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Locales reconvertidos en viviendas
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Entre 2020 y 2022 se solicitó el cambio de uso para casi un centenar de bajos comerciales que se han convertido en acogedores hogares, algunos destinados a alquiler vacacionalMARÍA DE LAS CUEVAS
Lunes, 2 de enero 2023, 01:00
A simple vista nadie pensaría que se trata del mismo espacio, pero lo es. Las dos fotografías que verán en esta información muestran el antes ... y el después de un negocio que comienza a despegar en Santander. Se trata de cambiar a uso residencial un local comercial a pie de calle. Una de las imágenes (a continuación) pertenece a un garaje que durante años se utilizó como almacén de pienso de animales. Tras una crisis, el negocio cerró y el pasado junio volvió a abrir reconvertido en dos acogedoras viviendas destinadas al alquiler vacacional. El resultado se ve en la siguiente fotografía.
Los requisitos fundamentales para poder solicitar el cambio a uso residencial son un local mínimo de 40 metros cuadrados de planta y una altura de 2,50 metros. También debe contar con un arquitecto que firme el proyecto de obra y pasar la inspección de los técnicos municipales.
Con esta iniciativa se consiguen dos resultados. Por un lado, reinventarse ante una crisis económica que ha golpeado especialmente al sector comercial y que ha derivado en un cierre en cadena de establecimientos, que ahora ven en este cambio de uso una posibilidad de obtener rentabilidad para el inmueble.
Antes
Después
En segundo lugar, las ordenanzas de Santander sobre la concesión de la licencia VUT (vivienda de uso turístico) establecen la necesidad de disponer de entrada independiente, bajo o un primero, con lo que cumplen los locales a pie de calle.
Ante la caída de las ventas y el cierre de comercios, algunos arrendatarios, tras meses sin encontrar inquilino, han optado por este nuevo modelo de negocio. Bien ejecutando ellos mismos el proyecto, bien, alquilándoselo a un tercero, que se encarga de la obra y de la gestión.
En los últimos tres años, en Santander, el Ayuntamiento ha concedido cerca de un centenar de licencias para cambiar de uso comercial a vivienda. Desglosado por años, en 2020 se tramitaron un total de 36 licencias y se ejecutaron 43 viviendas, ya que cuatro de los locales comerciales albergaron dos viviendas cada uno y en otro de ellos, de mayor tamaño, el proyecto incluía la división del suelo entre cuatro viviendas.
En 2021 el Consistorio concedió 33 licencias de cambio de uso a residencial para ejecutar 42 viviendas; y en 2022 se concedieron 22 licencias a bajos comerciales para ejecutar 31 viviendas.
Es el caso de Moisés Martínez, que compró un local de 120 metros cuadrados destinado a almacén, en la zona de El Sardinero, y que ha transformado en dos viviendas de una habitación cada una, un baño y salón comedor con cocina integrada.
«Empecé con el proyecto antes de la pandemia y la vivienda se ha inaugurado este verano. La hemos puesto en alquiler vacacional y está funcionando muy bien. Fuera de la temporada alta está alquilada a estudiantes», explica Martínez, que compró este garaje en 2019 y que ahora tiene dos viviendas. «Estoy muy contento y creo que rentabilizaré la inversión que he hecho en ocho años», asegura.
Jacobo Pazos
Propietario de vivienda
Moisés Martínez
Propietario de vivienda
El proceso para transformar una inhóspita nave en un lugar residencial requiere de una inversión económica que, en el caso de Moisés, ha rondado los 750 euros por metro cuadrado. «Se hizo en 2021, ahora ese precio se ha encarecido por la subida de los materiales», apunta Martínez.
El proyecto fue realizado por un arquitecto, al tratarse de una obra mayor. «El precio del proyecto suele rondar el 10% del coste de la obra, que en mi caso ascendió a 5.000 euros». Para Moisés lo más complejo de todo el proceso ha sido sobrellevar «los 12 meses que tardó el Ayuntamiento en conceder las licencias de obra. Fue desesperante y esto desincentiva a los inversores», advierte.
Para Jacobo Pazos, transformar una nave en su propio hogar era «un sueño» desde su época de estudiante en Canadá. «Me fijaba en los lofts de ciertas calles de Vancouver y soñaba con tener el mío propio», explica este propietario de un local que en su día fue un taller mecánico y al que hoy se le ha dado una segunda vida convertido en una moderna y luminosa vivienda de dos habitaciones, salón con cocina americana y dos baños.
«Lo más complejo fue dar con el local. Después de buscar mucho, encontré el adecuado y me puse a desarrollar el proyecto junto con mis arquitectos. Les expliqué mis ideas de techos altos y retroiluminación y un diseño distinguido. La decoración es algo que siempre me ha atraído. Me gusta el concepto del diseño minimalista, la simplicidad de las líneas rectas y una paleta monocromática en blanco que creo que he conseguido. Estoy muy contento con el resultado».
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