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Pedro Fomperosa
Santander
Domingo, 21 de julio 2019, 08:17
El nuevo espectáculo del Circo Quimera, 'Tropical', es un torrente de altibajos que busca ser una «pura fiesta», como lo define su director, Raúl Alegría. Pero en varios momentos esa fiesta se mezcla con un intenso sudor frío. La culpa la tienen varios ... números de riesgo de los que atenazan el cuerpo y empapan al espectador de su propio sudor. Así todo, esto es circo. Del bueno. Y Quimera se esfuerza por superarse un año más con esa mezcla de diversión y acrobacias que ha atrapado al público de Santander durante los últimos ocho veranos.
En el estreno de ayer ya se colgó el 'no hay billetes' en la taquilla del parque de Mesones. Es patente que la Semana Grande ha cogido el gusto a su circo. Quimera ya es parte de ella. Además, siempre ha hablado de Santander y este año ha elegido a uno de sus personajes más ilustres, Vital Alsar, para rendirle tributo. La voz del marinero estará presente en el espectáculo aunque él no haya podrá viajar a Santander ya que vive en Acapulco (México). Pese a todo, Alegría se ha servido de la travesía oceánica para surcar el trópico y subir en su barco a más de veinte artistas internacionales.
Uno de ellos es el brasileño Alex Michael. El carioca sube (sin ayuda de arneses) a 13 metros de altura gracias a la nueva carpa, dos más alta que el año pasado. Una vez ahí arriba el trapecista se sirve de columpios, argollas y la fuerza de todas sus extremidades –incluidos los dedos de los pies– para dejar a los espectadores en vilo durante varios e interminables minutos. Junto a él ha llegado a Santander un número de comba acrobática y otros de fuerza mano a mano, malabares, hombre mástil y antipodismo. Así de variado es el 'casting' del 2019. Todos ellos saldrán a la pista durante 23 tardes seguidas hasta el 11 de agosto. Siempre a las 19.00 horas.
Aun así, probablemente el mayor atractivo de 'Tropical' vuelva a ser el creador: Raúl Alegría. El santanderino parece más ilusionado que ilusionista. En el estreno lucía una sonrisa permanente que unía sus dos orejas. Ha sido más de un año de contrataciones, viajes y papeleo que se concentran en dos horas de espectáculo que resumen las ideas del mago. Este año ha tenido que «amoldar» toda su magia «al estilo tropical», confiesa Alegría. Pero vuelve a sorprender. Puede aparecer en cualquier punto de la carpa. Numerosos premios internacionales lo avalan como uno de los mejores del mundo. «En todos los espectáculos tiene que haber diversión y fiesta, pero también tiene que haber intriga y riesgo», asegura Alegría.
La realidad es que lo consigue, y esa mezcla ofrece un resultado muy interesante. La diversión y la simpatía van a cargo de los payasos Cantaleta y Petunio, dos cubanos residentes en Maimi. Ellos son los responsables de cumplir las expectativas de los más pequeños. De ilusionarlos. «Nuestro papel es rebajar las tensiones del resto de números», asegura Cantaleta, que tiene una gracia particular que traspasa el maquillaje. A su lado, Petunio le hace la comparsa y añade: «Nosotros traemos la cubanidad del trópico», que debe ser algo que se ha inventado él mismo, pero que representa esa «sabrosura» que, dicen, les representa por aquella latitud.
Este trópico está ambientado por una antigua fachada cubana, pero hay algo que sitúa más y compacta todos los números, y eso es la música en directo. Este año Quimera ha apostado por una banda cubana –que nunca había salido de la isla– para acompañar cada número con un tema original que marca el tempo. Y es esa banda la que logra lo que busca Alegría: «Que todo el mundo se ponga a bailar».
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