007 Licencia para pescar

«Está comiendo Sean Connery en el Bar del Puerto». «No, es Timothy Dalton Connery y está en La Mulata». «¿No sería Pierce Brosnan el que está en Tetuán?». «A ver, a mi lo que me han dicho es que anda 007 por Puertochico». Cualquiera de estas frases se podía haber repetido en el Santander de finales de los años ochenta, cuando de pronto se extendió el rumor de que el actor que interpretaba (o que había interpretado) al espía creado por Ian Fleming rondaba por la ciudad. La identidad variaba según el momento, porque no se hablaba de uno u otro actor, sino sencillamente de su número: 007. Y ojo porque esto tiene mucho que ver con cómo de la nada surgió esa disparatada historia nacida de la técnica del teléfono escacharrado. Y porque cualquier James Bond es más conocido para el gran público que quien en realidad cenaba ese día en la zona.

En realidad todo era mucho más sencillo. Federico Lucendo Pombo, un periodista de la Cadena Ser en Cantabria especializado en asuntos latinoamericanos, había invitado a Edén Pastora a Santander. Para celebrar los quince años de su programa quería algo especial. Una personalidad muy conocida y, por supuesto, ligada a la política de Latinoamérica, una de sus grandes pasiones y eje del programa. Decidió invitar al nicaragüense, que aceptó la propuesta y pasó así unos días en Cantabria.

Hacía ya muchos años que Pastora había abandonado el Frente Sandinista de Liberación Nacional, pero fue hasta su muerte en 2020 una figura muy recordada por su participación en la revolución de 1979, en la que los sandinistas derrocaron la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua.

Un prólogo probablemente imprescindible para desalojar a Somoza fue la toma del Palacio Nacional de Managua el 22 de agosto de 1978, en el que un comando de 35 sandinistas capturó a todo el legislativo somocista y varios familiares del dictador. Somoza tuvo que librar prisioneros, pagar un rescate e incluso publicar varios manifiestos para solucionar la crisis, aunque lo hizo en falso, porque su régimen había comenzado ya a desmoronarse.

Pastora era el que lideraba el comando junto a Hugo Torres (Comandante Uno) y Dora María Téllez (Comandante Dos). Su sobrenombre en aquel operativo, el de Comandante Cero, le acompañaría ya durante toda su carrera política, incluso cuando evolucionó a posiciones más conservadoras y acusó a sus antiguos compañeros de haber desviado el proyecto hacia posiciones próximas a la Unión Soviética y Cuba.

En 1981 abandonó el Gobierno nicagagüense, del que era viceministro, y posteriormente participó en la fundación de la Contra, una guerrilla conservadora dedicada a combatir el sandinismo que sumió al país casi en una guerra civil soterrada, y terminó trabajando para el mismo Daniel Ortega al que en otros tiempos había combatido. Por el caminos se había presentado en varias ocasiones a las elecciones presidenciales de su país, pero sin éxito.

En su azarosa vida personal, muy convulsa no solo en el plano político y de la guerrilla, dejó, según sus propias palabras, 21 hijos fruto de cuatro matrimonios y «seis romances» durante su larga vida, que transcurrió por diversos países de Latinoamérica, especialmente su Nicaragua natal, donde también murió, y Costa Rica.

Y una vez recordado el personaje, la extraña confusión. Hasta su muerte le acompañó el sobrenombre de Comandante Cero, y aquel día estaba, efectivamente, junto al periodista en un local de Puertochico. Alguien, en algún momento y sin que se sepa muy bien por qué, confundió aquello de Comandante Cero por 007. Y así comenzó el dislate. Poco después se extendía el rumor no de que Edén Pastora andaba por la zona, lo que era completamente cierto, sino un tipo mucho más conocido. El guerrrillero exsandsinista de pronto era un agente al servicio de la reina de Inglaterra. Incluso se recibieron en la redacción de El Diario Montañés varias llamadas informando –o desinformando– de que 007, o Sean Connery, o Pierce Brosnan, o Timothy Dalton, o quien fuera, estaba en la ciudad.

El bulo fue sencillo de desmontar –bastaba una llamada–y nunca se publicó nada. Además, la presencia de Pastora sí se había anunciado y había programadas entrevistas con él en la propia Radio Santander, en El Diario y otros, con lo que la confusión se solucionó con brevedad y nunca saltó a los medios de comunicación. Pero el rumor pasó de boca a oído durante unos días en los que Santander se había convertido de pronto en la ciudad de vacaciones de 007, que en Puertochico en lugar de licencia para matar debía tenerla para pescar.

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