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Ha ganado las elecciones, pero el bastón de mando está en el aire. Pendiente de lo que decidan unos u otros, no ella. Decía ... Gema Igual la semana pasada que sabía que si no lograba retener la Alcaldía de Santander iba «a llorar mucho» –una encuesta de El Diario Montañés había sugerido esta posibilidad– aunque también era consciente de que el berrinche duraría unas semanas, porque «la vida sigue» y ella está «llena de proyectos» y tiene un círculo familiar y de amigos suficiente para pensar en un nuevo comienzo. Así que su temor no es a un nuevo comienzo, porque si de algo presume Igual es de ser echada para delante. «Seré una alcaldesa sin compararme», avanzó al suceder a Íñigo de la Serna, quien tenía una marcada personalidad y también marcó la carrera política de Gema Igual al elegirla como número dos de la candidatura a Santander y, por tanto, alcaldesa si él levantaba el vuelo.
Es cierto que cuando él fue llamado a más altos cometidos a finales de 2016, a Igual le costó decidirse a ocupar la primera línea, pero una vez en ella se imbuyó del papel. Lo hizo a su manera y, si de algo ha sido capaz en dos años y medio, ha sido de imprimir un estilo propio: le ha echado carácter para componer su propio personaje público. Se ha convertido en una alcaldesa sin complejos a la que, además, a partir de hoy, nadie podrá decir que no fue elegida por los santanderinos, como le ha ocurrido en alguna ocasión.
Igual no ha tenido complejos para tratar con los vecinos por los barrios (le encanta decir que aprende más en la calle que en el despacho), ni para reconocer los errores cometidos al frente del primer Ayuntamiento de Cantabria (algunos conflictos han sido sonados) y no los ha tenido a la hora de mostrar lo que hay. Alardea de transparencia y de 'antipostureo'. Lo decía tal cual en un vídeo de campaña con el que quería ilustrar su día a día, en el que explicaba por qué quiere seguir siendo la alcaldesa. «Soy lo que veis».
En la calle: «Soy lo que veis», repite siempre esta política que basa su gestión en la cercanía con la gente.
Fortalezas: Disciplinada y trabajadora, está disponible «las 24 horas del día», con lo que suple otras carencias.
La número dps: Dar el relevo a De la Serna no fue fácil, pero se apoyó en su capacidad de trabajo
Ese «lo que veis» arranca en Isla –donde permanecen las raíces familiares, donde pasó la infancia y donde dejó un recuerdo «de niña lista y decidida»–, pasó por el instituto de La Albericia de Santander para hacer la Secundaria y por la Universidad de Cantabria. Allí inició Igual unos estudios de Magisterio que no concluyó y que usaría al entrar en política para referirse a su cualificación académica, lo que le trajo más de un disgusto cuando se convirtió en la máxima autoridad local. Antes de terminar su ciclo estudiantil, se le cruzó la vida laboral y abandonó los libros. Trabajó en Madrid casi ocho años para una agencia de turismo y, cuando retornó a Cantabria, ejerció como gerente de la Asociación de Jóvenes Empresarios.
Al Ayuntamiento llegó hace ya 16 años en una candidatura con Gonzalo Piñeiro, quien sigue siendo amigo y mentor. Como edil treintañera, se le encargaron los Festejos y el Turismo, este último un sector que conoce bien porque, además, ha echado cables en un negocio familiar en Arnuero en el que, ya incluso siendo alcaldesa de Santander, en alguna ocasión ha servido desayunos los fines de semana para ayudar a su hermana –que regenta los apartamentos La Bolera–.
Y es que Igual es del tipo de persona a la que no se le caen los anillos: si te recibe en su despacho, ella misma te hace el café. También es capaz de atender a la periodista cambiándose de traje en un visto y no visto (¿realmente la alcaldesa se ha sacado un vestido y se ha calzado otro ante tus narices mientras va hablando... porque tiene prisa?). Ese no querer convertirse en alguien institucional, su espontaneidad y su sentido del humor le ha jugado malas pasadas, pero es un rasgo que se resiste a perder porque disfruta viéndole el lado risible a la vida.
Dar el relevo a De la Serna no fue fácil, por más que en los primeros meses de su nueva responsabilidad siguiera hablando con el ministro de Fomento todos los días a las siete de la mañana. Tiró debido a su «disciplina máxima», lo ordenada que es (cualidad que admira cualquiera que haya trabajado con ella) y su capacidad de trabajo, que le reconocen incluso sus detractores.
