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ALFREDO CASAS
Martes, 24 de julio 2018, 07:11
Para quienes tenemos el deber profesional de conocer al dedillo los distintos escalafones taurinos, la irrupción de Javier Cortés en el devenir de la presente temporada no ha supuesto ninguna sorpresa. Largo ha sido el camino de este selecto y minoritario torero madrileño que, sabedor de que el momento llegaría, aguardaba paciente su oportunidad. Anunciado en Madrid dos tardes, Javier Cortés conmovió unánimemente a la cátedra venteña. Por fin el desgarro y la autenticidad de su refinada tauromaquia, unida a su heroica entrega, permitió que su nombre comenzara a sonar más allá de los pasillos de la Monumental venteña. Buena prueba de ello es su presencia esta tarde en la primera corrida de a pie de la feria de Santiago.
-Sin duda supuso un punto de inflexión. Es tan simple de explicar como que pasé de no tener prácticamente contratos a comenzar la presente temporada viéndome anunciado dos tardes en Madrid. Y no dos tardes cualesquiera, se trataba de la goyesca del 2 de mayo y un festejo de la feria de San Isidro. Además, pese a no cortar trofeos aquella tarde, un jurado popular me distinguió como el triunfador de los desafíos ganaderos. Es importante que los aficionados que pasaron por taquilla, que son a los que realmente hay que convencer, destacaran mi actuación en la que considero mi plaza.
-Claro que pesó, pero mucho más pesaba echar la vista atrás y acordarme de cuando mis temporadas simplemente no empezaban o lo hacían en alguna fecha perdida del mes de septiembre. Fue una tarde especial. Para los toreros de Madrid, vernos anunciados en la goyesca del 2 de mayo es un sueño. Desde que me desperté fue un día grande. Añada a ello que con mi segundo tuve la fortuna de sentir emociones que en mi vida olvidaré. Cierto es que acabé en la enfermería y que el presidente se negó a conceder la segunda oreja, pero según me contaron, el público la pidió con muchísima fuerza. Y, vuelvo a repetir, el público es quien manda.
-Bastante más de lo esperado. La verdad es que la recuperación fue dura... ¡y dolorosa! La cosa se complicó porque la cornada afectó al nervio ciático. La verdad es que llegué a Madrid sin estar recuperado al cien por cien, los dolores continuaban afectando a la pierna. Pero tenía una gran fe en la corrida de Rehuelga. En la feria de 2017 echó toros muy importantes. Después ya sabe lo que pasó: devolvieron uno de mis toros y echaron un sobrero de Marca que fue... ¡un cabrón! Habrá sido uno de los toros más duros que han salido este año en Madrid. ¡Y vuelta a la enfermería! Reconozco que, desde el primer instante, fui consciente de que me iba a echar mano. Intenté lo que estuvo en mi mano, pero nuevamente terminé pagando con sangre mi entrega. Pero así es mi camino.
-¡Para nada! Rotundamente no. Es verdad que tres tarde en Madrid pesan mucho, pero me veía bien y no lo dudé un solo instante. Además, el cartel era muy atractivo y tenía ganas de quitarme la espina del día de San Isidro. El toro de Marca me dejó un agrio sabor de boca y necesitaba regresar para puntuar en mi plaza. Luego, las cosas no salieron mal, pero tampoco redondas. Volví a encontrarme con un presidente que se negó a concederme una oreja unánimemente demandada por el público.
-La verdad es que no, para qué le voy a engañar. En Teruel me volvió a pasar lo mismo. Menos mal que el otro día en Ceret, el presidente no tuvo reparos en sacar el pañuelo blanco. El Reglamento Taurino es muy claro: la primera oreja es potestad del público. Lo que sí me sorprende es que un mismo presidente tenga diferentes criterios según el día ¡o el cartel! Alguno hay que unos días parece el doctor Jekyll y otros míster Hyde. Más que para reírse, es para preocuparse.
-Buena prueba de ello es que esta tarde toreo en Santander. Aunque, a fuerza de ser sincero, menos de lo esperado. Sirvió, pero menos. Pero ya le digo que, para sentirme afortunado, nada más tengo que echar la vista atrás y verme sentado en mi casa. Aunque la recompensa no fue la esperada, para mí ya es mucho. Quedan compromisos por delante y en mis manos está seguir convenciendo al público y a los empresarios. Si me visto de torero es para seguir sumando. No hay que tener prisas, ni hacer las cosas de cualquier manera.
-Un torero joven, que a pesar de llevar mucho tiempo luchando, soy una cara nueva para el gran público. Soy un torero que respeto mi profesión, que creo en los valores de la tauromaquia y que sé decir que no. Tengo mi camino muy claro y cuando me visto de torero lo hago para jugarme la vida sin trampa ni cartón.
-Lo primero que debo de decir es que la empresa de Santander fue la primera en llamarme tras mi triunfo del 2 de mayo. Algo difícil de olvidar. Además, ya de novillero actué en Cuatro Caminos y tengo grandes recuerdos de aquella tarde. Me hace muchísima ilusión regresar a una tierra en la que, por cierto, tengo grandes amigos.
-La verdad es que es un cartel que, desde que se anunció, ha ido revalorizándose y ganando atractivo. Se ofrece en Santander, como podría anunciarse en cualquier plaza del mundo. Pero hay que cantar la valentía de la empresa de Cuatro Caminos; en los actuales tiempos cuesta que una empresa apueste por tres toreros jóvenes que quieren abrirse paso en el toreo. Estoy seguro de que será una tarde en la que ondee la bandera de la verdad. La base de nuestro toreo, cada uno en su concepto y con su personalidad, es la pureza, la naturalidad y el sentido ético del toreo.
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