Lea Vicens | Rejoneadora

«Los triunfos y las orejas son importantes, pero ahora ya busco más dejar huella»

-Debutó en Santander en 2016. ¿Qué recuerdos tiene de aquella fecha?

-Tengo muy buen recuerdo. Primero, por la ciudad en sí misma, porque es una ciudad que te marca por su belleza, por su alma y por toda la cultura del mar. Luego tengo un recuerdo taurino muy bueno: fui triunfadora del festejo y me dieron premio. Pese a todo, tengo muy mala memoria para las faenas.

-Este año el festejo de rejones cierra la feria. ¿Lo prefiere así o le gusta más abrir el serial?

-Me da igual, lo importante es que esté yo en el cartel. Poco importa el día.

-Siempre se habla de público de rejones y público de a pie. ¿Está de acuerdo en que existe esa división?

-Depende de las plazas y las ciudades. En algunos sitios, sobre todo en los pueblos, acuden a los dos festejos de igual manera. Van igual a una que otra. Pero en algunas ciudades grandes, sí es un público diferente. Hay que tener aficionados para todo, en los festejos de rejones hay quizá más familias y más amantes de los caballos, pero también muchos aficionados al toreo puro que aprecian una faena de arte. Reúne mucha más diversidad y más niños. La juventud muchas veces se inicia con los rejones.

-¿Qué diferencia a un caballo de salida a un caballo que actúa en el tercio de banderillas?

-El de salida tiene que ser un caballo con mucha potencia, mucha velocidad y mucha fuerza, con resistencia. Tenemos que recortar al toro y no puede tener mucha plasticidad porque necesitamos diversas acciones. El de banderillas es un animal mucho más plástico, con elasticidad, con torería, con expresión, con temple, con duende... Son caballos muy diferentes. Muy útiles, pero muy diferentes. Y luego el caballo de matar tiene que ser muy valiente. Al final tenemos que tener una cuadra muy grande. Yo a Santander, por ejemplo, traigo diez caballos.

-¿En qué nombres tienen que fijarse los aficionados que acudan a la plaza?

-Creo que en todos, porque tengo la suerte de tener una cuadra muy hecha a mí porque los he domado todos y los conozco perfectamente. Juntos somos uno, porque he vivido todo su crecimiento. Aparte de eso, muchos están enamorados de Guitarra, que es una yegua muy simpática, muy chiquitita, pero más valiente que todos los machos de la cuadra. Y luego hay figuras del toreo como Diluvio, Aladín... En realidad, casi todos.

-Hay una eterna discusión entre si el deportista nace o se hace. Un caballo, ¿nace o se hace?

-Es igual que un torero. Tienen algo especial, algo en las entrañas que les hace diferentes. Pero si no entrenas, si no lo desarrollas, nunca serás torero. A los caballos les pasa igual.

-¿Está el rejoneo encasillado en el encaste Murube?

-No es que esté encasillado, es que los encastes que se usan para las corridas de rejones son los que sirven. Si echas otro encaste no va a tener temple, no va a tener ritmo la faena ni va a tener galope la faena. Va a ser una defensa, no un ballet.

-Durante la temporada alternar en muchas ocasiones plazas de Primera con portátiles, ¿cambia mucho la mentalidad?

-Sí cambia. Es diferente, pero todo el mundo tiene derecho a ir a los toros y a acceder a la máxima calidad en los carteles. Por eso siempre vamos donde nos llamen, siempre y cuando respeten nuestras condiciones. Si las figuras no van y los pueblos desaparecen, la tauromaquia se queda tocada.

-Número dos del escalafón. ¿Cómo valora la temporada?

-Quizá sea la mejor de mi carrera, de momento. He triunfado en muchas plazas y muy importantes, casi en todas donde he toreado. Hoy en día es importante brillar y cortar orejas, pero lo que busco es más una sabiduría, el dejar huella.

-En los últimos días ha habido polémica por los medios sanitarios usados en Francia en los festejos. ¿Cuál es su opinión al respecto?

-Estoy ajena a todas las polémicas que puedan surgir, no sigo la actualidad taurina. Bajo mi experiencia, las enfermerías en Francia son excelentes. Muchos toreros desgraciadamente han tenido un accidente y el equipo médico siempre ha actuado de la mejor manera. Ahora, que los toreros españoles no quieran curarse en Francia eso no lo sé, será su problema. Estamos en Europa allí, no estamos en el tercer mundo.