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Desde hace dos semanas hay una calle de Santander que se ha convertido en la comidilla de muchas conversaciones. Es lo que suele ocurrir con las novedades. La curiosidad por conocerlas siempre atrae gente. Justo por eso, estos días se ha mencionado más de lo ... habitual la calle Juan de Herrera, en el centro de la ciudad. Y eso, al final, es importante: «Es bueno, mejor que hablen de ti», bromea Ángel Benito, de la zapatería (con el mismo nombre) que se ubica en ese vial de la ciudad. Sobre todo porque esta vez se debe a algo positivo. Primero fue la cafetería Manolo Bakes, que lleva una semana en el número 13, la encargada de dar protagonismo a la calle. La llegada de los «famosos 'manolitos'» -que no croissants, como señala su propio eslogan-, se tradujo en colas. Muchas. Una estampa que, pasada la inauguración, continúa repitiéndose en ciertos momentos del día. Y en la misma semana se repitió el escenario tras el aterrizaje de la marca Blue Banana, con gran tirón entre el público juvenil. Así que ahora estos dos nuevos negocios conviven con otras cadenas conocidas que ya llevan sus años, pero también con algunos pequeños comercios que están ahí desde hace décadas, de los de toda la vida. Esos que ya van por la tercera generación y tienen una clientela fija.
¿Y cómo han recibido a los nuevos vecinos? Contentos. «Lo mejor que podemos tener son locales abiertos», resume Salva Prellezo, de Calzados Ocharán, justo al lado de la nueva tienda de ropa. Ella lleva 46 años en la calle y sabe de lo que habla. La vio crecer y llegar a sus mejores momentos, sobre todo cuando se peatonalizó y le robó protagonismo a San Francisco. También en otras situaciones más delicadas. El comercio local lleva años viviendo una agonía, sufrida sobre todo por la expansión de las grandes cadenas y el auge de las ventas por internet. Así que muchos negocios no han podido evitar el cierre. Y ese es, precisamente, el punto que quieren evitar: tener establecimientos con la persiana bajada. Porque es una imagen que no atrae clientela, más bien al contrario, y eso le quita alegría a la calle. Algo que, por otro lado, ya ocurre en San Francisco.
Por eso celebran las nuevas marcas. Además, desde el punto de vista de las ventas, la comerciante sabe que tiene su «clientela fija» y eso no va a cambiar porque irrumpan otros negocios. Pero si, además, los recién llegados ayudan a atraer más personas y «dan vida» a la zona, quizá reciba la visita de nuevos clientes. Quienes llevan décadas instalados no ven ningún inconveniente en compartir calle con las nuevas franquicias.
Al final ellos ya tienen la «clientela de toda la vida», insiste José Antonio Camus, de Tejidos Antonio. Él, personalmente, está «muy contento» con sus vecinos y cree que cada comercio «se adapta» a las circunstancias con las que se topa. «Prefiero que se ponga gente a que esté el local vacío», vuelve a repetir. Sobre todo si eso significa que haya más tráfico.
«Lo mejor que puede tener la calle son locales abiertos y no cerrados»
«Yo tengo mi clientela fija y me parece muy bien, mejor ver gente por aquí»
«Cuantas más cosas haya, mejor. En esta calle nos hacen falta más cafeterías»
«La hostelería acerca a otro tipo de cliente. Tener un local al lado siempre será beneficioso»
Ver que hablan de la calle ya es bueno y ya se nota que hay más gente, son nuenas noticas»
En el recorrido por Juan de Herrera, sobre las 18.00 horas, mientras los clientes empiezan a acumularse a las puertas de Manolo Bakes, una trabajadora de la Perfumería Villafranca hace una valoración similar a otros comerciantes. «Todo lo que traiga gente es bueno. Lo que no es positivo es tener locales cerrados», subraya Marisa Gutiérrez. Porque el tráfico, el trajín, las idas y venidas de personas dan «ambiente», añade, y eso supone aumentar los clientes potenciales. Ellas lo saben bien porque su establecimiento tiene doble entrada. Una por la que parece ya la nueva calle comercial de moda y otra por San Francisco, que está casi de adorno. Apenas se usa. En ese lado «hay muchos locales cerrados», coincide. Como la librería Estudio, que bajó la persiana en mayo de 2021. La tienda ha dejado vacío un local grande justo al final de la calle, cerca ya de la Plaza Porticada. Ahora esos nuevos negocios sirven para llenar los espacios que estaban desiertos y que le quitan interés a cualquier calle. «¿Que hay más comercios? Eso es bueno para el centro», resume la trabajadora.
Y ese es el sentir de los comerciantes que llevan días viendo colas a las puertas de los nuevos negocios. Uno de ellos de hostelería y con una gran terraza. Todo un acierto que valora de forma muy positiva Marta Lalastra, de la tienda Carnaby, que hace esquina con la calle Lealtad. «Aquí hacen falta cafeterías», dice. Ambos sectores se han llevado siempre bien, se nutren uno de otro. Tener cerca un sitio donde sentarse también atrae clientela. A partir de cierta hora la zona se vacía si no hay bares en los que «tomar algo». Por eso se ve «más gente» al otro lado de la Porticada, en las calles Arrabal y Del Medio. «A nosotros nos pasa lo contrario que a otras calles, no hay ni una terraza», indica Benito.
Las compras por internet son uno de los puntos que más han perjudicado al comercio local. Por eso, tiendas físicas que atraen gente «son beneficiosas», señala Gonzalo Cayón, secretario general de la Federación del Comercio de Cantabria (Coercán). Además, marcas como Blue Banana, que tiene «mucha aceptación por gente joven», también sirven para «mantener el interés por el comercio minorista» de este grupo de población. En resumen, «nadie entiende que pueda ser perjudicial». Y, por supuesto, tampoco la hostelería, porque sirve como «tractor para que vaya gente a la zona» e incluso atrae a otro tipo de perfil. Además, Manolo Bakes ocupa ahora un local de dos pisos que dejaba un enorme vacío y que resultaría muy grande para un comercio.
Pero hay más. Cada nuevo establecimiento implica la contratación de una plantilla, de personal que puede pasar también a ser clientela. «Los propios comerciantes te compran», valora Benito. Sobre la competencia, recuerda que los negocios del mismo sector siempre han convivido. Es más, las calles tradicionalmente se bautizaban en función de las tiendas.
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