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Cuatrocientos civiles participaron este domingo en la jura de bandera organizada por el Ejército de Tierra y el Ayuntamiento de Santander en la céntrica Plaza Porticada, atestada de gente en una mañana de primavera a ratos veraniega en la que la enseña nacional, las Fuerzas ... Armadas Españolas y los propios jurandos –santanderinos la inmensa mayoría–, acapararon todo el protagonismo de un acto con una fuerte carga simbólica.
Abrigada por unas 2.000 personas, unas acomodadas en los graderíos instalados para la ocasión, otras en su caso apostadas las calles adyacentes, y presidida por el general Juan Carlos González, jefe de la División San Marcial y máximo representante institucional del Ejército de Tierra en Castilla y León y en Cantabria, la ceremonia dio comienzo con la entrada en la plaza de la fuerza que iba a escoltar el evento; 150 soldados del Regimiento de Infantería Tercio Viejo de Sicilia provenientes de San Sebastián –un escuadrón de gastadores, la banda de guerra y una compañía de fusilería– y de la unidad de música de la División San Marcial llegados de Burgos.
Con ellos en posición de firmes accedieron a la calle los porteadores de la bandera de España. De las banderas, en concreto. Porque fueron dos.
Dado el gran número de personal civil que se había inscrito para efectuar su juramento o su promesa a la enseña nacional, y para no ralentizar el desarrollo de todos los actos programados, la organización optó por incorporar una segunda bandera. Así, además de la que ondea en el Regimiento de Infantería Tercio Viejo de Sicilia Número 67 también participó la que enarbola el Regimiento de Infantería Garellano Número 45, con sede en Munguía (Vizcaya).
Las dos lo hicieron al tiempo, a los acordes del himno nacional y antes de que el general González pasara revista a la tropa, saludara a las autoridades locales y diera su permiso para comenzar la jura.
Amenizado por la unidad de música, que entre el primero y el último de los jurandos tuvo tiempo de sobra de interpretar al menos tres o cuatro marchas militares, el acto se centró entonces en las 400 personas que querían «formalizar su compromiso con la defensa de España».
Gema Igual
Alcaldesa de Santander
Luis Suelves
Coronel del Ejército de Tierra
Ricardo Gómez
Jurando
Obviamente, no en el sentido bélico que envuelve la expresión. En la práctica, la jura civil no es sino la expresión cívica, pública e individual de lealtad hacia España y el resto de los españoles. «Un compromiso firme por defender los intereses colectivos siendo un buen ciudadano», subraya la Constitución.
Al frente de esos 400 jurandos se colocó la alcaldesa de la ciudad, Gema Igual, que llegó ataviada con un bolso muy español. «Este es el mejor ejemplo que existe de la comunión de la ciudadanía de Santander y Cantabria con su bandera, con su Ejército y con su país», remarcaría luego la regidora.
Y detrás, algunos (no todos) concejales del Partido Popular, los dos diputados de Vox, Cristóbal Palacio y Armando Blanco, la exatleta olímpica Ruth Beitia y cientos de ciudadanos que llevaban meses esperando un día que incorporarán a su calendario de efemérides junto a la fecha de su nacimiento, de su comunión o de su boda.
«He venido a renovar mi compromiso personal con España», decía el santoñés Ricardo Gómez, que este domingo juraba bandera por segunda vez. Antiguo infante de marina, ya lo hizo cuando prestó el servicio militar, hace 27 años. «Para mí es un momento especial porque con este gesto escenifico mi amor por nuestro país», un sentimiento, añade el hombre, que lleva implícito el respeto por sus símbolos, por su himno y por su bandera, que, para él, «no es un trapo».
Ni para él ni para ningún otro de los ciudadanos que le acompañaron en la jura.
Todos ellos mayores de edad –es uno de los requisitos que impone la ley– 400 hombres y mujeres de entre 18 y 92 años desfilaron por el centro de la plaza, este domingo engalanada de rojigualda, deteniéndose tan solo un instante frente a las banderas nacionales, que besaron, rozaron o simplemente miraron inclinando la cabeza con respeto.
Animados por la organización, que en los prolegómenos del acto les hizo una sola recomendación («¡lúzcanse y disfruten!», se escuchó decir por la megafonía), los jurandos salieron al encuentro de la enseña nacional exhibiendo, muchos de ellos, complementos con los colores de España; relojes, pulseras, insignias, broches, lazos y hasta mascarillas adornaban sus vestimentas, algunas de gala e, incluso, tocadas con la tradicional mantilla española.
Luego de que jurara bandera el último de los 400 ciudadanos hablaría el coronel Luis Suelves, jefe del Regimiento de Infante-ría Tercio Viejo de Sicilia Nº 67. Para expresar el agradecimiento de las Fuerzas Armadas a Santander y a los santanderinos por el apoyo y el cariño demostrado durante todo el fin de semana. Para ensalzar la comunión entre civiles y militares en un acto que aúna tradición y simbolismo. Y para recordar que a España «no sólo se la defiende militarmente». Que hay otras muchas maneras de hacerlo sin necesidad de tomar un fusil.
Su discurso, bueno y breve, y por lo tanto dos veces bueno, condujo a la ceremonia hacia el momento de mayor emotividad; el homenaje que los militares rinden a los caídos por España a cada oportunidad que tienen de hacerlo.
Sonó entonces en la Plaza Porticada 'La muerte no es el final', la obra compuesta por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin adoptada por los tres ejércitos para enaltecer a sus muertos y que acompañó a González e Igual hasta los pies de la estatua de Pedro Velarde, el héroe español, donde el general y la alcaldesa depositaron una corona de flores cuando la unidad de música tocó a oración.
Culminado como acostumbra, con una salva de fusilería, el final de tan conmovedor momento dejó el cierre del acto en las manos enguantadas de los soldados del Tercio Viejo de Sicilia, que primero entonaron a pleno pulmón el himno de su regimiento y luego protagonizaron un desfile por la calle Calvo Sotelo con el que se dio por terminada su presencia en Santander, donde las Fuerzas Armadas Españolas reclutaron este domingo a otros 400 soldados más.
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