Unos jardines propiciados por la realeza
Piquío ·
El Sardinero empezó a desarrollarse a raíz de los Baños de Ola y la visita de Isabel II. Estos jardines, a punto de renovarse, se construyeron en 1925Secciones
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El Sardinero empezó a desarrollarse a raíz de los Baños de Ola y la visita de Isabel II. Estos jardines, a punto de renovarse, se construyeron en 1925Los jardines de Piquío no se entienden sin los Baños de Ola y sin la estrecha relación de la realeza con El Sardinero. Son uno de los principales atractivos turísticos de Santander y es difícil pensar en ellos sin que vengan a la mente su ... imponente vegetación, su mirador y el característico azul de su pavimento, aunque no siempre fuera de ese color. Construidos hace casi 100 años, están a punto de someterse a una rehabilitación integral que, según garantizan desde el Ayuntamiento, no alterará su imagen actual.
Antes de urbanizarlo al promontorio ya se le veían posibilidades. Un amplio entrante al mar en una zona en auge por el interés que empezaba a despertar el turismo de playa. Pero no se actuaría en él hasta que El Sardinero se popularizase entre la nobleza y, después, el resto de la población. El primer anuncio de los Baños de Ola de El Sardinero se publicó en 1847 en el diario 'Gaceta de Madrid' y la primera visita real fue la de Isabel II en 1861.
1861 Impulso de la reina Isabel II
La soberana viene a darse baños de ola por recomendación médica y, contenta con los resultados, populariza entre la nobleza las playas de El Sardinero. A partir de ese momento, el urbanismo empieza a desarrollarse en esta zona.
Como recoge el libro 'Baños de Ola. El Sardinero y Santander 1847-1930', la monarca vino por prescripción médica para hacer frente a sus dolencias herpéticas. Con su llegada, se habilitó una caseta de lonas listadas junto a Piquío para que pudiera bañarse en el mar y se construyó un camino para que pudiera llegar cómodamente hasta la arena, conocido como Paseo de la Concepción. Contenta con los resultados, extendió entre la clase alta del país los beneficios de la balneoterapia. Y pocos años después se levantaron unos baños permanentes en la Primera Playa de El Sardinero. Ya a finales del XIX, los Baños de Ola se habían convertido en una importante práctica social, tanto para los nobles y la clase alta como para todos los santanderinos.
Pero hubo un momento en el que Piquío, en vez de convertirse en unos jardines, casi termina acogiendo un hotel. En concreto, el Gran Hotel de la Colina, que, aunque finalmente se construyó en 1876 al noroeste, sus promotores solicitaron ubicarlo en el mismo promontorio. Una petición que fue denegada por las autoridades del momento.
La visita de la reina fue el pistoletazo de salida para el desarrollo de El Sardinero y, además de popularizar los beneficios de sus aguas, contribuyó al crecimiento exponencial de su urbanismo. Las décadas siguientes fueron la edad dorada de esta emblemática zona de la capital cántabra: se construyó el palacio de La Magdalena, el hotel Real, el nuevo Casino, la plaza del Pañuelo (hoy Plaza de Italia) y los tranvías de Pombo y Gandarillas.
El primer ajardinamiento de Piquío llegó en 1897, aunque la disposición y forma de los jardines no correspondían con su imagen actual. Los parterres eran de formas circulares, con mucha vegetación, y estaban rodeados de caminos para pasear y ver el paisaje. No fue hasta 1925 cuando el arquitecto municipal, Ramiro Saiz Martínez, diseña y reordena los Jardines de Piquío tal y como se conocen en la actualidad -menos el color del pavimento, que entonces tiraba a gris-.
1867 Primer ajardinamiento de Piquío
Se construye con parterres circulares y con mucha vegetación. El diseño actual no se desarrollaría hasta 28 años después, de la mano del arquitecto municipal, Ramiro Saiz.
Saiz diseñó el trazado y dio unidad a esta zona con las pérgolas, escaleras y senderos que siguen ahí actualmente y que constituyen un conjunto armonioso. Lo único que ha cambiado desde entonces es la vegetación, que se ha ido modificando con el transcurso de las décadas, y las actuaciones puntuales aplicadas para reparar desperfectos, como la renovación de la gran pérgola en 2011. A las puertas de los cien años -los cumplirá en 2025-, los jardines se someterán por primera vez a una rehabilitación total con la intención de que nada cambie pero todo vuelva a estar en perfectas condiciones ya que, sobre todo el pavimento, acumula hoy muchas grietas.
Uno de los elementos más valorados de los Jardines de Piquío es el monumento de la Bola del Mundo, que actualmente se encuentra en el segundo nivel del parque -bajando las escaleras hacia el área más cercana al mar-, aunque ha pasado por otras ubicaciones. Pero no estuvo ahí desde el primer momento, sino que llegó en los años 30. La particularidad de este elemento es que su eje es paralelo al de la Tierra, lo que permite saber con solo observarla en qué parte del mundo es de día y dónde es de noche. Este monumento se restauró en 2010 y volverá a rehabilitarse integralmente con las obras que están por adjudicarse.
Otra de las piezas características de estos jardines que también se rehabilitará con las próximas intervenciones es la mesa zodiacal. Este monumento, que cuando se instaló estaba lleno de colorido, hace años que dejó a la vista la piedra que estaba bajo la pintura. Pero no todos los elementos que llegan se quedan. Desde 1917 hasta el fin de la Guerra Civil, el monumento al investigador Augusto González Linares estuvo en Piquío y, tras dar vueltas por otras zonas de Santander (Plaza de Italia y Alameda de Oviedo entre otras), actualmente está en Gamazo.
2011 Pérgola en mal estado
El mal estado de este elemento obliga a restaurarla por completo. Un año antes, también se rehabilitó el monumento de la Bola del Mundo ubicado en el nivel 2.
Los Jardines de Piquío, por su ubicación privilegiada, también fueron relevantes durante la Guerra Civil. Allí se conservan en la actualidad dos de los seis nidos de ametralladoras que el ejército republicano colocó para proteger los arenales. Uno está en la Segunda Playa, muy cerca de la cara norte del promontorio, y el otro está en el lado sur de la punta de Piquío. Ambos pasan desapercibidos, ya que están pintados como el resto del paseo. Uno de ellos está desfigurado, ya que se construyó un banco corrido pegado a él que lo vuelve imperceptible. Y el otro, mejor conservado, también es difícil de detectar, ya que se utiliza como base para sostener el saliente de los jardines. Estos nidos republicanos no llegaron a utilizarse porque eran inútiles, ya que habían sido mal diseñados adrede por militares leales al otro bando.
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