Los franciscanos avanzan en la venta de sus inmuebles de la calle Perines

La venta no sería en bloque, sino que se dividiría según los diferentes inmuebles que poseen los franciscanos. La iglesia –cuyo nombre oficial es parroquia de Santa María de los Ángeles– y la sacristía, junto a los objetos de valor que hay en su interior como el órgano o las imágenes religiosas, las adquiriría el Obispado de Santander. Según confirman fuentes cercanas, el propio obispo, Arturo Ros, ha puesto especial interés en la adquisión de la iglesia para que no se pierda la labor parroquial. De hecho, desde que los franciscanos dejaron la ciudad, desde el Obispado destinaron allí a sus propios sacerdotes para que continuasen dando misa y que los vecinos de la zona no se quedasen sin este servicio.

Los otros inmuebles propiedad de esta orden son los locales parroquiales y la zona conventual, donde hacían vida y se alojaban los religiosos. En una parte –la de los locales y parte de la residencia– estaría interesada parte de la familia Mirones para ampliar los Estudios Aránzazu, un apartahotel de su propiedad ubicado justo al lado de la iglesia. De hecho, las habitaciones del establecimiento se ubican actualmente a partir de la tercera planta del edificio, ya que la primera y segunda planta son propiedad de los franciscanos, por lo que tendría sentido incorporarlo al resto del hotel. Desde la empresa no han querido hacer declaraciones a este periódico. Por último estarían las habitaciones sacerdotales, que adquiría una empresa interesada en destinarla a alojamientos turísticos.

La marcha de los franciscanos causó gran revuelo en el entorno de Perines, ya que su iglesia daba servicio a un área muy poblada de Santander y los feligreses de la zona temían perder su lugar de culto de referencia. De hecho, desde que se conoció la noticia de que su marcha era inminente y hasta que se fueron, se especuló con el cierre de la iglesia y su reconversión en un negocio que nada tenía que ver con su labor religiosa: desde un hotel a un centro comercial. Pero desde el Obispado estaban dispuestos a hacer todo lo posible por evitar la pérdida de este templo y, durante los últimos cuatro años, han asumido las misas para alivio de los creyentes de la zona, que no han tenido que buscar una nueva parroquia a la que acudir. Esto, en caso de confirmarse la venta que se está negociando, podrá continuar así indefinidamente.

La orden de los franciscanos abandonó Santander en 2020 después de siete siglos y medio en la capital. Más concretamente, tras 755 años –llegó en 1265– desde que la comunidad religiosa fundó su primer asentamiento, un convento situado entre la actual calle Isabel II y Juan de Herrera. La antigua iglesia clasicista de San Francisco estuvo en activo hasta el año 1936. Era lo que hoy sería pleno centro. De hecho, el templo cayó en el marco de un plan urbanístico promovido por el entonces alcalde Ernesto Castillo Bordenabe y el solar que quedó allí fue utilizado para ampliar el Ayuntamiento. Por eso tuvieron que traslarse a otra zona de la ciudad. Los 'frailucos' –como los conocían en Perines– tenían un importante arraigo porque la iglesia de Santa María de los Ángeles, además de ser un templo de grandes dimensiones que da servicio a muchos vecinos, tenía una comunidad muy ligada a la vida del barrio.

Como expusieron al anunciar su marcha, lo que los llevó a tomar la decisión fue la falta de vocaciones, la ausencia de jóvenes dispuestos a dar el relevo a los cinco frailes que quedaban allí –tres en activo–, y que siguieron sacando adelante la actividad pastoral en la calle Perines hasta que su edad se lo permitió.