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Dice que ha encontrado el equilibrio para escribir, para componer, para disfrutar de la familia y de los amigos, para dedicarle tiempo a su bebé –Andy, su tercer hijo–, para sudar con la mudanza de su nueva casa en Santander... Y también para abordar una « ... muy especial» gira de 25 conciertos para celebrar sus 25 años de trayectoria grupal en la música entre La Fuga y La Contrabanda que mañana, sábado, hace parada en la Campa de La Magdalena (23.00 horas). Con ella al fondo, paseando por el Sardinero, el músico cántabro Raúl Gutiérrez, Rulo, comparte la idiosincrasia de esa mirada atrás y las claves de ese equilibrio que también cree que caracteriza la relación entre ambas etapas de su trayectoria.
–Tocar en casa, en La Magdalena, en la Semana Grande... Supongo que sea difícil encontrar más atractivos motivantes para un concierto.
–Pues sí, la expectativa es máxima para mí. Se me revuelven las tripas con todas las noches mágicas que estamos acumulando en esta gira de celebración, así que al hablar de esta mirada hacia atrás sólo puedo hacerlo con gratitud. Es increíble volver a la Campa, uno de los sitios más bonitos donde puedes tocar;cuando lo hice por primera vez pensé que iba a ser la única... Creo que los cántabros somos muy conscientes de lo privilegiados que somos al tener un marco así, y cuando viene alguien de fuera a tocar, siempre lo destaca. Por ejemplo, el mismo Alejandro Sanz, que dijo que era uno de los sitios más impresionantes en los que había actuado nunca. Y mira que habrá estado en sitios espectaculares. En los conciertos hay tres ingredientes que pueden hacerlo especial: el público y la predisposición que tiene; que la banda proyecte una cosa mágica hacia abajo; y el lugar, que es importantísimo. Y en el de mañana estoy seguro de que van a confluir todos estos factores.
–¿Le da vértigo mirar hacia atrás?
–Esta gira me ha obligado, afortunadamente, a mirar hacia atrás, cosa que no hago casi nunca porque siempre estoy con la mirada puesta en el siguiente proyecto. Y digo afortunadamente porque vivimos tan deprisa que no tenemos tiempo de hacerlo. Revisitar canciones que hace mucho tiempo que compuse y que hace tanto que no canto está siendo balsámico, muy bonito, y me está dando la oportunidad de agradecer lo que he vivido en estos 25 años y lo que me ha dado la música, que es todo: en lo personal, lo espiritual, conocer gente y lugares increíbles... El primer sueño, cuando empezamos a tocar de chavales en Reinosa, era grabar un disco. Y mira todo lo que ha pasado desde entonces: ya van catorce...
–¿Con qué se quedaría?
–Con la gente que he conocido. Y no solo me refiero a acabar siendo amigo de algunos de mis ídolos, sino de gente que no es para nada popular o famosa. Llegar a una ciudad y saber que tengo una cama donde quedarme, una buena conversación y una botella de vino, es insuperable.
–Y supongo que no me equivoco al prever que el peor momento de estos 25 años fue la separación de La Fuga.
–Es el gran bache, el agujero negro, porque de esos 25 años en uno de ellos las pasé canutas. Solo la gente que estaba a mi lado, los más allegados, saben lo mal que lo pasé. Pero, por otra parte, le perdí mucho miedo a los cambios. Todo mi entorno me decía que me quedase en La Fuga, que no me marchara, pero en todos los aspectos de la vida tienes que buscar el lugar y la gente con la que estés bien y, aunque los cambios son duros, me alegro de haber dado ese paso. Las reinvenciones son complicadas, en lo musical, en lo personal, pero tienes que seguir los dictados del corazón y buscar estar bien. Ahora llevo doce años ya con La Contrabanda, casi los mismos que con La Fuga, y han sido maravillosos, pero si esto se empezara a torcer en lo personal, algo que puede pasar con el desgaste que conlleva, no pasaría nada, no me daría tanto vértigo como me dio antes porque ya le he perdido el miedo a los cambios. Es la principal lección que aprendí. Y hablo de lo musical y de lo personal.
–Será difícil resumir 25 años en un concierto. ¿Cómo ha configurado el repertorio de esta gira?
–Es difícil, cuesta mucho, mucho. Tocamos 23 canciones –aunque en Santander habrá algo especial– y en mis dos etapas grupales he compuesto ciento y pico canciones, por lo que estoy descartando cuatro por cada una con la que me quedo. El baremo ha sido elegir las que creemos que quiere la gente que toquemos, las más populares de los dos proyectos, nos apetecía dar ese gusto al público, que los conciertos sean una fiesta en la que, si eres seguidor de mi carrera, vas a conocer todos los temas.
