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La red municipal de ludotecas de Santander ha implantado un plan de detección y gestión de los efectos psicológicos y emocionales derivados de la pandemia tras detectar «distintos síntomas y comportamientos» en los niños que acuden a estas instalaciones. El objetivo del plan, dirigido a niños de entre 3 y 12 años, según ha dado a conocer el concejal de Familia, Álvaro Lavín, es introducir medidas que ayuden tanto a los niños como a sus familias a gestionar de la forma «más sana posible» la situación. El proyecto se desarrollará en todas las ludotecas ubicadas en los centros cívicos de Cazoña, Nueva Montaña, Callealtero, Río de la Pila y Tabacalera.
La primera fase ya están en marcha y se centra en el trabajo del equipo de monitores con una psicóloga con triple objetivo: detectar de qué forma les afecta la situación de pandemia como personas y profesionales; en qué manera influyen los cambios que han tenido que abordar para la implantación de las medidas sanitarias y cómo modifican la dinámica habitual de la ludoteca; y, sobre todo, de qué modo impacta en los niños.
Además de sesiones de trabajo semanales con el equipo, la psicóloga visitará cada ludoteca con el fin de observar lo que ocurre en ellas. Lo que se pretende es responder de la forma «más eficaz posible» a las necesidades que se plantean, asesorar sobre cómo actuar en casos de determinados niños, y tener una visión «amplia».
La directora de la red de ludotecas, Ana Lekube, ha señalado que esta primera fase «está dando sus frutos, ya que hay detalles que pasan desapercibidos y sobre los que es necesario reflexionar». Una de las conclusiones que se han sacado hasta el momento es que hay niños que solo se conocen entre ellos con la imagen de la mascarilla y no saben qué rostro tiene el otro. Con la mascarilla, además, se pierde mucha información no verbal. Esto genera un tono de voz más alto y más nivel de ruido, así como conflictos en la comunicación.
«Estamos observando y profundizando en todo esto para estar más alerta en el día a día e implantar ya pequeñas modificaciones, además de diseñar una segunda etapa de trabajo, con los propios niños y niñas, así como con sus familias», ha señalado Lavín. Se estima que se trabajará con unos 50 niños, así como con 60 adultos a través de las acciones de la segunda fase de esta experiencia piloto.
La próxima fase se llevará a cabo el próximo trimestre y se centrará en los menores y sus familias. Por una parte, estará enfocada a que los niños puedan desarrollar recursos propios para gestionar situaciones que les generan ansiedad y comportamientos compulsivos. También tratará de dar respuesta a las preocupaciones de los padres, escuchándolos y desarrollando de forma conjunta pequeñas estrategias que sean eficaces en su día a día.
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