Lucas, animal y caballero
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El león marino fallecido en el Minizoo de La Magdalena era ciego, como su compañera de siempre, Babi, a la que sólo sobrevivió cuatro mesesTERESA COBO
Santander
Lunes, 1 de junio 2020, 07:35
La foto del cadáver de una supuesta foca semitapado con una bolsa de plástico se ha convertido en noticia y en objeto de debate político en los últimos días. La imagen fue tomada en el Minizoo de La Magdalena por una visitante que la subió a las redes. No era una foca, era un león marino californiano, y no uno cualquiera. Se trataba de Lucas, un animal que deja detrás su propia historia. Lucas se instaló en la península palaciega con su amiga Babi, de su misma especie, hace año y medio. Ambos mantenían un vínculo muy estrecho porque los dos eran ciegos y se prestaban apoyo mutuo. La Magdalena fue para ellos la residencia de ancianos a la que fueron enviados para pasar los últimos años de su vida, una vez retirados del mundo del espectáculo en el que trabajaron juntos.
Lucas y Babi, diminutivo de Babilonia, llegaron al Parque de la Naturaleza de Cabárceno cuando eran muy jóvenes, procedentes de otro centro zoológico que los rechazó por su discapacidad física. Ella nació ciega. Él, sólo tuerto, pero un mal día, cuando nadaba en una piscina de exhibición, se cruzó en la trayectoria de un delfín que le mordió el ojo sano. Y se le apagó la luz.
El equipo de adiestramiento de leones marinos de Cabárceno aceptó hacerse cargo de la pareja, pese a la dificultad que entraña entrenar a animales invidentes. Los cuidadores no sólo lograron que se integraran en la manada, sino que los incorporaron al espectáculo. Esas demostraciones las consideraban «necesarias» para mantener activos a los leones marinos en cautividad. Son una especie muy dotada para los malabarismos. Ejercicios como saltar a través de un aro no estaban al alcance de Lucas y Babi, pero desarrollaron otras habilidades. Y pedían aplausos agitando sus potentes aletas delanteras.
Cada noche, cuando la manada se retiraba a descansar, Babi buscaba la protección de Lucas. Él siempre le guardaba un sitio fijo a su lado para que durmiera tranquila. Babi apenas pesaba 90 kilos, pero sabía que su amigo era fuerte y podía defenderla. Lucas, con sus 210 kilos, se ganó el respeto del grupo. La confianza absoluta en la voz de la persona que los guía y el minucioso conocimiento del recinto que ocupan son factores esenciales para que estos pinnípedos puedan sentirse seguros y para actuar delante del público sin que se aprecie su minusvalía sensorial.
Lucas y Babi se llevaban tres años de diferencia. Él nació en mayo de 1990 y ella, en el mismo mes de 1993. Envejecieron y llegó un punto en que ya no podían participar en los entrenamientos. En noviembre de 2018, Cantur cedió los dos animales al Ayuntamiento de Santander para que habitaran en el Minizoo de La Magdalena junto con otros dos leones marinos patagónicos que ya vivían allí, pero con los que no formaron grupo. Adaptarse a su nuevo hogar y dejar su manada supuso para ellos todo un esfuerzo. Sus cuidadores habituales ayudaron en ese proceso. En el acuerdo de donación el Ayuntamiento se comprometía a velar por el bienestar y la alimentación de los dos mamíferos y a garantizarles un alojamiento adecuado.
Babi murió el pasado 28 de enero, a los 27 años de edad, «por un problema neuronal», según consta en el informe del veterinario responsable del programa de sanidad del zoológico de La Magdalena. La pérdida de su compañera supuso un golpe anímico para Lucas, que acusó la depresión de la soledad y sólo la ha sobrevivido cuatro meses. Falleció el 24 de mayo, un día antes de cumplir 30 años, la edad máxima que suele alcanzar esta especie en cautividad. La esperanza de vida se reduce a 25 años para los ejemplares en libertad.
En los últimos días de su existencia Lucas daba muestras de dificultades respiratorias e inapetencia. Murió «por un proceso neumónico». «Probablemente Lucas sea uno de los leones marinos californianos más longevos de Europa», indica el veterinario Juan Carlos González Cueli.
Lucas no merecía ser visto así, con la mitad delantera del cuerpo tapada por una bolsa de basura negra y la mitad trasera al descubierto. El único trabajador que estaba en el zoo el domingo en que falleció no podía mover él solo una mole de 200 kilos. Pero alguna medida se podría haber tomado para evitar que permaneciera allí durante toda esa tarde y la mañana del lunes. Si esa imagen se tomó fue porque se dio pie a ello. Y ha servido para que se revisen las condiciones de vida de estos animales. Lucas era inteligente y valeroso, se adaptó a su ceguera y cuidó de Babi hasta que ella murió. Sus adiestradores de Cabárceno decían de él que era «un caballero». Así merece ser recordado.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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