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El resurgir del hotel Colón se resiste. Pese a su excepcional ubicación en El Sardinero, frente a los Jardines de Piquío, no encuentra comprador. Desde el mes de noviembre ha pasado por dos subastas públicas sin éxito. El precio de salida del inmueble fue de ... 5,1 millones de euros, pero la única oferta formal recibida rondó la mitad de esa cantidad que había fijado un juez en la tasación del inmueble. Es decir, que el interesado está dispuesto a pagar como mucho 2,5 millones de euros, una cuantía que no ha convencido a la propiedad, que se muestra confiada en que «en pocos meses» les llegue una oferta mejor de manera directa, «a la vista de las numerosas llamadas que estamos recibiendo».
Detrás de esas llamadas interesadas en su adquisición hay cadenas hoteleras, plataformas family office, inmobiliarias y grupos inversores, cada uno con sus propios proyectos para devolver a la vida al hotel, que lleva cerrado desde 2014. Las propuestas tienen fines residenciales y productivos. Cualquiera de esos planes de negocio tienen que ajustarse a los usos especificados en el Plan General de Ordenación Urbana vigente (PGOU) para este edificio que «no está protegido y tampoco está incluido en el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico-Artístico de El Sardinero», según confirmaron los arquitectos técnicos del Ayuntamiento de Santander.
Escalera Es un elemento de gran volumen que no tiene que mantenerse en el nuevo proyecto.
Centro comercial Puede destinarse a uso comercial siempre que el diseño se ajuste a la zona residencial y no a una nave.
Sótanos. El hotel Colón carece de garaje, lo cual es un hándicap al no tener zona de parking ni espacio de almacén.
Edificabilidad. Demoler para construir otro edificio tendría menor edificabilidad que el actual.
El PGOU asigna al hotel Colón un «uso dominante prioritario, residencial». Según explicó a este periódico el Colegio Oficial de Arquitectos de Cantabria, dentro del apartado de uso residencial se incluye el establecimiento hotelero, la vivienda, vivienda condicionada (de protección oficial -VPO- y otras), estudio, apartamento y residencia comunitaria.
También permite dotarle de un uso productivo de oficinas en parcela independiente y uso comercial en su modalidad de salas de reunión, incluidos teatros y cinematógrafos, sin establecimientos que superen los 2.500 metros cuadrados de edificabilidad. En cualquiera de los casos, el PGOU establece que el diseño, composición y materiales de estas edificaciones deberá «corresponder al de una edificación acorde al carácter residencial de la zona» y «nunca podría asemejarse a tipologías e imágenes del tipo de una nave».
¿Cuáles son los frenos de la venta de este inmueble? Desde la propiedad se apunta que «no está claro el grado de protección del edificio y, más en concreto, de un elemento de gran volumen: la escalera art decó, que de ser obligatoria su permanencia, limitaría en gran medida la distribución del espacio interior», según explica a El Diario Montañés Íñigo Cisneros, socio del despacho de abogados al frente de la venta, RocaJunyent.
Los servicios municipales han despejado estas dudas y acreditan que «no existe ninguna figura de protección sobre esa escalera». La distribución actual está dominada por esta gran escalera central que divide en dos los espacios y asciende por las tres plantas del edificio abriendo dos pasillos a cada lado. Si el PGOU permite su retirada, los compradores podrán sacar partido al espacio y ampliar el número de habitaciones, que en la actualidad asciende a 32, o el espacio de cada habitación.
En imágenes
La demolición del hotel Colón estaría descartada, ya que levantar un nuevo edificio «tendría bastante menos edificabilidad que el actual», explica el concejal de Fomento, César Díez. La parcela del hotel está regulada por la ordenanza urbanística de Zona de Edificación Abierta A2A del PGOU vigente. Sin embargo, el edificio construido en su momento no se ajusta a esta ordenanza sino más bien a uno de ordenanza de manzana alineada, «lo que provoca que sea un edificio disconforme con el PGOU vigente en grado tres (la menor de las categorías)», añade Díez.
En este tipo de categorías se permite la instalación de ascensores, trabajos de mejora de la accesibilidad, restauración, consolidación, acondicionamiento y la rehabilitación, reforma estructural de cubierta, exteriores...
Otros frenos pueden ser la gran inversión que requiere la reforma integral al llevar cerrado nueve años sin recibir ningún tipo de mantenimiento. Su actual deterioro, unido a que es una construcción de 1920, las obras implicarán una importante dotación económica. Por último, el edificio carece de sótanos, lo que supone un hándicap para un establecimiento hotelero o comercial, al no disponer de aparcamiento ni salas de lavandería, almacén o basuras.
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