la que conseguí triunfar. Y luego en la siguiente, en Mont de Marsan, una de Victorino en la que también pude triunfar. Esas dos corridas fueron, digamos, un trampolín y fueron mi escaparate para empezar a entrar en muchas ferias allí en el suroeste. Cada vez que voy a Francia tengo presente eso, estoy muy agradecido a toda esa afición taurina.

–¿Es más fácil llegar a ser figura del toreo a nivel mental, se gestiona mejor, cuando se tiene una madurez?

–La madurez yo creo que es importante porque te hace ver las cosas desde un prisma mucho más sereno, más realista que cuando a lo mejor eres muy, muy joven y no tienes esa preparación y esa madurez mental. La madurez ayuda, pero luego yo creo que, a la hora de consagrarte como torero o de llegar a las metas que tú quieres, todo el mundo juega con las mismas cartas. Al final el público es el que decide y el que te juzga.

–Después de lo ocurrido en Madrid en ese festejo de los seis toros. ¿Qué cree que cuesta más gestionar, el daño psíquico o el daño físico?

–Yo creo que va unido, porque cuando un toro te coge de esa manera y te produce una desesperanza tan grave y te tiene tanto tiempo apartado y tanto tiempo inmovilizado físicamente, estás roto totalmente, pero eso te afecta mucho a la mente también. Ahí entra mucho también la vocación, la pasión y la afición que tienes por tu profesión. Porque es verdad que superar cosas así tanto mental como físicamente es muy difícil. Tienes una larga rehabilitación para volverte a poner bien, reapareces sin estar todavía al cien por cien y volver a coger todo eso realmente te diría que solamente los toreros son capaces de hacerlo.

–En septiembre se va a vivir un acontecimiento histórico, se va a encerrar con seis toros de Victorino Martín en Valladolid. ¿Es en parte una manera de quitarse la espinita también de lo de Madrid?

–No, no, porque si quisiera quitarme esa espina lo haría en Madrid. Yo creo que lo hago porque Valladolid es una plaza que me ha dado muchas cosas bonitas desde que debuté como torero en el 2018. Y luego que es una plaza que la siento muy mía, de una personalidad y una forma de ver el toreo que concuerda mucho con lo que yo también siento como torero. Tenía ganas de hacer algo importante y de que fuera en Valladolid.

Beziers, 1983

Sebastián Castella

Veterano con ambición de recién llegado La carrera de Sebastián se asemeja a la de un genio, un torero entregado a una mentalidad itinerante que de vez en cuando cruza la orilla para dar un golpe de genio. Francés en el Guadalquivir, el de Beziers es un torero de grandes tardes, un joven veterano que pinta, torea y se expresa con el sentir del diferente. Santander es una de sus plazas fetiche, la que le impulsó en los albores del siglo XXI.

Torrejoncillo, 1983

Emilio de Justo

La zurda que nunca pierde sus principios Hay toreros de aficionados, a los que les cuesta llegar al gran público porque defienden el rito a capa y espada. A Emilio de Justo el éxito le ha tardado en llegar, pero lo ha conseguido a base de fidelidad a unos principios y a ejercer el derecho a ser torero día y noche. Una zurda privilegiada, curtida en mil batallas, que ahora disfruta de la amable exigencia de un público nunca satisfecho.

Jerez, 1997

Ginés Marín

Una espada para dominarlos a todos Ginés es torero, pero sobre todo es matador de toros. Cañonero de garantías, nacido en Jerez y criado en Badajoz, para el pacense Santander es un plaza especial, en la que triunfó hace seis años ante seis toros y en la que la afición le tiene un cariño especial. Marín maneja ambas manos con soltura, aunque vive una temporada ayuna de triunfos y en la que necesita dar un paso adelante para triunfar.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Emilio de Justo: «La madurez ayuda a tomar decisiones, pero es el público el que decide y juzga»