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María y Lucas llegaron el lunes por la mañana a Santander desde Madrid para aprovechar unos «días libres». Es la primera vez que visitan la ciudad y aunque su primer día de turismo estuvo marcado por la lluvia, ayer el sol les permitió patear «todos ... los rincones». Entre ellos, el Palacio de La Magdalena, el minizoo y los galeones de Vital Alsar. Allí, con algunas dificultades, los dos visitantes intentaron leer el cartel del 'Museo el hombre y la mar', en el que se habla sobre los tres barcos con los que viajó Vital Alsar desde Tampico (México) hasta Santander, hace ya 46 años, navegando 7.135 millas náuticas. «Está roto y hay partes que se leen a cachos», comentaron entre ellos. El cartel, resquebrajado, y los propios galeones tienen la pintura levantada y la madera en mal estado. Llama la atención que, cuando falta menos de un mes para que comience el verano, uno de los lugares más turísticos de la capital cántabra se encuentre en este estado de deterioro. «Esto es parte del patrimonio de la ciudad y de todos los santanderinos y debe ser mantenido», dice Javier Cantera, presidente de la asociación que impulsa la memoria del explorador. Y es que los galeones de Vital Alsar piden ayuda de forma urgente.
El Ayuntamiento es el encargado de realizar las labores de mantenimiento del museo al aire libre
Se trata de una zona muy turística y queda menosde un mes para que comience el verano
La Asociación Vital Alsar pide que se preserve, ya que forma parte de la historia de la ciudad
Estos tres barcos llegaron a Santander en octubre de 1978 y un año después quedaron expuestos en este recinto de la península de La Magdalena. Desde entonces, miles de turistas se acercan a visitarlos todos los años. «Son parte de nuestra historia», argumenta Cantera, quien explica el deterioro de la madera de las embarcaciones por «el paso del tiempo y el embate de todas las tormentas que hemos tenido, que cada vez son más virulentas». Precisamente son esas condiciones climatológicas las que incluso han derruido las barandillas de piedra que hay en esta zona. «He visto rocas derruidas, con lo que la madera de los galeones ni te cuento...», añade. Por esta misma razón, hace años que se cambiaron las velas de los barcos originales por otras «de una especie de plástico», añade.
Esta es la explicación. Pero la solución pasa por el Ayuntamiento de Santander, que es quien gestiona dichas piezas y, por lo tanto, quien debe encargarse del mantenimiento. Por eso, cada cierto tiempo, desde la asociación tocan a su puerta para que se haga efectivo. En esta ocasión, a pesar de que este periódico ha preguntado al respecto, el equipo de gobierno del PP no ha aclarado si realizarán próximamente estas labores de mantenimiento. Al margen de los tres galeones, otra de las piezas de este museo al aire libre es la balsa, construida en Guayaquil, sobre la cual el marino cruzó el Pacífico en 1970. Fue uno de los viajes más largos de la historia realizado en una embarcación tan frágil. Su aspecto es algo mejor que el de los barcos, pero también está afectada por el paso del tiempo. Igual que la peculiar burbuja de salvamento que fue remolcada durante más de siete millas náuticas por uno de los galeones. La pintura amarilla y blanca que la cubre acumula suciedad.
No es la primera vez que ocurre algo similar. En 2021, El Diario Montañés se hizo eco del mal estado de los tres galeones. Ya entonces fue un hecho llamativo, no solo por tratarse de un lugar tan turístico sino también porque es el legado que Vital Alsar dejó en su tierra. En ese momento, los grupos de la oposición solicitaron al equipo de gobierno santanderino (entonces PP-Cs) que restaurara los galeones. Guillermo Pérez-Cosío, exconcejal de Vox, fue más allá y aseguró que se estaba produciendo un «abandono» del legado del marinero. Criticó el «mal estado» de los tres galeones y la reproducción de la balsa, que «acompañaron a Vital Alsar en sus viajes y que podrían desaparecer entre astillas con los temporales del invierno», añadió hace tres años.
«Esto es un gran reclamo para el ciudadano, un valor añadido para la cultura de la ciudad y la oceánica. Por eso creo que es tan importante que lo preservemos», repite hoy en día Cantera, quien también recuerda los actos vandálicos que ha sufrido la Paloma de la Paz en memoria del explorador, que está ubicada en la Duna de Gamazo y que fue obra de Carlos Aguilar y Linares. Esta escultura fue concebida como mascarón de proa del trimarán Zamná, el barco de la última expedición capitaneada por Vital Alsar y titulada 'El niño, la Mar y la Paz' (2009-2010).
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