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Santander tiene cada vez más zonas de bares. A las clásicas Río de la Pila y Cañadío les hace fuerte competencia Peña Herbosa. Pero hay muchas más: Daoiz y Velarde, Joaquín Costa, Tetuán, Arrabal, la calle Rubio, Castelar, Sol, Santa Lucía... La hostelería es uno ... de los ejes fundamentales del turismo santanderino y la gastronomía local unos de los principales atractivos para los visitantes que llegan a la ciudad. Por eso no es raro cruzarse con la inauguración de algún nuevo local en cualquier paseo por el centro de Santander. Pero, mientras los bares y restaurantes se multiplican, el pequeño comercio va a menos y apenas dos viales pueden considerarse hoy predominantemente comerciales: Juan de Herrera y su paralela San Francisco.
Río de la Pila es la calle de bares por excelencia de Santander. Aunque al inicio del vial hay varios restaurantes, los 200 metros restantes hasta llegar al funicular son pubs donde abundan las cervezas y las copas. Además, como la mayoría de locales son estrechos, las aceras suelen abarrotarse las noches de los viernes y sábados. Una costumbre en riesgo de desaparecer, ya que la Policía Local denunció el fin de semana pasado a unos cuantos establecimientos por permitir a sus clientes beber fuera sin tener licencia de terraza. Así, entre los más de 15 establecimientos hosteleros que hay en la parte superior de esta calle, sólo hay uno que no sea un bar: el centro cívico Juan Carlos Calderón.
Algo similar pasa en la plaza de Cañadío. Más de diez locales la rodean y todos, excepto la iglesia evangélica, se dedican a la hostelería. En este caso, hay restaurantes y bares a partes iguales. Pero no fue siempre así. Antes de los años 80, allí había todo tipo de comercios: una pastelería, una peluquería, tiendas, ultramarinos, talleres... Los primeros establecimientos hosteleros que abrieron fueron el restaurante Cañadío y el bar Ventilador, en 1981. Al poco tiempo, se inauguró también el Canela. Y a partir de ahí vinieron todos los demás hasta llenar la plaza. Aunque muchos han cambiado de nombre y propietarios durante este tiempo, siempre se abren bares y restaurantes. A diferencia del Río de la Pila, aquí sí hay amplias terrazas que, a partir de media tarde, llenan aproximadamente la mitad de la plaza.
En los aledaños de Cañadío, zona conocida como 'ensanche', también proliferan los bares. Peña Herbosa se lleva la palma, con un bar tras otro hasta llegar a la sede del Gobierno de Cantabria. Entre tanta hostelería se aprecian un par de comercios: una tienda de ropa y un ultramarinos. Entre Cañadío y Peña Herbosa, Daoiz y Velarde también crece como zona de bares aunque estos locales aún están bastante equilibrados con los que se dedican al comercio.
Aunque en el Paseo Pereda la proporción entre hostelería y comercio también está balanceada, al llegar a Castelar esa balanza se inclina más hacia la restauración y los pubs. Esta acera, bastante ancha, cuenta con decenas de mesas y también con terrazas cerradas para los días más fríos o lluviosos. Y no es de extrañar que los clientes se decanten por consumir en el exterior, pues desde ahí hay una de las mejores vistas de Santander hacia la bahía.
Otra zona donde los bares y restaurantes son los reyes es en la calle Arrabal y su paralela Del Medio. Aunque no todos los locales se dedican a esta actividad, porque también hay comercios, son viales tan estrechos que da la sensación de que lo ocupan todo. Sobre todo por las terrazas ya que, a pocas mesas que tenga cada establecimiento, ocupan más de la mitad de la acera. De hecho, una de las últimas quejas de los vecinos de la zona fue que las terrazas, junto a unos andamios que habían colocado para arreglar una fachada, hacían casi imposible atravesar la calle.
La calle Rubio es una de las últimas zonas en adquirir el apellido 'de vinos' en Santander. Este vial, presidido por el MAS y la Biblioteca de Menéndez Pelayo, se peatonalizó en 2015 y, aunque antes ya había bares y restaurantes, la oferta ha ido ampliándose desde entonces, sumando amplias terrazas. Antes de peatonalizarse, las aceras de esta calle eran estrechas y no había ni una sola mesa. Ahora, con siete metros de ancho entre los edificios de un lado y del otro, hay espacio de sobra para las terrazas y para los transeúntes.
En casi todas estas calles reinaba hace décadas el pequeño comercio de todo tipo, como pescaderías, carnicerías, fruterías... Muchos de los negocios que a día de hoy están incorporados dentro de los supermercados. Ahora, apenas hay calles que se dediquen predominantemente a la venta. Juan de Herrera y San Francisco son las que más, aunque casi todas las tiendas están enfocadas al textil y a los complementos. Además, la gran mayoría -sobre todo de Juan de Herrera- pertenecen a las grandes cadenas. También sobrevive el comercio en Rualasal y San Fernando, más variado que en las anteriores y donde sí predomina más el comercio local.
El auge de la hostelería en los últimos años está acompañado este verano de unas cifras de récord que han tenido abarrotados todos los locales. Sin embargo, los empresarios miran con preocupación al invierno, pues gran parte del éxito ha estado ligado al turismo.
Aunque la mayor parte de las zonas de bares se concentran en el centro de la ciudad, llevan años extendiéndose. Así, las dos áreas más descentralizadas son Joaquín Costa, conocida popularmente como La Cañía, en El Sardinero, y Tetuán.
En la primera, a un lateral del Casino, todo son bares y restaurantes a partir de la perfumería Java y de Mantequerías Cántabras, una tienda de alimentación gourmet. De hecho, hasta esta tienda incluye hostelería, pues recientemente han abierto un gastrobar en una parte del local.
Tetuán se renovó por completo en 2011 y, seis años después, comenzaron a instalarse las populares estrellas de su particular paseo de la fama. Durante esos años y hasta ahora, la cantidad de establecimientos hosteleros ha ido creciendo hasta convertirse en una de las calles más populares de la ciudad para tomar el vermú. Ya que, aunque no está en pleno centro, está bastante cerca de otras zonas populares como Peña Herbosa, la calle Sol o Casimiro Sáinz.
Y aunque La Cañía y Tetuán estaban hasta hace unos meses demasiado alejadas como para tomar la primera en un sitio y la segunda en otro, desde que abrió en mayo el túnel peatonal de Tetuán, apenas cinco minutos de paseo unen ambas zonas.
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