Secciones
Servicios
Destacamos
«Me voy y quiero despedirme de mi gente. La que me quiere y a la que quiero». Kankel, 47 años como corralero en Cuatro Caminos –su casa–, y 60 ligado al coso en cuerpo y alma, vivirá hoy su última Feria de Santiago. Se ... quita, en términos taurinos, y lo hace con lágrimas. Contagiosas, pues los que le quieren son legión. No es para menos.
En su particular santuario del patio de caballos –es un santuario, no un museo– confiesa que lleva noches sin dormir. Dándole vueltas a una decisión tomada hace ya unas semanas. Pero se va con el honor de ser el corralero más antiguo del país. Con unos meses de ventaja sobre el popular Florito, su colega de Las Ventas. Y, hasta hoy, el empleado más antiguo de la plaza. Su plaza.
Kankel llevaba toda la feria serio. No era esa persona siempre sonriente. Policías, médicos, veterinarios, periodistas... Le preguntaban y él se lo tragaba. Esperaba al último día. Se va y sin más. Sin motivos aparentes. Con 62 años cumplidos y jubilado de la empresa en la que trabajaba, Cementerio Jardín. En su mente, recuerdos y agradecimientos. A la nueva sociedad, Lances de futuro. Y a su público, al que ha hecho disfrutar con su arte al manejar los cabestros y devolver a los chiqueros toros desechados por la presidencia. De los malos recuerdos no quiere acordarse. Sólo de de su amistad con los toreros, de Joselito (al que admira) o de esa legión de amigos.
Hoy, seguro, alguien gritará desde los tendidos «¡Adiós torero!». Y fluirán lágrimas. Las suyas y las de los demás.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.