![Un laboratorio de ojos artificiales en Santander](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/01/23/paulino-herrera-1-kHTG-U2101325857745DcC-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
![Un laboratorio de ojos artificiales en Santander](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/01/23/paulino-herrera-1-kHTG-U2101325857745DcC-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Paulino Herrera (Santander, 1981) perdió el ojo derecho cuando tenía solo dos años debido a un tipo de cáncer (retinoblastoma) que comienza en la retina y se extiende hacia el cerebro, con más prevalencia en niños. «Era prescindir del ojo para salvar la vida», explica. ... Son pocos (sobre los 150) los casos que hay en España de este tipo de cáncer.
«No fue una infancia fácil. Psicológicamente ha sido muy complicado –confiesa–; se tiende a no hablar del tema y no se sabe qué futuro nos espera. Además, mi caso, se complicaba cada vez más». En su opinión, las personas con prótesis «nunca llegamos a reconocernos del todo, al fin y al cabo la prótesis no pertenece a mi cuerpo».
Los largos viajes fuera de Cantabria para acceder a un centro ocular complicaban la situación, ya que cualquier molestia o duda que surgiera no podía resolverse en su ciudad.
Otro muro con el se encontró Paulino era la dificultad para aprender y formarse en este campo. A pesar de la poca información que había, persistió en su decisión de profundizar en ello e inició un proceso de formación que ahora se ve cristalizado en una iniciativa emprendedora: abrir en Santander su propio centro de diseño de prótesis oculares, que acaba de inaugurar en la Calle del Sol.
Es el resultado de cuatro años de formación, primero a través de un módulo de Prótesis y Productos de Apoyo, que después completó con una especialización ocular y prácticas en Huesca; anteriormente, Paulino había estudiado la carrera de Bellas Artes y trabajado en ello, lo que le aporta esa sensibilidad para pintar minuciosamente. Todo este conocimiento lo plasma en sus diseños de prótesis oculares, que se fabrican con un método artesanal, logrando un toque diferenciador de realismo y personalizadas para cada paciente.
«Creo que tener este servicio en tu propia ciudad facilita la difícil situación del paciente y mejora la calidad de vida de los clientes», considera el responsable de Laboratorios Herrera. «Es un trabajo que hace poca gente, con una técnica clásica, manejo de los volúmenes y los colores y que pinto a mano», explica. El precio de cada prótesis ronda los 1.400 euros, aunque la Seguridad Social lo financia casi en su totalidad, hasta los 1.200 euros.
Cuando se habla de los trasplantes de ojos, a Paulino le cambia la cara: «Sería un sueño». La medicina cada vez está más cerca de conseguirlo. El pasado mes de noviembre fue un hito cuando se practicó el primer trasplante ocular en EE UU. «Aunque para que llegue a España todavía falta mucho», lamenta. Cuando ese momento llegue, su laboratorio se adaptará a los nuevos servicios. «Quiero dar un servicio técnico para los oftalmólogos, con capacidad de personalizar sus intervenciones y, en un futuro, fabricar otros apoyos para el trasplante», analiza.
El ojo de cristal dejó de utilizarse hace 90 años. Desde 1935 se utilizan las prótesis de metacrilato, «el plástico más vidrioso». «Las prótesis son huecas y finas, con forma de media espera. Llevarla te genera cierta tensión», describe.
El emprendimiento implica valor y, en este caso, al ser algo desconocido «mucho vértigo». «No sé como poner el escaparate, ya que ¡vendo ojos artificiales!», comenta Paulino. En cambio, tiene muy claras otras partes del negocio: la agilidad en la fabricación, el servicio al médico y la cercanía con el cliente.
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