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En el juicio por el atropello mortal de Castelar, en el que perdió la vida el joven de 19 años Bret Elorza, lo que se dirime es el grado de responsabilidad que tienen los dos acusados, Bryan Barroso (autor material y en prisión provisional) y ... Adrián Bedia (en libertad). Para el fiscal el primero es autor de un delito de homicidio en concurso con otros tres delitos contra la seguridad vial, por los que merece un castigo de 14 años de cárcel; mientras que para el segundo reclama cuatro años y medio de prisión por una conducción temeraria con manifiesto desprecio por la vida de los demás, en concurso con otros dos delitos contra la seguridad vial.
En su caso, la acusación particular (representa a los familiares de la víctima) va más allá y considera que los dos acusados son autores de un homicidio, al entender que Adrián Bedia es cooperador necesario, motivo por el que pide para el primero trece años y ocho meses de cárcel y doce años y cinco meses para el segundo.
Con los escritos de calificación provisional de ambas acusaciones y una vez constituido el jurado popular (nueve miembros, más dos suplentes) comenzó este lunes la primera de las seis sesiones previstas en este juicio, presidido por el magistrado de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria, Juan José Gómez de la Escalera.
El primero en dirigirse al jurado fue el fiscal, que lo primero que hizo es darles la enhorabuena por su elección y pedirles «atención» y «dedicación». «Solo tienen que ocuparse de los hechos», les tranquilizó el representantes de la Fiscalía, que también requirió «sentido común». Dicho esto, se centró en el relato de los hechos que describe en su escrito de calificación y puso en contexto el día de autos. Un viernes de febrero (en concreto el día 3), a las diez de la noche, en pleno centro de Santander. Barroso iba de camino a un cumpleaños y Bedia a cenar a un McDonalds de la S-20. A partir de ahí, según señaló, comenzó un «pique» entre los dos acusados a «altísima velocidad» sin que conste que se citaran antes para una supuesta carrera que acabó con vida de Bret. «Conducían de forma muy temeraria y muy peligrosa, casi suicida». Y bajo la influencia de alcohol, drogas o sustancias estupefacientes. «Consumieron bastante», apuntó.
Con la suma de todos estos elementos, el fiscal defendió que Barroso es autor de un delito de homicidio. «Considero que hay algo más que una imprudencia temeraria. Es muy probable que una persona que ha conducido a ciento pico por hora, que va adelantándose con otro en un lugar perfectamente señalizado, pueda matar a una o más personas».
De su lado, el abogado de la acusación particular comenzó su alegato inicial dejando claro que «en este caso no nos encontramos ante un accidente de tráfico, sino ante un homicidio» porque «los hechos no pueden ser calificados de involuntarios».
En su opinión, los dos acusados circularon a velocidades «temerarias», realizaron adelantamientos –incluso por el carril bus– y «despreciaron» el paso de otros usuarios de la vía, en una zona con establecimientos de hostelería en el inicio de un fin de semana. «Despreciaron toda posibilidad de garantizar su seguridad».
A partir de aquí, el abogado de la familia de la víctima explicó por qué la acusación es «idéntica» para ambos conductores a pesar de que uno de ellos fue el autor material del atropello mortal. «Bedia cooperó necesariamente o ayudó a que los hechos se produjeran. Libre, consciente y voluntariamente entra en ese pique y esa conducción temeraria a lo largo de más de un kilómetro. Su comportamiento fue indispensable para que se produjera la muerte de Bret».
En este sentido, planteó: «¿Se habría producido el accidente si a la altura del Paseo Pereda Bedia hubiera cesado en su actitud y hubiera abandonado esa carrera a la que voluntariamente accedió? Seguramente no». Y todo ello a pesar de una «señal previa» (el frenazo de otro coche en una rotonda).
Frente a estas conclusiones, el abogado de Barroso, que dejó claro que su cliente ha renunciado a pedir su libertad provisional, consideró que no hay por qué meter la mayor sanción posible por la muerte de Bret, porque «aunque le condenaran a todos los años del mundo eso no serviría para devolver la vida a la víctima, que valía y vale mucho y no puede equipararse con tiempo de condena». Por este motivo, reclamó al jurado que no utilicen su veredicto como una «venganza». «Hay cuestiones que no se van a poder probar, como la velocidad ni exacta ni aproximada a la que los dos iban antes del accidente, que hubiera intención de Bryan de matar o aceptar ese resultado, o el pique al volante».
Por su parte, el abogado de la Bedia rechazó la conducción suicida alegada por el fiscal, que «no tienen encaje aquí, de ninguna manera», en este caso, en el que no se da algo así «ni parecido». Además, discrepó con las acusaciones sobre algunos términos expuestos que «son más propios de la imprudencia que del dolo eventual», dando por hecho que su cliente «en modo alguno ha contribuido al resultado final».
Tal y como hizo en su momento el abogado de Carmen Merino, condenada a 15 años de cárcel por la decapitación de su novio Jesús Mari Baranda, el abogado del principal encausado, Bryan Barroso, solicitó ayer al presidente del tribunal, el magistrado Juan José Gómez de la Escalera, cambiar el orden de los interrogatorios para que su cliente declarase en último lugar y «diese mejores explicaciones y «obtuviese una pequeña ventaja». Después de que el representante de la Fiscalía y la acusación particular se opusieran y de que la otra defensa no mostrase inconveniente en mantener el orden inicial de las comparecencias, el magistrado rechazó la petición, lo que supone que este martes, a partir de las 09.30 horas, declararán los dos acusados.
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