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José Ahumada
Santander
Jueves, 29 de agosto 2024, 07:12
La última denuncia de la Policía Municipal por emborronar paredes con espray es reciente, de hace un par de fines de semana: en la madrugada del domingo –eran, exactamente, las 00.50–, los agentes sorprendieron a dos chavales, de 18 y 17 años, haciendo una ... pintada en la calle León Felipe. La Policía, que acudió tras recibir la llamada de un vecino, identificó a los chicos, que llevaban una mochila con aerosoles de pintura, y cursó la correspondiente denuncia.
Según el artículo 21 de la ordenanza municipal sobre Protección de la Convivencia Ciudadana y Prevención de Actuaciones Antisociales, se considera infracción grave «deteriorar los equipamientos, infraestructuras, instalaciones o elementos de los servicios públicos así como el mobiliario urbano y fuentes públicas». Se castiga con multas de 750,01 hasta 1.500 euros –con descuento del 50% por pronto pago–.
En el Ayuntamiento reconocen que «son pocas» las denuncias a grafiteros, principalmente por lo difícil que resulta cogerlos con las manos en la masa. «A veces nos llaman y cuando llegamos no hay nadie. Y hay que pillarlos», explican desde la Policía. Aún así, hay un goteo de casos: el anterior fue en el túnel de la S-20, en La Albericia, el 30 de mayo; el 29 de abril se denunció a otro muchacho por pintar el mobiliario urbano en la Avenida de Parayas; el 19 de ese mismo mes fueron dos menores, de 15 y 17 años, los que estaban dejando la firma en Consuelo Bergés...
Es muy fina la línea que separa las pintadas callejeras (o el arte urbano) del vandalismo: mientras los grafiteros sienten que están dando salida a su pulsión artística, en el Ayuntamiento, con una visión mucho más prosaica, lamentan que con un bote de pintura de cinco euros se pueda causar un estropicio que cuesta cientos. Resulta difícil cuantificar el coste que para Santander tiene la limpieza anual de grafitis –siendo conscientes de que se trata de una tarea que nunca termina–: hace siete años se estimaba que suponía un gasto de 90.000 euros anuales para una tarea que se realiza con operarios y maquinaria específicos; hoy, esa labor, que sigue requiriendo idéntico esfuerzo, está incluida en el contrato de limpieza viaria y recogida de residuos.
Actualmente, dos vehículos quitapintadas, con tres operarios, se dedican a ese trabajo de lunes a sábado. En 2023, hubo un total de 851 actuaciones de limpieza de grafitis; este año, hasta el pasado 15 de agosto, se contaban 516.
El Ayuntamiento mantiene activo un plan de limpieza que puso en marcha en 2023: una vez barrida toda la ciudad volvió a empezar siguiendo el orden de los distritos postales. No obstante, este programa de trabajo puede sufrir modificaciones ya que tiene prioridad el borrado de cualquier pintada o grafiti que contenga mensajes o símbolos ofensivos, y también se atienden los avisos puntuales indicados por la dirección del contrato o por los técnicos municipales y las peticiones ciudadanas al teléfono de atención.
Eduardo Castillo
Concejal de Protección Ciudadana
Ningún área de la ciudad está vacunada contra los garabatos, aunque resulta más frecuente encontrarlos en zonas alejadas del tráfico habitual de personas o vehículos, y suelen realizarse al amparo de la noche.
Desde el Consistorio se recuerda que se han habilitado espacios para esta expresión artística, como en el muro que recorre el paseo de Mataleñas, transformado en gran mural en una actuación contemplada dentro del Plan de Sostenibilidad Turistica, o los murales divulgativos sobre especies silvestres urbanas en nueve colegios de la ciudad, dentro del proyecto Santander Capital Natural.
«Vivir en una ciudad más limpia provoca sin duda que el conjunto de los ciudadanos tenga un comportamiento más cívico y eso ayuda a crear un ambiente de orden y limpieza que, a su vez, llama a que no se produzcan nuevos comportamientos incívicos –reflexiona el concejal de Protección Ciudadana, Eduardo Castillo–; si nadie en su casa tira las cáscaras de las pipas, deja los excrementos de los perros en el suelo o realiza pintadas en las paredes del salón, ¿por qué hay personas que sí lo hacen en la calle? La respuesta está sin duda en la educación y el civismo. Si nos consideramos como propietarios o dueños de nuestra ciudad, la cuidaremos mucho más que si la sentimos como algo ajeno a nosotros».
Castillo subraya la necesidad de contar con la colaboración ciudadana «para erradicar este tipo de vandalismo». «Es evidente que son muchos más los ojos de todos los ciudadanos que los de los agentes de Policía Local y Nacional que pueda haber en cada momento en nuestra ciudad».
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