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MARÍA DE LAS CUEVAS
Domingo, 3 de noviembre 2019, 18:59
La capital cántabra dispone de cinco mercados de abastos (cuatro municipales y uno de carácter privado) donde se ofrece una gran variedad de productos de calidad procedentes de la propia región. El cliente recorre los puestos cuando ya están perfectamente organizados, ajeno al duro ... trabajo de los comerciantes, que cada mañana, a las 05.00, acuden a Merca o a la lonja para hacer la mejor selección. Prima la calidad por encima del precio.
El negocio de los mercados de abastos atraviesa sus años más duros y algunos de ellos están en riesgo de desaparecer ante el cambio de modelo social, en el que comprar fresco y al día está a la baja mientras que adquirir productos transformados, precocinados y no perecederos se encuentra al alza. Ante esta transformación, cabe preguntarse cuál es el futuro de los mercados.
«El debate es más complejo que pensar cómo dinamizarlos o modernizarlos con 'gastrolocales'», considera Ezequiel Fontaneda, propietario de un puesto de fruta y verdura en el Mercado de los Comerciantes del Este. «Lo que ocurre es que el minorista en todos los sectores se va quedando como algo marginal y estamos en manos de grandes monopolios a los que se les dan facilidades como aparcamientos, conexiones rápidas, cómodas autovías...».
¿Quiénes son sus clientes? «Personas que miran la calidad. No es lo mismo esta carne y como la cortamos, sin casi grasa, que las bandejas de carne manipulada que sirven en las grandes superficies», destaca Iván, de Hermanos Álvarez Sopeña. «También vivimos gracias al sector de la restauración. Los buenos restaurantes que buscan calidad compran aquí. En verano, con el turismo, salen bien los números», continúan explicando en esta central.
El Mercado de la Esperanza es la plaza principal, digno de ser visitado por los turistas, que lo recorren y hacen fotos maravillados por el tamaño de los tomates, las cebollas o la abundancia de pescado fresco, aunque «compran muy poco, por no decir nada. ¡Lo que les cuesta llevarse un sobre de jamón!», dicen en los puestos.
En definitiva, parece que el enfoque del negocio no es turístico sino el de los consumidores cercanos, restaurantes y particulares. «Ponemos comodidades para atender pedidos por teléfono y por internet», explica el carnicero Manuel Campón. «El que quiere calidad puede adquirirla cómodamente». En la Esperanza mejoraron las ventas cuando se colocaron los ascensores y la pasarela. «Invertir en mantenimiento es fundamental», destaca una comerciante. Otros mercados no han corrido la misma suerte y se encuentran en un estado de abandono que no invita a entrar y a la espera de saber qué pasará con ellos.
Mercado de la Esperanza
Inauguración: 1904
Carácter: Municipal
Número de puestos: 90
Plaza de la Esperanza
Este mercado es un referente en la ciudad, donde la calidad de los productos expuestos salta a la vista y es de sobra reconocida tanto en su planta baja, dedicada al pescado, como arriba, de carne, frutas, verduras, quesos y delicatessen. Llama la atención el edificio, construido en 1904, de arquitectura modernista. Además de sus clientes habituales, hasta aquí se acercan turistas nacionales e internacionales admirados por la frescura y variedad de la mercancía.
Se trata de la niña bonita de los mercados de abastos de Santander, si bien tuvo años de mayor esplendor. Tampoco se salva de la tendencia a prescindir de la compra diaria y adquirir alimentos elaborados y transformados. «Es normal, no hay tiempo para cocinar, para ir cada mañana a la plaza... Ahora bien, yo no comería muchas de las cosas que se venden transformadas», explica una tendera de toda la vida, Araceli Villaverde, del puesto de frutas y verduras. «El trato aquí es diferente al del supermercado. Yo les doy recetas a los clientes para que pongan bien las lentejas y les recomiendo lo que comerán mejor los niños», explica desde su puesto, que heredó de su padre.
