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Miércoles, 27 de diciembre 2017, 15:28
La calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
María Gil LastraLa calle de Lope de Vega, abierta en canal desde hace días, muestra descaradamente a los vecinos su estructura interior. Sus canalizaciones, sus tuberías, el agua del saneamiento que corre calle abajo (y que huele bastante mal) y los viejos adoquines de esta tradicional calle, desde cuyo alto hay una imagen mil veces fotografiada de la bahía.
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