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Las 66 viviendas protegidas de la calle Alta ya están terminadas y los nuevos inquilinos podrán entrar a vivir «a finales de este mes». Ha sido una larga espera -el sorteo de las viviendas se realizó en 2016-, pero las obras ya están terminadas a ... falta de algunos detalles en el parque, donde se ubicará una zona infantil que demandan las familias que están a punto de trasladarse a este céntrico edificio, ubicado frente al Parlamento de Cantabria.
La obra se ha dado por finalizada este lunes tras una inversión de 8,5 millones de euros y cada vivienda cuenta con garaje y trastero. De las 66 viviendas, la mitad se han vendido y la otra mitad son de alquiler con opción a compra, mientras que los precios medios son de 110.000 más IVA. La alcaldesa Gema Igual visitó el fin de las intervenciones y, respecto al alquiler con opción a compra, explicó que era «muy ventajoso porque son 10 años de alquiler y se mantiene el precio de venta de hoy. No cambia si lo quieren adquirir y el 80% de lo que hayan invertido se resta del precio final».
En concreto, hay siete viviendas de un dormitorio, de 69 metros cuadrados de media, y 59 de dos dormitorios, con 86 metros cuadrados de media. Además, hay cuatro reservadas para personas con movilidad reducida, más del 5% que exige la ley. Así, los precios van desde los 96.000 a los 126.000 euros en función del tamaño del piso. En cuanto al alquiler, va desde los 405 a 445 euros al mes. La edad media de los nuevos inquilinos es de 41 años.
Las obras se han hecho en dos fases. La cimentación «fue compleja, con una estructura complicada y los vecinos se quejaron del ruido de picar la piedra, pero eso ya se ha olvidado», apunta Igual. Además de la zona verde frente al edificio, en la azotea hay un área de descanso con juegos infantiles, rocódromo, duchas, zona estancial y mesas.
Eva Govea, una de las afortunadas en el sorteo de estas viviendas, está «deseando» entrar a vivir en su piso de dos habitaciones juntos a sus hijos. «Estoy muy contenta, es un cambio radical desde donde vivo ahora, en General Dávila». Como punto negativo destaca «los años de espera», pero ya ve la luz al final del túnel. «Ya me ha dado tiempo a mirar todos los muebles que quiero y estoy deseando entrar a vivir, nos hace mucha ilusión y el edificio ha quedado precioso».
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