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La historia del colegio San José se remonta al año 1856, cuando se crea la Escuela Dominical para Jóvenes, de la Asociación piadosa de Señoras de San José. Y en 1859 llegan las primeras hermanas de la Compañía de las Hijas de la Caridad de ... San Vicente de Paúl para hacerse cargo de este centro que hoy es referencia en la enseñanza religiosa en Santander. 158 años después, las hermanas abandonan el centro, forzadas por la edad. Catorce residen en el edificio de la calle Asilo, y solo una está en activo. Su media de edad es de ochenta años, pero hasta el último día han realizado labores de apoyo en el colegio: atención a los más pequeños, portería, cuidado de los ordenadores y apoyo en el estudio, entre otras cosas. Y dejando su poso de abnegación y cuidado de los más desfavorecidos.
El colegio seguirá funcionando integrado en la Fundación Educere , cuya finalizada es «crear y mantener y reforzar la oferta educativa católica garantizando la continuidad de centros para asegurar el futuro de su misión evangelizadora». Los colegios cántabros San Vicente de Paúl (Laredo); Menéndez Pelayo (Castro-Urdiales) y Cristo Rey (San Vicente de la Barquera) están integrados en esta fundación junto a otros de Galicia, Asturias y Castilla-León. La Fundación Educere se creó en marzo de 2010 en Valladolid y la primera incorporación a ella fue la del Colegio San Vicente de Paúl de Gijón (2012).
Las monjas han dejado ya San José y se han trasladado a diferentes casas de la orden repartidas por España. «Nos vamos, dejamos campo libre a otros para que continúen con el colegio», dice Sor María Luisa Abad, una de las veteranas del colegio, que añade que «si fuéramos jóvenes nos quedaríamos, claro está. Porque la mayoría hemos sido profesoras aquí... Yo soy licenciada en Filosofía y Letras y he dado clases de Lengua, Literatura, Filosofía, Latín y Griego. Donde hacía falta alguien, allí estaba yo. Ahora doy lengua española a niños emigrantes, para que se acoplen bien al resto de alumnos».
El colegio tiene hoy 600 alumnos, pero en sus mejores tiempos llegó a los 1.200 porque era uno de los pocos que tenía bachillerato y atraía a alumnos de toda la bahía. «Era un centro de referencia», dice la veterana monja. «Algunos alumnos que venían de muy lejos, hasta de Pedreña, traían su tarteruca para comer aquí y no tener que volver a casa. Calentaban la comida en nuestra casa y comían en el colegio». El centro tiene 55 profesores e imparte educación desde aulas de dos años hasta Bachillerato. Tiene comedor, guardería y actividades extra escolares con clases de refuerzo para los alumnos.
Cuando las Hijas de la Caridad llegaron al colegio San José se instalaron primero en una casa de alquiler donde estaba su residencia y el parvulario, el taller de bordado y plancha. En 1866 se inauguró un nuevo edificio, en un terreno cedido por el Ayuntamiento en el llamado 'prado de viñas', donde «proporcionar a las niñas pobres una educación cristiana y la instrucción propia de su sexo, edad y condición... socorrerlas y visitarlas en sus enfermedades», según la carta fundacional de las Asociación Piadosa de Señoras de San José. En 1882 abrieron las monjas internado y se establecieron clases de pago; y en 1880 el Ayuntamiento cedió otro terreno, de 440 metros cuadrados junto al colegio, para dedicarlo a jardines, que hoy aún se conservan.
En 1889 se creó la Cuna para niños lactantes de trabajadoras de las fábricas de pescado y en 1928 hubo una nueva cesión de parcela municipal para hacer un comedor, que funcionó hasta el año 1949.
Sor María Luisa nació en Algeciras (Cádiz) y ahora pasará residir en Sevilla, «cerca de mis hermanos». Su primer destino fue Cóbreces, con 21 años. Después fue trasladada a Valladolid y más tarde al Colegio San José, donde lleva 38 años. Su labor no ha sido solo el colegio. Ha sido activa trabajadora en la parroquia de San Francisco y se ha dedicado a visitar a muchos vecinos del barrio. «De mis 78 años de edad, llevo 50 en Cantabria, así que me voy con mucha pena, pero satisfecha porque hemos conseguido, formar a los niños para que sean personas.Ese era nuestro objetivo». Echa en falta que «el alumnado de antes era más cercano y cariñoso con los profesores.Ahora todos van a su bola; son más despegados», dice.
En el año 1940 el colegio obtuvo el reconocimiento oficial del Ministerio de Educación y Ciencia, pero ya desde 1930 se impartía en él Bachillerato. Para esa fecha ya las monjas eran titulares de los las propiedades del colegio que le habían sido transferidas después de que fuera disuelta la primitiva asociación social de señoras de Santander. Intervino en esta cesión de propiedades el abogado Vega Lamera, alcalde de Santander.
Hoy, el centro apuesta «por la innovación y la renovación y estamos obteniendo premios y reconocimientos por nuestro trabajo», dice Ana San Martín, profesora de Sociales (conocida como 'la profesora de Arte'), que trabaja desde hace 37 años en el centro. Fue antigua alumna. «Venía desde Peñacastillo», recuerda.
Todos sus estudios los hizo entre este colegio y el de La Purísima, también de las Hijas de la Caridad, en la calle Alta. Así que conoce muy bien la filosofía que mueve estos centros y la orden religiosa, fundada en 1633 por Vicente de Paúl y Luisa de Marillac con el fin de dedicarse al servicio corporal y espiritual de los pobres y enfermos.
San Martín cuenta que «estamos dando clases a nietos de antiguas alumnas del centro. Eso quiere decir que la semilla de las monjas y los profesores está ahí, que algo dejamos y hemos hecho bien, siguiendo con el espíritu de atender a los más pobres sin olvidar la importante renovación pedagógica».
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