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De cerca apenas se ve porque la intención era otra. Pero a medida que uno se aleja, el mensaje se aprecia con más claridad: «Abajo el fascio». Y junto a estas palabras, la hoz y el martillo. Esta inscripción, picada en piedra en la avenida ... de Reina Victoria, está a pocos metros de un refugio antiaéreo. El propósito es incuestionable: «La idea era que la viesen desde los aviones que sobrevolaban y bombardeaban la bahía de Santander», explica el historiador Pedro Sarabia. La existencia de esta inscripción de 1937 ha pasado desapercibida hasta ahora y no está documentada. Llama la atención que no se detectase durante la dictadura, sobre todo porque a un par de metros de ella puede verse otro mensaje prácticamente borrado y en el que parece que ponía «Muerte al fascismo». «Si lo hubieran visto, lo habrían hecho desaparecer como al resto de referencias a la Segunda República y a partidos de izquierdas», corrobora el especialista.
Sarabia la localizó por casualidad. Es experto en refugios antiaéreos y, mientras investigaba las tres bocas del de Reina Victoria, vio las letras picadas en la pared de piedra. Tuvo que cruzar a la acera de enfrente para poder leerlo y cree que, en su día, también se recalcó el mensaje con pintura blanca para que pudiera verse desde los aviones. «Es de los últimos vestigios que quedan de la Segunda República en Santander y una forma de rebelión, la gente lo manifestaba como podía», explica el historiador.
Considera que si nadie se ha fijado hasta ahora en la inscripción es porque se trata de una zona «no muy transitada» y quien pasa por allí mira hacia el otro lado, hacia el mar. Además, no se lee bien desde un primer plano, sino que es necesario cruzar a la acera de enfrente para poder leerlo. Eso, sumado a que el mensaje se ha difuminado con el paso de los años y a que las condiciones meteorológicas afectan a su lectura: se ve mejor cuando está nublado que cuando hace sol.
La Guerra Civil duró apenas un año en Santander, entre el 18 de julio de 1936 y el 27 de agosto de 1937, cuando las tropas de Franco tomaron la ciudad. En ese tiempo, se construyeron 114 refugios antiaéreos y en muchos participaron mineros que en algunos casos llegaban de otras zonas de España, como Asturias. Con sus picos, abrían los huecos donde los santanderinos se resguardaban al escuchar las sirenas que anunciaban la proximidad de los bombardeos. Y aunque ahora, 85 años después, es difícil confirmar si esos mismos picos hicieron las inscripciones, Sarabia lo cree «muy probable». Los aviones que sobrevolaban la Bahía y para quienes iban destinadas las inscripciones tenían objetivos estratégicos, como el puerto o los astilleros, y no era habitual que bombardeasen a civiles. De hecho, el centro de la ciudad no llegó a ser atacado. Sin embargo, quienes los pilotaban eran alemanes e italianos, por lo que su falta de conocimiento del territorio dio lugar a ataques en zonas erróneas. El más destacado, el que tuvo lugar en diciembre de 1936 en el conocido Barrio Obrero, que confundieron con un cuartel. Allí, una bomba terminó con la vida de 64 personas.
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