La larga espera en Nueva Montaña
VECINOS AFECTADOS POR EL DERRUMBE ·
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VECINOS AFECTADOS POR EL DERRUMBE ·
En el aniversario del derrumbe del aparcamiento, los vecinos aún aguardan solucionesUn fuerte estruendo rompió la quietud de la noche. Eran las seis y media de la madrugada del 13 de enero de 2020 cuando el parque y las zonas verdes de una urbanización de Nueva Montaña se hundían sobre los garajes subterráneos ubicados justo debajo. ... El ruido, similar a explosiones, causó confusión entre los vecinos. Muchos aún dormían y otros estaban preparándose para ir a trabajar. Por suerte, ninguno estaba en el interior de los aparcamientos. Los primeros minutos fueron de caos: vestirse rápidamente, coger lo indispensable y salir corriendo de casa. Ya en el exterior ataron cabos sobre lo ocurrido al ver el estado de su zona de paseo habitual, completamente hundida. Un año después del accidente, los vecinos todavía esperan soluciones y que los trabajos de reconstrucción empiecen seriamente.
A Rebeca Martínez le despertó aquel día su marido. «¡Han puesto una bomba!», gritó él. Se levantó alterada y juntos se asomaron a la ventana, desde donde vieron cómo se hundía el parque y emergían los pilares de los aparcamientos. «También pensamos que podía haber caído un avión, porque el aeropuerto está cerca». No se lo pensaron dos veces, cogieron a su hijo Yeray y bajaron a la calle con el pijama puesto. «Le dije a mi marido que cogiera el poco dinero que teníamos en casa y las escrituras, no me digas por qué», narra la afectada. A pesar del susto, puede considerarse afortunada porque a su pareja le quedaba una hora para bajar al garaje y coger el coche para irse a trabajar.
El coche de Rebeca no está entre los siniestrados, pero el de la presidenta de la asociación de vecinos, María Eugenia Fernández, sí. «Cuando salí y vi el agujero ya me di cuenta de que mi coche estaba debajo», explica. Tras los primeros días de confusión por lo ocurrido, comenzaron los trabajos para sacar los vehículos dañados de los garajes 3 y 4, los más afectados. «El mío fue siniestro total y todavía estamos esperando una resolución. Vamos a reclamarlo a través de la póliza del seguro, acabamos de firmar los papeles. Va a pasar un año y estamos como al principio». A María Eugenia le dieron cien euros por la chatarra en la que quedó convertida su coche y, de momento, no ha recibido ninguna otra solución.
Rebeca Martínez | Vecina
Víctor Fernández recuerda el derrumbe con nitidez. «Fui el primero en bajar y ver lo que había ocurrido. Lo peor fue el susto que me llevé al escuchar el derrumbe. He estado muchos meses enfadado, esperando a que se pusiera una solución a lo ocurrido. Ahora que han comenzado las obras -una máquina empezó a trabajar esta semana-, ya lo veo con otros ojos». Para Yeray, de ocho años, tampoco han sido unos meses agradables. «Cuando me asomaba a la ventana durante el confinamiento y veía ese agujero tan grande en el espacio donde antes estaba el parque, me ponía triste», explica. «Si ya era malo tener que estar encerrado en casa sin ver a mis amigos ni ir al colegio, tener esas vistas lo empeoraba. Tengo ganas de que lo arreglen ya y pueda volver a jugar ahí».
Los vecinos coinciden en que el covid ha sido el principal causante de los retrasos en el inicio de las obras. Sobre todo porque, con las restricciones, apenas han podido reunirse para debatir y consensuar el mejor proyecto. A pesar de ello, están satisfechos con el resultado y con la comunicación que han mantenido con la Consejería de Obras Públicas. Alejandro Sancebrián, junto a Rebeca y Eugenia, es miembro de la comisión que se creó tras el derrumbe para acudir a las citas con las administraciones. «Lo primero que hicimos fue buscar una empresa, Auscultia, para que hiciese un estudio de las causas del accidente y fuera ajena tanto al Ayuntamiento como al Gobierno de Cantabria». Los vecinos se apoyaron en ese análisis independiente para abordar las sucesivas reuniones y exponer todas aquellas anomalías que, a su juicio, debía abordar el proyecto.
María Eugenia Fernández | Presidenta de la asociación de vecinos
La intención de los vecinos es que Auscultia continúe supervisando las intervenciones hasta que terminen, según la previsión, en 2023. Para ello, hicieron una votación con papeles entre todas las personas afectadas para conocer la opinión general y saber si la mayoría estaba dispuesta a asumir la derrama que se tendría que pagar a la empresa. «Salió que sí, pero el administrador de la finca nos ha dicho que la votación que hemos hecho no tiene validez jurídica y que habría que llegar a un consenso de otra forma. Estamos esperando a que nos dé una solución porque, de momento, no nos ha dado opciones», señalan Rebeca, María Eugenia, Alejandro y Carolina Gutiérrez, otra vecina afectada.
Gracias a este estudio independiente, los afectados por el derrumbe han podido denunciar otras insuficiencias que sufrían los garajes, como las filtraciones de agua. «En un primer momento no se contemplaba actuar en todos los aparcamientos, únicamente se iban a arreglar los que se habían hundido. Pero insistimos en que el documento los incluyera todos para reforzar la zona completa y evitar que pasara algo similar en los garajes que siguen en pie», explica Alejandro. «Estamos bastante contentos con el proyecto. Ya han empezado a impermeabilizar y para abril se comenzará a reconstruir la losa que se cayó. Tenemos ganas de que termine y podamos recobrar la normalidad».
Alejandro Sancebrián | Vecino
Las intervenciones para rehabilitar estos garajes de Nueva Montaña constan de tres fases. Esta semana comenzó la primera, que consiste en reimpermeabilizar toda la zona para evitar filtraciones futuras. Según la previsión, esta etapa terminará en abril de 2021. En ese momento comenzará la segunda fase, la más larga de todas y que consistirá en reconstruir los aparcamientos. Se colocará una nueva losa en la zona que se hundió y también se equipará en interior de los garajes. Como refleja el proyecto de Obras Públicas, este tramo de las actuaciones se extenderá hasta el segundo trimestre de 2023. Una vez superada esta fase llegará la última, que se enfocará en urbanizar de nuevo la parte superior. Será similar a la que existía antes del derrumbe y tendrá zonas verdes, parques infantiles, canchas deportivas y máquinas de ejercicios para adultos. «No tendrá árboles y lo preferimos así, porque las raíces dieron problemas», apuntan los vecinos.
Tras el derrumbe, tanto el Gobierno de Cantabria, como el Ayuntamiento de Santander y la asociación de vecinos encargaron informes para conocer las causas del hundimiento de los garajes. Todos coincidieron en que los aparcamientos se vinieron abajo porque la carga de rellenos situada sobre ellos era superior a la que se había previsto en el proyecto inicial. En algunos puntos, incluso, era más del doble de la que podía soportar la infraestructura. Pero, ¿por qué se colocó el doble de cargas de las que estaban previstas? El informe del Ayuntamiento ubica el error en un modificado de obra que se añadió en 2003, un año después de que se presentase el proyecto original, y en el que se sustituyeron las losas definidas al principio, de 55 centímetros de canto, por otras de 35. El informe del Gobierno también lo relaciona con el 'cansancio del hormigón', un concepto que se refiere a la disminución de la resistencia del material con el paso de los años y que puede bajar hasta un 15%. En el documento de los vecinos, se recoge que la reordenación de las zonas verdes también contribuyó a la sobrecarga.
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