La gran familia perruna de Asproan

Eduardo Puertas llega a primera hora a las instalaciones de San Román y todos los perros lo saben porque conocen el rugido del motor de su coche. «Cuando los escucho ladrar, ya me hace feliz», cuenta el responsable de Asproan, la protectora santanderina que lleva más de 50 años rescatando animales en toda Cantabria y parte de España.

Los canes se le echan encima nada más abrir la puerta y le saludan con respeto. Puertas es 'el jefe' y ellos lo saben. Minutos después aparecen las voluntarias que trabajan a diario en la protectora, como Noelia Flores, Isabel Arranz o Naiara Puertas, y pronto todos se ponen manos a la obra. «El trabajo comienza muy temprano porque lo primero es limpiar los cheniles», cuenta él. «Luego hay que cuidar de la salud de muchos de los perros porque los tenemos que son muy mayores, o que están enfermos, y que tienen que tomar su medicación».

Esta es una de las cuestiones más delicadas y no puede fallar en la rutina diaria. «Por ahí hay muchos sitios donde les da miedo que les fiscalicen pero es que a nosotros nos vigilan todos los domingos nuestros voluntarios, los que apadrinan y pasean a los perros. Son ellos los que detectan si tienen alguna herida, si están mal de ánimo, si les pasa cualquier cosa, y los que nos llaman la atención si se dan cuenta de que hemos descuidado cualquier aspecto del perro. Y eso está bien, tiene que funcionar así. Somos transparentes», aclara Puertas.

Actualmente Asproan tiene más de 1.000 socios que pagan una cuota de 10 euros mensuales. Con ello se ganan el derecho a pasear al perro apadrinado y ese mismo dinero sirve también para comprar medicinas, para modernizar instalaciones y para adquirir kilos y kilos de pienso.

Correr en semilibertad

Cuando Naiara abre una hilera de cheniles los perros corren despavoridos. Están ansiosos de liberarse en la carrera de la mañana porque los voluntarios los estimulan con juegos y caricias. Es, probablemente, el momento más feliz del día tanto para los perros como para los humanos. «Lo bueno que tenemos aquí es que tenemos muchos metros cuadrados -más de 15.000- para que puedan corretear a sus anchas. Los sacamos, si podemos, dos veces al día y a parte están los paseos que los padrinos les dan los sábados».

Todo este orden cambiará de cara al nuevo estatus de perrera municipal. El impulso económico de la concesión, con 243.358 euros para dos años, servirá para contratar a personal que permitirá ampliar horarios de atención al público. «Podremos, por ejemplo, tener gente aquí contratada para que todos los padrinos puedan venir entre semana a pasear a los perros». También hay planes para construir una clínica veterinaria y un edificio nuevo para guardar a los gatos «porque nos encargaremos de recoger todo tipo de animales, no sólo perros».

Los más de 300 perros que conviven en Asproan van a ser los primeros beneficiados de la mejora. «Van a notarlo porque al final esta mejoría va sobre todo dedicada a ellos».

Situación «deplorable»

El reloj de la protectora marca la una del mediodía y una mujer llega con dos nuevos rescates de cuatro patas. Es conocida. Trae dos perros que ha sacado de Cecapa. Es un macho y una hembra que están visiblemente enfermos. En Asproan funciona el boca a oreja. Los grupos de 'WhatsApp'. Cuando nos llegan ejemplares nuevos se hace público y es mucho más fácil que aparezcan nuevos padrinos. Tanto es así que a mediados de semana, cuando aún no se ha publicado este reportaje, informan de que la perra ya ha encontrado casa. «Esta vez ha sido muy rápido, por suerte; pero otras veces es más complicado. Hemos tenido casos en que nos encariñamos mucho de ciertos animales, como Oso». Un mastín que en tamaño puede ser equiparable a un ejemplar de los que le dan nombre. Es, por su poderío físico y su personalidad de líder, el que manda en la manada a cuatro patas. Si alguno saca los pies del tiesto, allí está él para poner las cosas en su sitio. «Oso se va a quedar siempre con nosotros. No está disponible para adopción. A veces sucede esto, que no se van. No queremos que se vayan».

Sólo quien vive este trabajo con pasión puede decir algo así. La jornada en Asproan puede ocupar 8 horas, pero también 12. «Esto es totalmente vocacional y la gente que entre a trabajar nueva a partir de la concesión, va a tener que disfrutarlo. Tienes que estar hecho para esto, amar a estos animales, entenderlos. Si no, mejor ni intentarlo», aclara Puertas.

Hay ejemplares que son más complicados, otros que tienen traumas psicológicos -muchos vivieron episodios traumáticos antes de llegar a Asproan-. Tayo, por ejemplo, es un presa canario que intimida nada más verlo; pero que es sin embargo uno de los perros más buenos del lugar. Ahora es feliz pero de cachorro pasó los dos primeros años de su vida atado a una escalera en el interior de una vivienda. Nadie le ha escuchado ladrar nunca. Probablemente de pequeño fue castigado con dureza cuando lo hacía.

El objetivo para toda la familia que forma parte de Asproan es que todos los perros experimenten el cambio de Tayo. «La verdad es que hacía años que nos habían animado a presentarnos a la concesión de perrera pero hemos esperado a tener la infraestructura necesaria. Algo que nos ha permitido hacer el apoyo de los socios, que son los verdaderamente importantes aquí», recalca el responsable. «Esperamos que esto sea sólo un punto de partida para que otras muchas protectoras se animen a presentarse. Los perros y todos los animales necesitan más de lo que se les está dando en algunos sitios, donde no se les trata nada bien, de verdad. Ha habido recogidas de animales que han sido miserables», lamenta Puertas, y se contiene para morderse la lengua. «Los animales merecen mucho más».

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