«La gente está con ganas de ferias»

«El viernes hubo más afluencia de gente porque era el primer día y todos están con muchas ganas de ferias. Hoy –por ayer– ya se ha ido relajando la cosa progresivamente, pero los que vienen llevan dos años sin poder hacerlo, así que vienen con ganas». Julio Jimeno, feriante, explica así la recepción que han tenido las ferias de Santander, las primeras tras la pandemia. Las colas de acceso durante las jornadas del viernes y el sábado echaron para atrás a muchos de los que se acercaron al recinto ferial. Según explica Eva Ruiz, controladora del perímetro, el aforo se completó del todo el primer día. A pesar de las seis entradas habilitadas, «se formaron colas muy largas, pero todo está controlado y se respetan las medidas. Una pantalla cuenta las personas que entran y salen».

Muchos padres acompañaron ayer a sus hijos. «La única diferencia que noto respecto a otros años es el aforo. Por lo demás todo igual, las medidas se respetan bien», señaló una madre al pie de una atracción.

Aparte del entusiasmo de muchos, hubo escépticos reticentes a entrar. Natalia, vecina de Santander, relata que se acercó a «dar una vuelta para ver cómo estaba la cosa», pero al observar la longitud de las colas, no estaba segura de si entraría para «no juntarse con tanta gente».

Miguel, otro vecino, se alegra de que vuelvan este tipo de negocios, que suponen una fuente de ingresos «importante» para los que viven de ello. Añade que, en cuanto a la organización, «en vez de contratar a tanta gente que simplemente vigila la entrada, deberían optar por menos personas pero más cualificadas para controlar mejor el aforo y el uso de mascarillas».

Además de la zona ferial, repite otro año más el mercado localizado junto a uno de los fondos de los Campos de Sport de El Sardinero, que cuenta con su propio aforo y medidas de desinfección y toma de temperatura.

La alcaldesa de Santander, Gema Igual, acudió en la jornada de ayer a visitar y supervisar las ferias y las medidas establecidas. Pidió especial colaboración a los propietarios de las atracciones en cuanto al cumplimiento de los protocolos, para garantizar la máxima seguridad en el recinto. Igual reconoció además el trabajo de las empresas para respetar la normativa y recordó que «de la responsabilidad de todos dependerá la actividad de estas empresas que, en la mayoría de los casos, llevan cerca de dos años sin facturar y que los ciudadanos puedan volver a disfrutar del recinto de ocio con garantías». Asimismo, animó a los ciudadanos a contribuir al correcto funcionamiento de las ferias, siguiendo «escrupulosamente» las medidas de seguridad.

Pese a todo, y como en otros muchos lugares en los que el número de personas está controlado y existen unas rigurosas medidas de seguridad, también hubo quien no fue tan respetuoso. Sólo había que fijarse en las colas que se formaban tanto para acceder al recinto ferial como para poder subirse en las diferentes atracciones. Eso sí, en lo que la gente fue especialmente cuidadosa fue en el uso de la mascarilla. De hecho, era raro ver a alguien sin ella o que la tuviera mal colocada. Y por si a alguno se le 'olvidaba', siempre aparecía algún controlador para recordárselo.

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