Un colaborador señala que la alcaldesa «está disponible las 24 horas del día», que conoce «casi todo lo que pasa en el Ayuntamiento y que «tiene criterio propio». Quienes la aprecian dicen que «está muy pendiente» de su gente. Es «detallista y muy agradecida» y ha hecho gala de una lealtad a prueba de bombas con su equipo, en el que ha delegado sin complejos en la idea de que «un cargo público no tiene por qué saber de todo».
La palabra equipo, de hecho, no se le ha caído de la boca. César Díaz, su primer teniente de alcalde, ocupa lugar propio en éste. Díaz ha sido su alter ego, quien le resuelve las papeletas técnicas y el insustituible número dos, aunque Igual se vanagloria de haber formado piña con todo su grupo municipal. Su mandato ha sido pródigo en sobresaltos y algunos han sido graves, por lo que se han sucedido las peticiones de dimisión: la de César Díaz, la de Miriam Díaz (Cultura y Turismo), la de José Ignacio Quirós (Movilidad Sostenible y Medio Ambiente) o la de Ana González Pescador (Economía y Hacienda). Pero ahí se ha impuesto lo personal: ¿Dimisiones? ¿Y eso qué es?
A sus críticos les sorprende, sin embargo, que para llevar tanto tiempo en el circuito municipal desconozca cuestiones básicas del funcionamiento del pleno. O su «escaso contenido político». «Es cordial en el trato», dice un concejal de la oposición que le achaca «bastantes carencias» en el plano del discurso político. «Se ha limitado a concretar los proyectos heredados. Eso sí, de forma más coral. Se nota diferencia con el ordeno y mando de antes».
Otra persona que ha trabajado con ella destaca su nivel de exigencia para consigo misma «que también traslada a los demás, lo que la llega a hacer insoportable» y una empleada municipal esperaba «infinitamente más» de ella: «Va de compañera, pero ha sido una decepción». Esta mujer añade que, como feminista, le molesta «muchísimo» ver que Igual no tiene ningún protagonismo en los plenos. «No habla nunca, no aporta nada. No deja buena impresión».
Gema Igual ha sido la alcaldesa que inauguró el Centro Botín junto a los Reyes de España. Ha sido la que ha firmado el acuerdo para la reordenación ferroviaria, que será un proyecto urbanístico con gran poder transformador. Y ha sido la que logró el convenio con el Ministerio de Cultura, el Museo Nacional Reina Sofía y con el coleccionista José María Lafuente para instalar el conocido como 'Archivo Lafuente' en el edificio del antiguo Banco de España.
Pero también ha sido la regidora a la que se le quemó el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo (MAS), hoy clausurado. Ha sido la alcaldesa empeñada en que cuajase un MetroTUS que finalmente tuvo que retirar ante la negativa de los vecinos a asumir el cambio en el modelo público de transporte. Ha sido la que se ha enfrentado al rechazo al espigón varado en La Magdalena, la que tuvo que hacer frente al desplome parcial de un edificio en la calle del Sol y la que dejó sin contratar a más de 200 parados por haber usado un camino irregular. Nada le ha pasado factura.
De cara a estas elecciones, Gema Igual ha jugado la baza femenina, en plena ola ascendente del feminismo en España. El último 8 de marzo desobedeció a su partido, que oficialmente vetó a los suyos la participación en las grandes marchas de mujeres. Ella acudió a la manifestación de Santander con su hija de 11 años y su escudera Carmen Ruiz y subió una imagen a las redes. En el PP no extrañó la decisión. Igual se siente popular y en decenas de ocasiones le ha expresado fidelidad en público a las siglas, pero la relación diaria es «de conveniencia», ilumina una persona que conoce el intríngulis. Igual se lleva de forma superficial con casi todo el mundo y sabe que la estructura del partido es necesaria, pero en su día a día es completamente autónoma.
Si se le acerca la lupa aún más se verá a una mujer como tantísimas otras. El escaso tiempo libre que le deja el cargo se lo dedica su marido, Álvaro, y a su hija Sara. La niña, que acude a un colegio público, es su ojito derecho: ha sido una alcaldesa pegada a su hija en actos oficiales, algo que ella normaliza. Si tiene que atender un sábado un compromiso, se la lleva con ella y luego siguen su plan 'madre-hija' desde ahí. Lección de conciliación.
También reserva tiempo para los amigos. Le gusta la música y no es demasiado cocinitas, aunque tiene un plato estrella: las albóndigas. Hace poco, confesó que su receta favorita es «cualquiera hecha por mi madre», a la que este año, por vez primera, no visitó por el primer domingo de mayo porque no hubo tiempo. Se lo contó con cierto pesar a este periódico al acabar una entrevista, quizá dándose cuenta de todas las pequeñas renuncias personales que conlleva su puesto. Ese por el que, no tengan duda, va a pelear en los próximos días.
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