Un joven pasado de alcohol la lía en un bar de Santander y acaba estrellándose con su bici

Todo ocurrió en el primer bar de Calderón de la Barca, el '100 Montaditos', con hora de cierre a las doce de la noche. Quedaba un solo cliente dentro, un joven de 29 años residente en Santander y natural de Colombia, que no quería salir del local y, por tanto, los empleados no podían cerrar. Así que llamaron a la Policía Local, que a las 00.20 acudió en ayuda de estos trabajadores y lo que allí se encontraron fue a un individuo «aparentemente ebrio» gritando que no iba a irse, que de allí no lo echaba nadie. Primero los policías le «invitaron» a salir del establecimiento porque estaban cerrando. Pero no había manera. «Se negaba de forma reiterada a dichas indicaciones», cuenta la Policía Local, que tuvo que armarse de paciencia e «insistir en numerosas ocasiones» para que, al fin, pusiera un pie en la calle. Ya en el exterior, la Policía le solicitó su documentación. Pero tampoco. Se negó a ser identificado, aunque finalmente mostró una fotografía de su DNI y se comprobó su identidad.

Los agentes le informaron que iba a ser denunciado administrativamente por lo ocurrido en el bar y, además, le advirtieron de que no podía marcharse en la bicicleta que tenía aparcada en el exterior del local por tener «síntomas evidentes» de encontrarse bajo los efectos del alcohol. Tampoco. Nuevamente hizo caso omiso a las indicaciones de los policías se montó en la bici y se marchó enfilando hacia los Jardines de Pereda. No llegó muy lejos. Mientras pedaleaba seguía gritando a los policías «iros a la mierda, hijos de puta, os voy a matar, venid que os estoy grabando (...)», entre otros improperios. En eso estaba cuando casi atropella a una pareja que caminaba por el parque -aunque pudieron esquivarle a tiempo-, fue perdiendo la estabilidad y acabó estrellándose contra una farola del alumbrado público (elemento que resistió el golpe, por lo que no hubo más daños materiales que los de la bici). En ese momento se procedió a su detención por supuestos delitos de desobediencia grave y amenazas.

Luego los policías quisieron que se sometiera a la prueba de alcoholemia, pero tampoco hubo manera de que soplara correctamente. Para dar por válido el resultado de un test de alcoholemia es necesario realizar dos veces la prueba con un intervalo de diez minutos. En este caso, como no pudo corroborarse el resultado porque, al parecer, las hizo mal a sabiendas, se considera una negativa a someterse a las pruebas y esto también es sancionable. Como lo que conducía era una bici no hay sanción penal, solo administrativa.

Desde el 1 de marzo, el Ayuntamiento de Santander gestiona las sanciones administrativas y por esta negativa a someterse a la prueba de alcoholemia, la Policía Local indica que se le impondrá una sanción de 1.000 euros (serían 500 por pronto pago). Al final, la bicicleta se la llevó la grúa al depósito municipal de Ojaiz y al joven se lo llevó la Policía Local a sus calabozos, donde permaneció mientras se hacían las digilencias hasta que luego se hizo cargo de él la Policía Nacional, para ponerlo después a disposición judicial por los delitos que se le atribuyen.