Secciones
Servicios
Destacamos
En sus buenos tiempos, la Casa Rosales de Cueto debía causar sensación: era un casoplón familiar con jardín, «de estilo ecléctico, muy funcional y moderna» para la época, ya que se levantó en 1934, poco antes de la Guerra Civil española. Se planificó «con una volumetría compleja adaptada al lugar, a la funcionalidad y al paisaje, lo que la pone cerca de las propuestas europeas de ese momento», explica hoy Hispania Nostra, asociación para la conservación del patrimonio en España al dar la noticia de que se la acaba de incluir en la Lista Roja. En esta se registra a todos aquellos edificios o fincas relevantes que corren peligro de desaparecer a pesar de su importancia arquitectónica, histórica o ambas.
Esta antigua vivienda cumple con todos los requisitos, porque se encuentra a un paso de la ruina pese a ser propiedad del Ayuntamiento de Santander. El edificio se ubica en el Cierro de la Punta y Joyos Pájaros, entre Cabo Menor y Cabo Mayor, en una parcela de unos 6.000 metros cuadrados en un lugar privilegiado del litoral santanderino, en el entorno del desaparecido hipódromo de Bellavista.
A su excepcional localización se une su valor arquitectónico: fue diseñada por el prestigioso arquitecto Valentín Ramón Lavín Casalís -por encargo de la Compañía General de Tabacos de Filipinas- para residencia familiar de su director general, José Rosales Gutiérrez de Bustillo.
Y, a esto, hay que añadir su protagonismo histórico en el pasado reciente. Porque, según recuerda Hispania Nostra, en 1937, fue incautada por el Consejo Interprovincial de Santander, Palencia y Burgos y cedida al lendakari José Antonio Aguirre y varios miembros de su gobierno, que fueron acogidos en esta casa santanderina, tras la caída de Bilbao. Los gobernantes vascos permanecieron un par de meses en ella -antes de partir hacia el exilio- disfrutando de unos espacios pensados para solazarse con el paisaje circundante.
Tras la guerra, Rosales recuperó su propiedad y la ocupó con su familia hasta 1950. La heredaron sus hijos, que la vendieron a Teresa Pérez Sanjurjo. A su muerte en el año 1999, la finca quedó en manos de sus sobrinos que, a su vez, la vendieron a la empresa de promoción inmobiliaria Fuentellata. En 2010, esta sociedad llegó a un acuerdo con el Ayuntamiento de Santander y la casa quedó a expensas de un convenio de aprovechamiento urbanístico (contemplado en el PGOU de 2012). Pero este fue anulado en 2016 y se inició entonces un proceso de expropiación que finalizó en 2022.
Desde entonces, está en manos del Consistorio. Actualmente, el edificio se encuentra en estado de total abandono, «invadida por una frondosa hiedra y un arbolado descontrolado que hace peligrar su estructura», subraya Hispania Nostra. En el pleno municipal del 24 de noviembre de 2022, se aprobó por unanimidad una propuesta del PRC para su rehabilitación y para convocar un concurso de ideas con el objetivo de darla uso en el futuro. Aunque el tiempo pasa y su situación se agrava cada día.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.