La «inminente retirada» del retablo de La Compañía enfrenta a la familia de la autora con el párroco

«La obra de esta autora fue una solución de transición porque en aquel momento el retablo original estaba destruido. El párroco lleva años en gestiones con Tomino para que se encargue de las nuevas pinturas del retablo», continúan desde el Obispado. «La Compañía es una de las iglesias a la que acuden más personas y contar con pinturas de Tomino, un autor de renombre, es una manera de dignificar el culto que se mantiene allí», concluyen. De momento, se desconoce la fecha en la que se efectuará el cambio.

El planteamiento de las familias Mazarrasa y Quijano es opuesto al de Obispado. En una carta firmada por ochenta miembros de la familia y redactada por Olav Mazarrasa Mowinckel, muestran su «preocupación por la inminente retirada». Y son duros al asegurar que la decisión se debe a «que al párroco no le gusta el retablo. Sin embargo, quiere disipar nuestra preocupación: 'Las pinturas del retablo podrán ser contempladas, ¿verdad? (reciten este párrafo poniendo voz de cura antiguo). Por los fieles, ¿verdad? En el Museo Diocesano de Santillana del Mar'. Es decir, el retablo no es lo suficientemente bueno para permanecer en su iglesia y por eso lo manda al Museo Diocesano que, parece ser, serviría para recoger los desechos que este señor no quiere».

En cuanto a la trayectoria de María Mazarrasa, la carta recuerda que la autora fue alumna de Daniel Alegre y Eduardo Chicharro y que ya estaba pintando en los años 30, cuando Manuel Llano «le dedica el capítulo 'Colores' en su novela 'La Braña', publicada en 1934». Empezó a exponer en 1951 en la Sala Proel, con José Hierro como comisario de la exposición. Dos años después pintó el retablo de La Compañía y expuso sus obras en múltiples salas y galerías. Fallecida en 1976, la misiva destaca que aún en la actualidad la artista llena salas con sus obras por toda Cantabria y que cinco de sus piezas pertenecen el Museo de Arte de Santander (MAS).