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Lucas Carreras
Santander
Sábado, 20 de julio 2024, 21:41
Lo primero que llama la atención es que todos se conocen. Los que pelean por llevarse el balón de rugby sobre la arena, los que le dan pelotazos con la pala al que tienen en frente y los que se lanzan al agua. Se conocen, ... pero no es como un día cualquiera. Es una fiesta. Tanto, que su deporte –el motivo por el que, precisamente, se conocen– está incluido en el programa de la Semana Grande. Y nada menos que en el primer día completo de actividad. El sábado. Un sábado de fiesta deportiva. Porque este año la agenda se estrenó con ejercicio. El maratón de palas en la playa del Camello (doce horas seguidas), el Torneo Internacional de Rugby playa y la Travesía a Nado de los Bomberos de Santander. Tres deportes, además, con mucho arraigo en el verano de la ciudad (por el hecho, más que nada, de tener la playa como protagonista).
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Luis Palomeque
La jornada comenzó a las nueva. El torneo de palas estaba organizado por la Asociación Deportiva de Palas de la Playa del Camello. El cielo nublado no supuso problema alguno para los participantes, que desde primera hora ya estaban calentando las muñecas para acompañar la música de los altavoces con el sonido de la pala al impactar la bola. El día arrancó oscuro, pero algunos rayos de sol ocasionales daban la esperanza a los palistas de un cielo despejado. Aún así, algunos valientes ya aprovechaban los descansos entre turnos para darse un baño bien temprano. La música de los altavoces era el ingrediente que dotaba de carácter festivo a la exhibición. Los comentarios del 'speaker' no se quedaban atrás. Lo comentaba todo. Desde los errores de los menos afortunados hasta la vestimenta de alguno de los participantes –con los que parecía, claramente, tener confianza–.
El ambiente familiar era palpable y las bromas y gestos de complicidad entre los participantes, prueba de ello. «Nos conocemos todos», confirmaba Pepa, una de las organizadoras. Y es que jugar a las palas en Santander une. Uno de los participantes comentaba que viene «todos los años». Pepa no para de trabajar, poniendo las acreditaciones a los participantes y entregando las cantimploras que la organización regala a los palistas. Aun así, sacó un rato «para jugar un poco».
De allí a Gamazo. Más deporte. Los bomberos ultimaban los preparativos para la salida de los nadadores. Los primeros, los de la travesía de 300 metros. La más corta. Porque había otras dos. Una desde Molinucos (4.800 metros) y otra desde Bikinis (de 1.500). El ambiente festivo reinaba en los momentos previos a la salida, con música y –otra vez– un 'speaker' animando al personal. Todo a punto. Las condiciones para el baño (y para nadar) no podían ser mejores. Finalmente el sol se había impuesto a las nubes y la temperatura del agua, según el comentarista, era «óptima». Los participantes iban a agradecer el chapuzón. Fuera del agua, puestos para comprar llaveros, botellines y camisetas. Hasta sacapuntas (todo relacionado con los bomberos). Y otro con avituallamiento que esperaba a los competidores al final de la travesía. Los familiares animaban sin descanso a los nadadores, y en el momento que llegaban a tierra los ánimos se multiplicaban. «El año que viene nos comprometemos a hacer la de 1.500», comentaban algunos de los que menos habían nadado.
Y mientras unos daban brazadas, en la Segunda otros le dan ya al rugby playa en el torneo organizado por el club Sotileza.
A la competición acudieron equipos de Francia, Italia y de todas partes de España. La mañana, para cuando estaban metidos en faena, estaba libre de nubes. De hecho, el calor acechaba a los competidores. Aún así, lo dieron todo sobre la arena. Igual que en las demás exhibiciones, la música y –sí, otra vez– el 'speaker' ponían la nota desenfadada. Y también la barra, en la que servían bebidas de todo tipo rodeada de los participantes.
El toque curioso lo puso la 'kiss cam' (la cámara del beso). Los jugadores la evitaban, aunque alguno acabó accediendo. Pero lo ameno del ambiente no es incompatible con la competición. Segun Pablo, uno de los organizadores y participante del torneo, «hay mucho nivel». «Suele haber gente de División de Honor, incluso jugadores de categorías inferiores de la selección»,
Mientras sonaba Extremoduro o C Tangana, los jugadores que se estaban descansando alentaban cada lance. Tan metidos estaban en el partido que parecía que andaban jugando. Los piques y vaciles, parte de la competición, son frecuentes, y a pesar de que en ocasiones parezca que van a llegar a más, siempre prima el compañerismo. Tal y como contaba uno de los jugadores «muchos se conocen de las ligas del norte. Al final nos conocemos todos, más o menos».
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