–Hay artistas que reniegan de sus grandes éxitos porque suponen regresar al pasado, a una etapa ya dejada atrás, cuando están enfocados en el presente y el futuro, en los temas más recientes. ¿Le sucede esto?
–Este debate existe, la última canción que has creado es la que te gusta más, es normal que pase, pero yo soy tipo Serrat, que dice que jamás se cansa de cantar 'Mediterráneo'. En mi caso, la canción que más he tocado en mi vida es 'P'aquí p'allá'. La compuse en 1999, no he dejado de cantarla con La Contrabanda, no me cansa interpretarla una y otra vez y hoy en día la siento aún muy vigente en mi vida; es nuestro leitmotiv, donde estamos siempre, yendo, viniendo... Me encanta ver cómo la gente la ha hecho suya, es un himno para ellos.
–Al margen de la citada 'P'aquí p'allá', 'Por verte sonreír' y algún otro guiño más, en las giras con La Contrabanda ha interpretado con cuentagotas temas de La Fuga. ¿Cómo se siente al volver a tocarlos?
–Me gusta revisitarlos, redescubrirlos tanto tiempo después, creo que no han envejecido mal. Son muy pocas las canciones que no me veo cantándolas ahora con 42 años, apenas tres o cuatro. Con toda la sinceridad del mundo, si yo me hubiera ido en solitario y hubiese canciones que se hubieran mantenido en el set list por cabezonería mía y no porque el público me las pidiese, sería distinto. Al fin y al cabo son temas que he compuesto yo, no son de otro con el que terminaste mal, así que no me supone ningún malestar o bajón interpretarlos. Me apetecía mucho hacer esta gira.
–¿Conviven bien las dos etapas?
–Pienso que sí, se ha ido creando un equilibrio que me gusta. Siento alegría por volver a tocar canciones antiguas que hacía mucho que no tocaba, ninguna apatía por tocar las que toco siempre y, además, siento que todas tienen como una coherencia total. Me siento un compositor vigente, porque puedo tocar un tema que compuse hace 25 años y sentirle vivo, y también uno nuevo, como sucede con 'Dentro de una canción', que ha surgido ahora. En una gira sin disco ha salido encima una canción nueva, sin forzarla, que habla de todo lo significa para mí este mundo de la música.
–Después de dos años de pandemia sin apenas conciertos o con recitales ante pequeños aforos, ¿cómo está siendo el reencuentro con un público de masas, el poder ver la cara de nuevo a sus fans?
–Me cuestioné: ¿qué siento que le apetece al público ahora? ¿Qué me apetece a mí? Hace un año o dos queríamos caricia, sentirnos menos solos de lo que nos sentíamos, tener menos miedo, necesitábamos complicidad, calor... Y ahora buscamos descomprimir, cada uno lo está haciendo a su manera y algunos incluso de una forma alocada. Yo sentía que necesitaba llegar cansado al hotel, con una sacudida, y sentía que esta gira debía ser así. Estamos haciendo recintos grandes donde la gente está botando después de haberlo pasado fatal, es el momento de 'emocióname un poco pero sacúdeme mucho'. Es lo que me dice la gente y lo que quiero yo como músico y como público cuando voy a ver un concierto. La música es emoción, es recuerdo y es diversión y ahora mostramos la parte más enérgica de la banda, mañana vamos a botar y sudar todos. Luego ya llegará el invierno...
–Y después de esta gira, ¿qué?
–La pandemia me prohibió hacer planes y me obligó a improvisar, que también me encanta. Si todo sigue igual y no hay imprevistos sanitarios, mi idea el próximo año es tocar sólo en América, publicar una novela en primavera y el nuevo disco en otoño.
–¿Se va a atrever entonces con una novela?
–Pues sí, he sacado mis librillos, –en referencia a la biografía 'Tres acordes y la verdad' trazada con la periodista África Egido y a la colección de aforismos, reflexiones y poemas 'Vértigos y norias'–, me lancé a ser articulista en El Diario Montañés, pero una novela son palabras mayores. Nunca quiero publicar nada con mi nombre, ya sea música o literatura, que me saque los colores, y hasta ahora no me había atrevido con la novela, pero me he convencido de afrontar este reto. La verdad es que le estoy poniendo muchas horas de trabajo y considero que ya está bastante encaminada. La idea es publicarla en abril del próximo año.
–Y del nuevo disco, ¿qué nos puede contar?
–Ya he grabado la primera mitad con Paco Salazar en la producción y la segunda mitad la haré en el estudio de Lenny Kravitz en las Bahamas, con Craig Ross, su guitarrista. Es la primera vez que grabo un disco en dos tandas. La previsión es publicarlo en octubre de 2023.
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