Forja de toreros, forja de personas, forja de sueños
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Alumnos llegados de toda la región y de comunidades limítrofes entrenan cada viernes con el sueño de convertirse en figuras del toreoDos personas se asoman curiosas sin saber muy bien qué es lo que están viendo. Ven pitones, muletas y chavales jugando a torear. En realidad de juego tiene poco, porque lo que ven a través del cristal es uno de los entrenamientos de la Escuela Taurina de Cantabria ... , puesta en marcha en junio de 2021 y que ya cuenta con cerca de 25 alumnos. Surgida como centro asociado a la Escuela de Palencia, entre sus hitos está el de tener a dos novilleros que ya han debutado ante el público y en ser parte fundamental del I Certamen de Escuelas Taurinas de Cantabria, celebrado en Rasines, y de la Clase Práctica que se celebró en Cuatro Caminos el pasado septiembre con un éxito incontestable.
«La idea surge al conocer a José Miguel Álvarez, el presidente de la Asociación Taurina de Cantabria, que nos comentó que había chicos que querían apuntarse a la Escuela de Palencia, pero lo tenían difícil para entrenar», reconoce Juan Cantora, profesor del centro palentino. «Decidimos que un día a la semana se podía venir a Santander y creamos la delegación», afirma el banderillero, que ha toreado a las órdenes de Fernando Robleño, Víctor Puerto o Daniel Luque, entre otros muchos matadores.
Dicho y hecho, cada viernes llegan hasta la capital cántabra los profesionales que buscan formar a los toreros del futuro. Además de Cantora, la escuela cuenta con maestros de la talla de los matadores de toros Jesús Fernández o Mario Campillo, de Raúl Juan 'Rally', exjugador de balonmano y preparador físico del centro, o de Curro Chacón, banderillero madrileño que reside en Hoznayo. Aunque su lugar habitual de entrenamiento es la plaza de toros, los rigores del invierno les obligan a buscar lugares cubiertos en estas fechas y actualmente se ejercitan en un local del Parque de las Canteras de Cueto.
Juan Cantora
Profesor de la Escuela Taurina de Cantabria
Hugo de Juana
Alumno (Santander)
Eduardo Ruiz de Velasco
Alumno (San Sebastián)
Allí se plantan cada viernes Eduardo, Hugo, Rodrigo, Mario, Jorge o Lucía para aprender a coger los trastos, para saber colocarse o para ser capaces de reaccionar ante una res brava. En definitiva, a ser toreros y, además, a ser personas. «La Escuela aporta madurez. El respeto hacia los maestros o los demás compañeros es imprescindible. Eso te centra», apunta Eduardo Rodríguez, nacido en la madrileña localidad de Guadarrama, residente en Labarces y uno de los destacados del centro después de estrenarse en 2021 y torear más de quince festejos el pasado año entre tentaderos, bolsines o clases prácticas.
El de Eduardo es un ejemplo más de la diversidad de localizaciones geográficas de un grupo formado por unos 25 alumnos. Y es que hay chavales de Cabezón de la Sal, de Puente San Miguel, de Maliaño, del mismo Santander o incluso de San Sebastián, desde donde se desplaza otro Eduardo, apellidado Ruiz de Velasco, que cada fin de semana coge el petate, se sube al autobús y se desplaza hasta la capital cántabra: «Estudio Ingeniería Biomédica y es difícil compaginarlo, pero yo tengo un sueño y unos objetivos y merece la pena el esfuerzo». También madrileño de nacimiento, confiesa que tiene un acuerdo con sus padres: «Mientras estudie y saque la carrera, no me ponen pegas». Para rematar, si hay poco que estudiar se va a Palencia para entrenar allí en la mañana del sábado. Y, por la tarde, de vuelta a la Bella Easo.
Muchas horas de sacrificio, de entrenamientos físico y mental y de viajes en busca de un sueño. «Pensamos 24 horas en el toro, todo por ser alguien en este mundo. Todos tenemos en la cabeza la puerta grande de Las Ventas», confiesa Hugo de Juana, otro de los que ya ha debutado en público y que ha desplazado su residencia a tierras castellanas para estar más cerca de ese sueño. «Mis padres me compraron un traje de torero de pequeño y desde entonces dije que quería ponerme uno de verdad», confiesa
El camino al éxito no es fácil. Y eso que, como reconoce Cantora, el proyecto es todo un éxito. «Estamos sorprendidos por la cantidad de chavales que hay y las ganas que tienen de aprender. Primero tienen que torear de salón y luego vemos en los tentaderos la progresión que van teniendo». El pasado año la Escuela organizó 64 festejos, una de las más activas de España.
El germen del centro fueron los encuentros de aficionados prácticos organizados cada sábado en Cuatro Caminos. Allí cualquier persona se podía acercar, coger los trastos y sentirse figuras del toreo. Por eso los chavales siempre están acompañados de Carlos, Vicent, Francisco o Pablo, que absorben las enseñanzas de Cantora como si fueran chavales en busca de una oportunidad. Y es que los sueños no tienen límite de edad.
Un vivero de aficionados, jóvenes y mayores, que ha conseguido ser punto de encuentro de personas de toda la región y que ha despertado admiración en otras comunidades de España. El camino tiene baches, pero pocas cosas se ponen por delante de la ilusión de llegar a figuras del toreo. Serán o no serán, pero seguro que los valores aprendidos en la Escuela no los olvidarán jamás.
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