Las ventas se resienten también en este templo de calidad y los comerciantes se esfuerzan por conectar con el cliente joven. «Trabajamos muy bien por teléfono y por internet, ofrecemos facilidades al servicio del cliente», explica Manuel Campón. «La calidad va en aumento cada año. Hace tiempo que seleccionamos más según este patrón y el precio pasa a un segundo plano, lo importante es ofrecer los mejor», señala Carmen Revert, de Frutas el Valenciano. Tanta calidad se paga, como dice una clienta: «Yo compro en supermercados entre semana y el sábado vengo a éste, que es el más caro».
Mercado de Puertochico
Inauguración: 1980
Carácter: Municipal
Número de puestos: 6
C/ Andrés del Río, 7
Los comerciantes de esta plaza depositan todas sus «esperanzas» en el proyecto de rehabilitación integral anunciado por el Ayuntamiento a finales de 2014 y que, desde entonces, ha tenido distintas fechas de inicio, todas postergadas. «Parece que en pocos días comenzarán los traslados de unos puestos para que las obras puedan empezar», informa Rafael Escobedo, presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado. Esta central, que tuvo una «época dorada» y cuya zona de influencia era Puertochico, Castelar y Reina Victoria, atraviesa hoy momentos críticos. Entre sus problemas sobresale la falta de mantenimiento. «Tenemos goteras, cables a la vista, las puertas no funcionan, estamos a oscuras, se funden los flexos y no se reponen». «Trabajar en estas condiciones es duro, el olor a cerrado, las cucarachas que ven los clientes... Todos los puestos dan pérdidas. No entra casi nadie», comenta otra vendedora.
El proyecto previsto será el de la fórmula que combina hostelería y mercado, cuyo éxito se ha comprobado en otras ciudades como Vitoria, Madrid o Barcelona, donde se ha registrado un aumento de la afluencia de público.
Todos sueñan con darle una segunda vida a esta plaza. Los trabajos de remodelación se adjudicaron a la empresa Baika Mercados y se prolongarán durante nueve meses, en los que se transformará este recinto de 1.546 metros cuadrados en un atractivo lugar donde convivirán doce puestos de venta directa (frutería, quesería, carnicería, pescadería...) con locales de restauración, 'gastrobares' y restaurantes. La parte del mercado la gestionará el Ayuntamiento y la de restauración, la adjudicataria, que explotará una terraza acristalada situada en la planta superior, en el exterior, junto al centro cultural Doctor Madrazo.
Mercado de México
Inauguración: 1985
Carácter: Municipal
Número de puestos: 15
C/ Alta, 133
Este mercado «va a la baja», dicen algunos de sus inquilinos. Con muchos puestos vacíos por cierre ante la falta de beneficio o debido a la jubilación, «el problema es que el Ayuntamiento no deja cogerlos. Lo sé porque yo misma he estado interesada. No te dan motivo, pero impiden las reaperturas y el mercado se queda sin vida», dice Patricia García, del Rey del Bacalao. Añade que las instalaciones sufren por «falta de actividad. Deberían abrir negocios de otros tipos: una peluquería si me apuras, o lo que sea que atraiga a la gente. Necesitamos activarlo urgentemente».
El edificio municipal de la calle Alta consta de tres plantas y alberga espacio para 32 puestos en la planta superior, de 2.250 metros cuadrados. De ellos, quedan 15 abiertos.
Los martes y jueves se ponen en la plaza de México los vendedores ambulantes y «con esto se consigue animar mucho este mercado», dice una vecina de la zona de la Alameda. Al final, está atrapado en una parálisis, y la falta de movimiento le deja sin vida, opinan los tenderos. El Ayuntamiento ha anunciado una reforma integral del edificio, pero sigue «en fase de estudio» y no se ha anunciado qué giro se le quiere dar. Si se hará algo de hostelería, tiendas...
