«Me lancé al mar porque vi que el chico se iba a ahogar en cuestión de segundos»

El aviso del 112 llegó a mediodía. Un paseante acababa de divisar a un joven en el agua que parecía flotar inconsciente. Los efectivos de Bomberos, Policía y 061 llegaron tan pronto como pudieron. «Creo que no tardamos mucho porque la zona nos quedaba cerca de nuestro centro», recuerda Revuelta, que este martes era el jefe del operativo. «Yo fui de avanzadilla, como suele suceder. El jefe echa un vistazo y llama a los compañeros para que traigan el material que hace falta». Junto a él, otros agentes de la Policía Nacional. Todos peinando la zona en busca de una figura en el agua. «Lo encontró un compañero de la Nacional y me gritó '¡Está aquí!'». «Luego lo vi a lo lejos. Era un joven y estaba flotando en el agua, como haciendo la plancha. Entonces busqué una manera de bajar al agua», añade. Pero no hubo tiempo suficiente para buscar un descenso seguro. «El compañero policía volvió a gritar: '¡Se hunde!'...». Y entonces Julio supo que tenía que lanzarse.

«Las olas le estaban pasando por encima. Miré rápido alrededor y vi un hueco por donde me podía tirar, al fondo no había tantas rocas». Por suerte el mar estaba tranquilo el martes. «Me dijeron que me había lanzado a lo loco, pero no fue así. Yo vi bien por dónde iba».

Llegó donde el joven y comprobó que se encontraba inconsciente. «Flotaba, pero era cuestión de nada que se hundiera definitivamente», señala. Por eso le practicó inmediatamente los ejercicios de reanimación. Revuelta es bien conocido en el mundo de la competición de travesías en mar y es organizador de este tipo de eventos. Sabe lo que se hace cuando se habla del entorno marino. «Digamos que en mi equipo siempre soy yo el que se tira al agua, sabiendo, claro, que tengo el apoyo de mi gente, de mis compañeros; pero sí es verdad que soy el que menos le teme al agua». Por eso es él, también, el encargado de formar en cursos especializados de rescate marino a muchos otros agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

«Se me da bien el mar. Toda la vida he nadado mucho y creo que lo conozco. Precisamente por ello también soy muy precavido», confiesa. Pero en el caso del pasado martes no había otra oportunidad: «O nos tirábamos, o se nos hundía».

Luego, una vez en la costa, junto a las rocas, los compañeros de la Policía Nacional ayudaron a llevar al chico a un lugar seguro en tierra. «Si no llegan a ayudarnos, no podríamos haber salido», insiste Revuelta, que se empeña en delegar el protagonismo a todos los efectivos que participaron del dispositivo: «Yo me lancé al mar, pero le hemos salvado todos, porque si no están los demás, tanto Policía como mis compañeros bomberos y los sanitarios, mi acción no vale para nada».

Un médico del 061 y un técnico reanimaron a la víctima en las rocas y decidieron llevarla a la ambulancia. «Los agentes de la Nacional hicieron unas señales a unos pescadores que se encontraban en una zódiac y los mandaron venir. Subieron al chico a la embarcación y nos llevaron al aparcamiento de la playa, donde estaba la ambulancia».

Julio Revuelta lleva más de 23 años de servicio en los bomberos. «He asistido a casos similares a lo largo de mi carrera y son intervenciones peligrosas donde es importante calcular bien la situación y tener la sangre fría». «Cuando todo acaba y haces balance, te sientes orgulloso de haber hecho bien tu trabajo, satisfecho de haber rescatado a la víctima con vida».