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Al ritmo de 'La Bachata' de Manuel Turizo, las cerca de cincuenta personas que se mueven frente al Gran Casino del Sardinero captan la atención de santanderinos y turistas. Lo hacen a través de un lenguaje universal. El baile. Bajo el hashtag #Nomevoysinbailar, la compañía ... Latin Dance, en colaboración con los Centros Cívicos del Ayuntamiento (que sacan estos días buena parte de su actividad a la calle), se encarga de organizar clases de bailes de salón al aire libre. Tanto para los habituales durante el año como para aquellos curiosos a los que las fiestas les abre el apetito bailarín. La estampa es la de una ciudad con postales de fiesta por las esquinas.
Los hermanos Calvo, Andrés, Ana y Justo, son, además de los organizadores, los que se encargan de poner el toque divertido y de enseñanza a las clases. Con su actitud y su interacción con los asistentes se respira 'una buena vibra' contagiosa. «Ellos son los que se encargan de dar este espectáculo para la ciudad de Santander. La verdad que ir a sus clases durante el año es súper entretenido y que podamos disfrutar de ellas ahora al aire libre me da un motivo para levantarme del sofá por las tardes», comenta uno de los participantes más mayores.
A pesar de que la actividad suele ser por la tarde, es julio y aprieta el calor. Eso no impide que los bailarines echen el resto. Hasta donde pueden. Alguno tiene que abandonar, agotado, a la media hora ante un gran repertorio de canciones latinas, en su mayoría bachatas, pero también dejando espacio para algo de pop y funk con canciones como 'Sax', de Fleur East.
Este día tocaba Sardinero (se ha celebrado en distintos escenarios y con diferentes compañías) y las personas que salían de la playa poco a poco –la sesión coincidía justo con la hora habitual de vuelta a casa–, se acercaban a mirar qué era lo que estaba sucediendo en la plaza de Italia.
Unos miran con asombro y curiosidad. Los más valientes, aún con la toalla colgada de la cintura y las chanclas puestas, se unen al grupo para tratar de seguir el ritmo –con más intención que ritmo, la verdad, porque se habían perdido las instrucciones previas a la canción ofrecidas por el monitor–.
Durante el año, las clases están divididas por el nivel de los participantes. Es otra cosa. Se va a perfeccionar, a aprender, a mejorar cada semana... Uno se apunta, tiene interés... Lo de estos días está enfocado para todas las edades. En palabras de una de las asistentes «cualquiera que se quiera animar es bien recibido». Pasar un buen rato. «Si hacemos la clase aquí es porque queremos que más gente se de cuenta de lo divertido que puede llegar a ser bailar y siempre se nos unen desde niños muy pequeños hasta ancianos que estaban paseando y se veían atraidos por la música».
Después de una hora de bailes, música y, sobre todo, mucha diversión, los organizadores dan por finalizada la clase entre los aplausos de los asistentes, que, aunque exhaustos, sonríen exultantes. «Bien bailado».
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