En cuanto a las instalaciones, este verano fueron mejorados el suelo y el revestimiento de la fachada exterior con un presupuesto de 42.000 euros. A unos comerciantes les parece «poco» y otros creen que, como «ni siquiera estamos organizados en asociación, tampoco podemos pedir nada. Si queremos mejoras deberíamos aportar algo nosotros, como hacen en el Mercado de la Esperanza, y no esperar a que lo resuelva el Ayuntamiento», opinan los responsables del puesto número doce de fruta y verdura.
Mercado de Cazoña
Inauguración: 1986
Carácter: Municipal
Número de puestos: 5
Avenida del Cardenal Herrera Oria, 49
Este mercado de abastos de Cazoña, en la avenida del Cardenal Herrera Oria, está abandonado a su suerte y destartalado desde hace años. En un espacio de 405 metros en dos plantas, el centro tuvo mucha actividad hace dos décadas. «Llegó a tener más de cien puestos y en sus pasillos se hacía mucha vida de barrio. Hoy solo quedan abiertos cinco», explica Luis Ángel Huerta, presidente de la asociación de vecinos.
En la actualidad se trata de un mugriento edificio de tres plantas que presenta óxido, agujeros y cristales rotos en la fachada. En la parte superior ensayaron las bandas de música durante varias décadas. En su exterior hay locales comerciales de toda la vida, que funcionan bien, como un centro de fisioterapia y osteopatía, entre otros.
Las ventanas y las puertas del edificio muestran claras señales del paso del tiempo. Herrumbre. Según aseguran algunos comerciantes, «estamos deseando jubilarnos para poder marcharnos de aquí. Con toda la gente que venía antaño, ahora está viejo, sucio, solitario y resulta hasta peligroso. Cualquier día te pueden venir a robar y estás muy desamparado». Los propietarios de los puestos también son conscientes de «la gran competencia» que han supuesto los numerosos supermercados instalados en el barrio. En esta zona de Santander se reúne un gran número de conocidas cadenas de supermercados que se han hecho un hueco en el día a día de la ciudad y han desplazado por completo a este mercado de abastos.
Cazoña tiene una población de 7.000 habitantes. «En este mercado era donde nos veíamos todos. Del esplendor ha pasado al abandono. No se ha invertido ni un duro en su mantenimiento y hoy es un lugar oscuro y marginal», comenta un vecino del barrio.
Comerciantes del Mercado del Este
Inauguración: 1986
Carácter: Privado
Número de puestos: 5
C/ Hernán Cortés, 4
«El debate sobre el futuro de los mercados es más complejo que pensar cómo dinamizarlos», apunta Ezequiel Fontaneda, propietario del puesto de frutas de esta plaza de carácter privado que surgió como iniciativa de los propios comerciantes cuando se cerró el Mercado del Este, donde estaban originariamente emplazados. De esta forma, algunos de ellos compraron cerca del lugar unos pequeños bajos comerciales en forma de 'u' con cabida para 12 puestos, que poco a poco han ido cerrando hasta quedar solo cinco de ellos abiertos. «Trabajamos bien, da para cubrir los sueldos, pero en general el minorista se está quedando como algo marginal, en todos los sectores. Asistimos a un momento de monopolio del mercado, que ahora también ha monopolizado a los proveedores», señala Fontaneda. «En este debate cabe preguntarse por qué no hay aparcamientos para favorecer las ventas del comercio local y por qué las grandes superficies tiene cómodas autovías construidas para ellos».
Si bien los hipermercados son sus competidores, ya que es ahí donde los jóvenes hacen sus compras, «en calidad no competimos, nuestra carne no tiene grasa y es de elaboración propia. Lo que venden los grandes supermercados está precintado, lleva conservantes». Los profesionales resaltan la atención al cliente que prestan. «Estamos 10 o 15 minutos con cada uno de ellos y les aconsejamos y seleccionamos los mejores productos, de forma personalizada. Se llevan la fruta en su momento de maduración óptimo», destaca
En este mercado surten a numerosos restaurantes de Santander «y esto nos asegura buenas ventas en verano, con el turismo español», explica Iván, del puesto Hermanos Álvarez Sopeña. «Por cierto, al turista inglés le cuesta mucho más comprar».
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