Perera suma otro indulto histórico en Cuatro Caminos
Hurón ·
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El quinto de la tarde, del hierro de La Quinta, fue una máquina de embestir al que no se le vio la bravura en el caballoH urón, cárdeno oscuro, herrado con el número 48, nacido en octubre del 2017 y perteneciente al hierro de La Quinta es el segundo toro que se indulta en la Plaza de Toros de Cuatro Caminos, inaugurada en 1890. Al primero le perdonó la vida ... El Cid, hace ahora seis años. El cuatreño de ayer, una máquina de embestir, pero no para salir del coso santanderino completamente curado camino de la finca 'Fuente La Higuera' de Córdoba, propiedad de un ayer radiante Álvaro Martínez Conradi, cayó en manos de Miguel Ángel Perera que, un año más, se postula como máximo aspirante al triunfador de la Feria de Santiago. ¿Y por qué no fue merecedor del indulto Hurón? Pues porque su bravura no quedó certificada en el caballo. Con un solo puyazo, y no muy profundo, no se salva la vida a un toro, por extraordinario que resulte después en el último tercio. El público lo pidió con fuerza, cierto, y el usía se resistió por dos veces, pero a la tercera claudicó y sacó el pañuelo naranja. Me imagino al admirado y querido Fernando Fernández, quizás el mejor presidente que ha tenido nuestra plaza, ante tal tesitura.Como con aquel Bañuelos –bastante mejor que Hurón– en el que en pie, en el palco, ordenó a Daniel Luque utilizar la espada. Le pitaron, pero él se mantuvo en sus trece, como debe ser.
Hurón se corrió en quinto lugar y Perera salió, como se vio en los capotazos de recibo, a por la puerta grande. Llevaba ya una oreja del primero de su lote. Y la de Santander es una de sus plazas talismán. Lo dejó poco picado Miguel Ángel que volvió a quitar a pies juntos para deleite del público.
Última de Feria Tarde soleada. Tres cuartos de entrada.
Toros Seis de La Quinta, bien presentados, y parejos. Desiguales de juego. Indultado el 5º y aplaudid el 4º.
Antonio Ferrera Dos pinchazos, estocada desprendida, aplausos. Metisaca, estocada caída y tendida, y varios golpes de verduguillo, ovación.
M. Á. Perera Estocada, oreja. Dos orejas y rabo simbólicos.
José Garrido Dos pinchazos, dos descabellos, silencio. Metisaca, pinchazo, estocada, ovación.
Le gustó a Perera su oponente y brindó por segunda vez al respetable. Inició la faena con sus habituales pases por detrás. Poderosa y templadísima la primera tanda en redondo. Citando de lejos y bajando mucho la mano. El toro era una máquina de embestir y Perera una fábrica de mando y torería. Faena variada por los dos pitones, con improvisaciones inimaginables que, en cada tanda, iban arrancando olés más profundos. Muletazos largos, lentísimos, citando desde lejos. Una faena de gran calado, la mejor de la Feria.
Cogió Perera la espada de verdad y comenzó a pedirse un indulto, a todas luces no merecido. Insistió el público, haciéndose más extensiva la petición y el torero se dejó llevar. Volvió a la diestra y pases y más pases, pendiente de la decisión del presidente. Finalmente José Javier Plaza, tragó y sacó el pañuelo naranja. Dos orejas y rabo simbólicos.
El primero de Perera salió distraído. Muy en el tipo, bien hecho. Buenos fueron los capotazos de recibo. Y una sola vara para evitar sobresaltos. Espectacular quite a pies juntos en el centro del ruedo, trayendo desde lejos al morlaco. La primera serie con la derecha a pies juntos, en un palmo de terreno, calentó los tendidos. Muy ceñidos los muletazos que le siguieron. Por el pitón izquierdo le dio más problemas al extremeño. Aunque insistió hasta sacarle varios pases sin terminar de ligar. Perdió el gas pronto el de La Quinta y Perera recurrió a los circulares por detrás, siempre socorridos y agradecidos por el respetable. Estocada arriba, petición y oreja.
Ferrera, de blanco y oro, con su capote de color verde, recibió al primero en el tercio con una serie de verónicas que cerró con una bonita media. El cárdeno empujó bien al caballo y el diestro pidió el cambio. Demasiado crudo quizás.
La primera tanda en redondo pareció el preludio de una faena de orejas. Lenta fue la segunda, por donde insistió con la derecha. El de La Quinta soltaba tornillazos con el pitón izquierdo y ligar los pases fue una misión imposible.
Silencio absoluto a la hora de la suerte suprema, sólo quebrada por el grito de las gaviotas. Pinchó arriba y se cortó la ceja con la espada (herida de cuatro centímetros que necesitó sutura). Mató a la tercera de una estocada desprendida. Lo levantó el subalterno y volvió a echarse. Silencio.
El cuarto, segundo de Ferrera, apretó en varas. Manseó desde el principio el de La Quinta y sólo con la muleta en la diestra Ferrera pudo meterlo en la canasta. Pases a cuenta dientes y una serie que caló en el público junto a toriles, la puerta que siempre buscó el toro. Entró a matar al paso y tras un metisaca y una estocada muy defectuosa de colocación, se eternizó con el verduguillo.
A Garrido le tocó apechugar con el peor lote. El tercero manseó y tuvo peligro en la muleta, pero a base de insistir logró meterlo en la canasta. Pundonor a raudales para al final, conseguir unos pases de mucho mérito por naturales. Con el último, nada. Por debajo de un toro muy exigente.
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