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Una corrida de toros es, en la mayoría de las ocasiones, un acto de generosidad. Lo es por parte de los toros, que buscan la ... gloria de su ganadero dejándose la vida en el albero e, incluso, la supervivencia en caso de bravura extrema. Lo es por parte de los toreros, que también exponen su vida, en este caso en busca de gloria, dinero y, sobre todo, en busca de la satisfacción personal de imponerse a una bestia. Y es un acto de generosidad, sobre todo, por parte de los aficionados, que tarde tras tarde acuden a la plaza en busca de emociones y de ver algo diferente. La de este domingo fue una tarde en la que cosas distintas a las habituales se vieron pocas y en la que, pese a las ganas de aplaudir, el mal juego de los toros cambió expectación por decepción.
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Por chiqueros salieron tres de Domingo Hernández y tres de Garcigrande, ganaderías hermanas que ahora han dividido sus caminos, pero que todavía mantienen animales similares. Tanto monta monta tanto, el encierro fue anovillado, bajo de hechuras y, salvo algún animal que se tapó por la cara, impropio de una plaza como Santander. Quizá si su comportamiento hubiese sido diferente, y no falto de raza, de bravura y fondo, la pobre presentación hubiera quedado en segundo plano. Por no permitir ni siquiera dejaron a los matadores lucirse con la capa de salida.
Ganadería Tres toros de Domingo Hernández (1º, 2º y 3º) y otros tres de Garcigrande (4º, 5º, y 6º). Pobres de presentación, con mejores hechuras el primero y algo más ofensivo de cara el segundo. Mansos, descastados y sin entrega, ninguno se empujó en varas o se empleó en la muleta
El Juli Pinchazo y estocada (ovación con saludos) y cuatro pinchazos y estocada (ovación con saludos).
Miguel Ángel Perera. Estocada caída (oreja) y estocada y dos golpes de descabello (ovación).
Tom´ Rufo Pinchazo y estocada (oreja) y pinchazo y estocada (oreja).
Generoso estuvo Tomás Rufo, que salió en el primero de su lote a comerse la plaza. Con más corazón que cabeza, el talaverano comenzó de rodillas su faena a un toro manso, que siempre quiso huir hacia tablas y que, cuando el diestro acortó distancias, se defendió con la cabeza alta. Después de que sus compañeros despacharan a sus primeros enemigos sin pena ni gloria, el diestro, persiguiendo el toro, acabó debajo de los tendidos de sol, donde la gente más joven, donde las ganas de aplaudir son mayores y donde varias luquecinas consecutivas, que acabaron en desarme, pusieron al público en pie. En una tarde de generosidad, un pinchazo no impidió que paseara una oreja.
El sexto fue el toro más chico de la corrida, un animal que, como sus hermanos, apenas tocó el peto de picar y que se defendió en banderillas. Rufo, que se encontró un oponente cuya mayor virtud fue la fijeza, dejó los mejores pasajes de la tarde en una serie con la mano zurda y varios muletazos con la diestra en los que corrió la mano sin que el burel rozase la tela, algo que, pese a la floja embestida del toro, no era fácil. Se tiró como un jabato para pinchar primero y lograr posteriormente una estocada que le valió la puerta grande.
Primera puerta grandeVer 20 fotos
Menos generoso estuvo El Juli. No en actitud, sobre todo con el segundo de su lote. Pero sí en resultados. Cierto es que su lote fue deslucido, manso, blando y falto de raza. Y bien cierto es que, en demasiadas tardes durante la temporada, el de Velilla de San Antonio es capaz de exprimir a rivales similares. El Juli no fue el Juli con su ganadería fetiche (valgan tanto un hierro como el otro) y se fue de Cuatro Caminos con dos ovaciones.
Miguel Ángel Perera aterrizaba en Santander con la difícil papeleta de sustituir a Morante. Con el lote que le hubiera correspondido en suerte, el genio de la Puebla se hubiera ido con sonido de viento, mientras que el de Badajoz, más generoso a la hora de buscar la faena, cumplió con su tarea en los dos de su lote. Cumplir, para una figura, es mal síntoma, aunque los dos oponentes que le correspondieron en suerte tampoco le permitieron más que acercar posturas e intentar ganar los trofeos por la vía de las cercanías. Su insistencia le dio una el segundo de la tarde.
De entre los de plata destacaron Andrés Revuelta y Fernando Sánchez, que se desmonteraron en el tercero, y sobre todo Curro Javier, que expuso en el quinto animal para dejar un gran par y saludar montera en mano.
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