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Un grupo de amigos, a partir de una edad, tiene dificultades para formar equipo y ponerse de acuerdo. Viajes, comidas, partidos de pádel… Combinar horarios y gustos siempre es complicado. Por eso, organizar una feria taurina es una tarea titánica en la que cualquier eslabón ... de la empresa tiene que tener clara su tarea. Esa es una de las claves del éxito del Club Taurino 3 Puyazos, que desde hace tres temporadas organiza la Feria del Aficionado cada mes de mayo en San Agustín de Guadalix (Madrid), un reducto de torismo al estilo francés que ha crecido con cada edición.
Una feria gestionada por aficionados es una 'rara avis' dentro del ecosistema español, donde prima la salida a pliego del coso para que las empresas concurran a organizar el ciclo. Como pasa en Madrid, en Valencia o en Santander, que tras acabar la feria saldrá a concurso para tener nuevo empresario en las próximas campañas. Un pliego importante, en el que lo más importante es que la oferta económica esté controlada (que ninguna empresa pueda ofrecer un dinero desmesurado a costa de la calidad del ciclo) y que salga con tiempo para organizar el ciclo de Santiago 2025. En España, la otra forma mayoritaria es la organización directa de la Administración, normalmente a través de un gestor, tipo Pamplona, gestionada por la Casa de Misericordia.
Lo que ocurre con la Feria del Aficionado responde a un modelo basado en lo que ocurre en Francia. «Éramos un grupo de amigos que, a partir de la de Madrid, coincidimos en otras plazas. Siempre nos había gustado el modelo francés, esas comisiones de aficionados que se juntan para organizar ferias, y un buen día decidimos tirar hacia adelante», apunta Alberto Palacios, presidente del Club 3 Puyazos. Fue el germen de una feria que ha supuesto una revolución en la temporada y que puede abrir camino para que en otros lugares apuesten por la gestión directa.
«Teníamos clara la filosofía, queríamos hacer una feria diferente, en la que tuvieran protagonismo el toro y la suerte de varas», confiesa. La plaza elegida fue la de San Agustín de Guadalix, por ser cercana a Madrid y reunir las condiciones de aforo requeridas. Y, a partir de ahí, se sentaron unas bases en las que lo primero que se iba a elegir eran las ganaderías. El ciclo acumula ya tres ediciones y, como reconoce Alberto, la mejora a nivel económico, que al final es importante, ha sido evidente. «Cada año la cosa va mejor. Aunque no llegamos a empatar, crecer anima mucho porque cada socio puso un dinero a fondo perdido».
Un modelo ejemplar, difícil de exportar, pero que debería abrir el camino a que las plazas sean gestionadas de manera directa por aficionados. «Tienes que tener mucha afición para poder hacerlo. En lugares en los que haya un pulmón importante de seguidores se puede llevar a cabo», cree Palacios. No es fácil, pero es un camino, sea a nivel torista o con la idiosincrasia que sea. Así, la plaza queda en manos de quienes más la quieren.
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