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Daba el calor el viernes por la tarde una buena bofetada a los ciudadanos del centro de Santander cuando la Policía Local atendió el requerimiento de unos vecinos contra otros de su edificio, que, seguramente presas de la canícula, instalaron una piscina donde no debían. En un patio interior de la calle Antonio López, los residentes en la única vivienda con acceso directo a este espacio colocaron una piscina portátil, «de estas azules desmontables que se anuncian, de tres metros de largo por dos de ancho», cuentan en la Policía Local. La pequeña alberca (en caso de que tuviera una altura estándar de 75 centímetros, medida que no consta en el parte policial) podría contener 3.834 litros de agua, que es la capacidad de las que tienen tales dimensiones. Residentes de pisos superiores sin acceso al patio denunciaron la colocación de esta piscina y la policía acudió ante «el riesgo de colapso y derrumbe» por el peso del agua, ya que debajo del patio estarían los garajes del edificio.
Eran las 17.50 horas del viernes, cuando Santander se achicharraba a unos 34º. Los agentes comprobaron la situación de la controvertida piscina y acudieron al piso denunciado por los vecinos. Allí vive una pareja, G. I. (hombre) y V. E. (mujer), que se negaron a dejar entrar en su casa a los policías «de forma reiterada». Tanto fue así que la Policía Local tuvo que pedir una autorización judicial para acceder al domicilio y finalmente entraron acompañados de bomberos municipales, que pasaron al patio, vaciaron la piscina con una bomba de achique y luego la desmontaron por completo y la retiraron de allí. Además de la denuncia de los vecinos por poner la piscina, que infringe la ordenanza de convivencia ciudadana, G. I. y V. E. fueron denunciados por la Policía Local en base a la Ley 4/2015 por «desobediencia a las órdenes de los agentes» y el varón, además, por «falta de respeto y consideración a agente de la autoridad». Por todo lo ocurrido se instruyeron las correspondientes Diligencias Judiciales.
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Ana del Castillo
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