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La expresión «dejadez absoluta» salía ayer una y otra vez de la boca de los vecinos al preguntarles por la situación del garaje comunitario. La falta de mantenimiento era la idea que subyacía en cada conversación. Ratas; cuadros eléctricos con los cables enmarañados y a ... la vista; ausencia de aspersores; alarma antiincendios y extintores; mal funcionamiento de las cámaras de seguridad; falta de luz en muchas plazas… La lista de deficiencias enumeradas ayer por los vecinos era casi inagotable. Detrás de todo, el fantasma del incendio que sufrió ese mismo garaje en septiembre 2007, con el que ahora este suceso guarda muchas semejanzas. También fue de madrugada, prácticamente a la misma hora, mientras los vecinos dormían, y tampoco causó heridos. 'Noche de humo, angustia e indignación en Cazoña' titulaba El Diario Montañés en su portada junto a una imagen en la que se veía a una madre junto a sus dos hijos con la nariz y la boca tapadas por toallas para evitar inhalar el humo en plena madrugada.
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La imagen a las puertas del aparcamiento era ayer muy parecida a la de hace dieciséis años y medio. Entonces los vecinos también se arremolinaban en corros en los que la indignación y la angustia por la falta de información durante las primeras horas tras el suceso eran protagonistas. La hemeroteca recoge que muchos vecinos se enteraron del suceso en el portal, al salir de casa y encontrarse el garaje convertido en una gruta carbonizada. La hora también fue muy similar, ya que la Policía Municipal llegó sobre las 02.50 horas.
Al igual que esta vez, no hubo daños personales, aunque una vecina tuvo que ser atendida por una crisis nerviosa. Según el informe policial, las viviendas afectadas fueron los mismos cuatro bloques de las viviendas de protección construidas por el Gobierno de Cantabria, los vecinos tuvieron que ser desalojados y, muchos de ellos, pasaron la noche en dos autobuses municipales trasladados hasta el lugar para paliar el frío y la lluvia de aquella madrugada del 21 al 22 de septiembre. Al igual que ahora, muchos vecinos aseguran que el incendio de aquel entonces «fue provocado».
Entonces, ese 2007, los vehículos calcinados fueron cinco turismos y dos motocicletas, además de otros daños menores en un puñado más de coches. Como ayer, la ceniza y el hollín habían salido hasta la calle por los tragaluces desde el interior. Entonces, hubo quien pasó la noche en un autobús municipal, quien la pasó asomado a la venta a la espera de las noticias y quien ni se enteró. «Estoy indignado con la actuación policial», aseguraba un vecino. «Tengo dos hijos pequeños en casa y nadie me avisó», recuerdan las líneas publicadas en El Diario Montañés en la edición del 23 de septiembre de 2007.
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Pero la coincidencia más trágica eran los protagonistas. Muchos de los que ayer se lamentaban por sus vehículos calcinados eran los mismos que vieron sus coches y motos reducidos a cenizas hace ya más de tres lustros en una comunidad que se antoja atípica porque en más de cuatro años no ha celebrado una junta ordinaria de vecinos para resolver cuestiones tan básicas del orden del día de cualquier vecindario como es la contabilidad. Un hecho que el administrador de la finca achaca a «problemas bancarios», que han motivado el haber tenido que postergar dichas reuniones. «Lo que ha sucedido es que tenemos un problema con una entidad bancaria que ha experimentado transformaciones en los últimos años y que no nos ha facilitado bien los datos de los pagos de algunos vecinos, con lo que no los tenemos actualizados. Y la contabilidad es lo primero que ha de presentarse en estas reuniones comunitarias», argumentó el administrador.
Un argumento que desmontaron desde el Colegio Oficial de Administradores de Fincas de Cantabria. «No hay ningún problema para conseguir esos datos si se quieren obtener de verdad», zanjaron fuentes del colectivo. De hecho existen programas específicos que utilizan estos profesionales y que dan acceso a los extractos bancarios de todas las entidades. Un grupo profesional en el que el administrador de esta comunidad de vecinos de El Alisal tiene abiertos diferentes expedientes disciplinarios que se resolverán, previsiblemente, en su expulsión del propio Colegio.
Frente a los cuatro edificios afectados por el fuego fueron ayer muchos los vecinos que le increparon por la «dejadez en sus funciones», por «engañarnos», y por «robarnos».
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