Gesvicán comenzará este martes las obras de reparación de los garajes en Nueva Montaña

Se abordará la obra tal y como demandaron los residentes. Levantando toda la superficie exterior para sustituir la impermeabilización. «Queríamos que se hiciera bien, no con apaños ni parches. Para ello, lo mejor era quitar toda la tierra en superficie y volver a poner la impermeabilización. Y es lo que van a hacer. La verdad es que en todos los puntos tenemos que decir que los vecinos estamos satisfechos con el trato que nos está dando tanto el Gobierno, a través de la Consejería de Obras Públicas, como el Ayuntamiento de Santander», cuenta Pedro Perojo, el presidente de la comunidad de garajes.

30meses es el plazo que avanza el Gobierno para que esté finalizada la nueva infraestructura.

7,2millones de presupuesto maneja la Consejería de Obras Públicas para la realización de toda la obra.

La reconstrucción de la zona cero -garajes 3 y 4, que se derrumbaron-, está también en marcha, pero para ver comenzar esa obra habrá que aguardar todavía hasta el próximo mes de abril. «Tenemos el proyecto y ahora hace falta la licencia de obra», aclara el consejero.

Los plazos que se manejan en Obras Públicas hablan de un inicio en abril de 2021 y una finalización en abril de 2023. «Y será en enero de 2023 cuando estimamos que podría estar en marcha también la urbanización de toda la zona superior a la losa de garajes que colapsó el pasado enero», añade Gochicoa.

El proyecto muestra la infografía del aspecto final que adquirirán los espacios. Es muy similar a la imagen que recuerdan los vecinos antes del accidente. Se recuperará la pista de juegos, más al oeste, y un amplio espacio ajardinado. La zona de columpios se concentrará ahora en la zona este para aprovechar más las horas de sol por la tarde, cuando tiene mayor ocupación. Se sustituirán los grandes árboles por arbustos de pequeño porte, algo fundamental para que las raíces no terminen estropeando la capa de impermeabilización.

«Nos hemos asegurado bien de que las cargas que soportará la placa de hormigón son las correspondientes a su resistencia», especifica el consejero. Todo después de que en un informe publicado hace meses considerara que el exceso de tierra acumulado en algunos puntos fue la principal causa del colapso de la estructura. «Ahora habrá 25 centímetros de espesor del sustrato, quizá un poco más en algún punto, pero poco más», concreta.

La reconstrucción de los garajes 3 y 4 no se limitará a ese espacio derrumbado, sino que se desarrollarán también trabajos de refuerzo en los espacios colindantes con los subterráneos 1 y 2. Sobre todo en aquellos casos donde el vaciado de tierras no sea suficiente para obtener los coeficientes de seguridad necesarios. «Hemos hecho todos los esfuerzos para dar una solución lo más ágil posible a todo este problema porque considerábamos que no podíamos agachar la cabeza frente a unos vecinos que han sufrido un incidente que no debía volver a repetirse», apuntó Gochicoa. Desde la empresa pública Gesvicán, que ejerció de promotora de la obra, se han enviado los escritos correspondientes aludiendo a la corresponsabilidad del accidente. Van dirigidos al consistorio santanderino, responsable de la urbanización de la superficie de la placa antes del siniestro, y a los arquitectos involucrados.

Los acuerdos alcanzados a pocos días de que empiecen las obras dejan atrás los desencuentros que alimentaron momentos de tensión en el pasado. Uno de los primeros problemas llegó con la aseguradora del garaje derrumbado. Meses después, la disputa enfrentó a los residentes con la Consejería por los desacuerdos acerca de cómo acometer la obra de reconstrucción. Todo ello queda atrás ahora que todo parece encarrilado para que el espacio ubicado entre las calles Tomás y Valiente y Luciano Malumbres recupere su aspecto original.

Atrás queda el susto de aquella madrugada del 13 de enero de 2020, cuando el estruendo removió todos los cimientos de los bloques de edificios colindantes. Eran las seis y media de la mañana, cuando una nube de polvo lo inundó todo. Bajo los escombros quedaron alrededor de noventa coches bloqueados (muchos fueron sacados días después completamente aplastados) y entre los más de 500 vecinos afectados, un pensamiento compartido de que fue «un milagro» que no se registraran víctimas. Ahora ha comenzado la cuenta atrás hacia la recuperación de la zona. «Se me hace raro no escuchar a los niños jugando en el patio», decía una vecina pocos días después del siniestro. Ya queda menos para que vuelvan a jugar.