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Un operario del servicio de limpieza viaria de Ascán cayó al agua con la barredora que conducía por la lonja de Santander. Desde entonces, ... el hombre permanece ingresado fuera de peligro en el Hospital Marqués de Valdecilla y asegura no recordar nada de cómo fue a parar al agua. El tremendo golpe que recibió en la cabeza y la importante pérdida de sangre le han dejado serias lagunas que le impiden reconstruir los hechos.
Quien puede arrojar luz sobre lo que ocurrió en el puerto es Urko Ispizua, propietario del taller de lavado de la calle Castilla, que se vio obligado a hacer un torniquete al hombre que entró «ensangrentado y totalmente mojado» a su local el viernes a las tres de la tarde. Ispizua, que tiene la carrera militar y conocimientos en primeros auxilios, estaba concentrado en su faena cuando un varón «de mediana edad» le pidió ayuda: «Estaba desorientado y tenía cortes muy feos y profundos en la mano derecha», explica Urko a El Diario. Con las herramientas de trabajo que tuvo a su alcance -un trapo y una llave inglesa- le intentó detener la hemorragia, pero las heridas eran graves y poco a poco iba perdiendo la consciencia. «Llamamos al 112, pero como no cogían salimos a la calle para parar a algún conductor y que nos llevara a Valdecilla. Ni un solo un coche se detuvo», recuerda aún sorprendido este vasco afincado en Cantabria. Desesperado y viendo que «el hombre cada vez estaba más pálido», Ispizua decidió coger su coche y trasladar al accidentado hasta Urgencias. «Cada tres minutos le soltaba el torniquete para que siguiera bombeando la sangre, mientras él lo único que recordaba era estar dentro del agua y que nadie le había ayudado. La verdad es que llegó muy mal a urgencias», relata.
Durante el trayecto, Urko iba hablando de todo lo que se le venía a la cabeza para mantener atento y despierto al hombre, que continuaba perdiendo mucha sangre. Ahora, en frío, entiende que los conductores que pasaban ese mediodía por la calle Castilla no pararan: «Legalmente si a ese señor le pasa algo dentro de mi coche es mi problema. El auxilio es hasta que llamas al 112», explica. Sin embargo, Ispizua lo tuvo claro: o le llevaba a urgencias o se desangraba. De camino le preguntó su nombre, «pero ya no me contestaba». Se llama Ángel.
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